El 62 Rally Barcelona-Sitges debería haberse celebrado hoy, tal y como había venido haciendo cada marzo desde su primera edición, allá por el lejano 1959.
La pandemia generada por la expansión del coronavirus (COVID-19) obligó al Gobierno de España a decretar el Estado de Alarma en todo el país el viernes 13 de marzo de 2020, pero la situación hacía ya días que se había vuelto insostenible.
El miércoles 11, Maria Marín, presidenta de Foment de Sitges, entidad organizadora del evento, acudía por la mañana a la jornada de presentación de esta 62 edición del Rally, que se había organizado en el Museu de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya (mNACTEC), ubicado en Terrassa (Barcelona).
Se trataba de un acto protocolario, organizado meses antes, en el que diversos medios especialistas y locales tuvieron la oportunidad de conocer los pormenores de una prueba que hasta ese momento contaba con el beneplácito de las autoridades para poder celebrarse. No en vano, el Rally no entraba en la categoría de eventos o espectáculos que reunieran a más de 1.000 personas en un mismo espacio.
Por tal motivo, y a falta de comunicación en sentido contrario, la organización optó por mantener la programación prevista. La elección del museo tenía dos objetivos muy claros. Por una parte, se trataba de dar al Rally una mayor visibilidad más allá de sus enclaves tradicionales.
A pesar de ser un acontecimiento de dimensión internacional, desde Foment querían buscar fórmulas que animaran a una mayor cantidad de público a presenciar la prueba en directo, de ahí que la intención es que la presentación sea itinerante y se realice cada año en un lugar distinto.
El segundo motivo por el que se eligió el mNACTEC es por su origen modernista. El Vapor Aymerich, Amat i Jover es una de las mejores obras arquitectónicas catalanas de esta corriente artística, cuyos orígenes, a finales del siglo XIX, coinciden con la época en que fueron producidos muchos de los vehículos que participan el Rally Internacional de Coches de Época Barcelona-Sitges.
Por eso tampoco es casual que en la excursión programada para el lunes 23 de marzo, en la que muchos participantes tienen ocasión de realizar un kilometraje extra a sus automóviles, se eligiera el recinto industrial de la Colonia Güell, ubicado en Santa Coloma de Cervelló, para dar el cierre a una edición que, por desgracia, pasará a la historia por ser la primera que no pudo ser celebrada.