Prueba realizada por: GAP
El mercado de los vehículos híbridos está todavía lleno de excelentes proyectos de largo alcance, pero si nos limitamos a realidades, estas son todavía escasas. El Toyota Prius se merece figurar como el pionero en la democratización de los sistemas más amables con el medio ambiente. Fue el primer vehículo híbrido de producción masiva, y a partir de su popularización en todo el mundo, la palabra ‘híbrido’ ya sólo estuvo asociada a la automoción en el vocabulario de millones de personas.
Las propuestas de sistemas medioambientalmente limpios y combinaciones de carburantes alternativos son hoy en día numerosas, y ya se aplican tanto a deportivos, como a berlinas, utilitarios, o coupés de lujo. Toyota -y obviamente Lexus- se ha especializado en mecánicas híbridas, pero otras marcas como Saab apuestan por los carburantes renovables, mientras BMW investiga las aplicaciones del hidrógeno, Chrysler presenta un deportivo totalmente eléctrico o Porsche, cien años después de construir su primer vehículo híbrido a gas y electricidad, prepara el lanzamiento de un Cayenne híbrido. Incluso Lotus, un constructor acérrimo a la deportividad sin paliativos, cuenta con un departamento específico de combustibles alternativos y acaba de presentar un nuevo motorde dos tiempos preparado para obtener el máximo rendimiento de los combustibles renovables con bases de alcohol. El debate, por lo tanto, continúa abierto, pero el Prius hace tiempo que tomó la delantera.
Uno de los mayores logros del Toyota Prius es que fue creado como modelo único, no como una versión de un modelo ya en circulación. No hace falta leer de qué versión se trata en el portón del maletero para asegurarse de que lo que estamos viendo circular es un híbrido. Además de usuarios, el vehículo se ha ido ganando poco menos que militantes en todo el mundo, especialmente en Estados Unidos, donde algunos de sus defensores a ultranza han llegado a hackearel modelo -a instalarle un enchufe, en palabras llanas- para convertirlo en un vehículo eléctrico recargable, adelantándose a las propias previsiones del fabricante japonés.
El acierto del proyecto y su mantenimiento cuando los beneficios comerciales que generaba eran todavía escasos, lo demuestra el lanzamiento del Insight Hybrid de Honda, con una configuración idéntica a la del modelo de Toyota y la única diferencia de un motor de combustión algo más pequeño que el que monta el Prius. A pesar de sus años, el Toyota Prius continua gozando de la posición de líder en un segmento de vehículos híbridos en el que cada vez se esperan realidades más sólidas.
Motores, en este caso. Aunque en Europa los consumos reducidos suelen asociarse a mecánicas diesel, el Hybrid Synergy Drive (HSD) de Toyota combina, como sistema global que es, un motor de gasolina de 1,5 litros de ciclo Atkinson con un motor eléctrico de tipo síncrono de imán permanente que entrega 68 CV.
En la práctica, el motor que empuja en el Prius es siempre el de gasolina, excepto cuando salimos a poca velocidad en tráfico urbano, realizamos maniobras, o seleccionamos el modo EV, que habilita al Prius para circular como vehículo completamente eléctrico siempre y cuando se disponga de la energía suficiente en las baterías. El motor de gasolina de 1.5 litros VVT-i entrega 77 CV a 5.000 rpm, y se combina con un sistema de frenado regenerativo para recargar la batería durante las fases de deceleración.
La ventaja de todo el sistema, y a pesar de que el conductor puede estar informado en tiempo real de su funcionamiento si lo desea, es que no es necesario tomar ningún tipo de decisión mientras se está conduciendo. El propio HSD se encarga de decidir cuál es el funcionamiento más razonable en cada momento para consumir la menor cantidad de combustible, y el conductor puede estar concentrado en la carretera.
En conducción eléctrica, el Prius es completamente silencioso. La entrega de potencia, sin embargo, exige la participación constante de la unidad atmosférica. Los dos motores van acoplados a un variador continuo, que puede resultar algo desconcertante al principio si se está acostumbrado a lidiar con cambios manuales, puesto que el incremento de las revoluciones del motor no siempre va asociado a la entrega inmediata de potencia.
Con todo, los consumos del Toyota Prius son realmente reducidos para un vehículo de su tamaño, y rivalizan con los de utilitarios diesel mucho más pequeños, y por lo tanto con menor disponibilidad de espacio interior. A velocidades sostenidas y cuando las baterías disponen de energía, el monitor de a bordo puede indicar consumos por debajo de los 2,5 l/100 km.
A pesar de que no es un coche pequeño, el Toyota Prius se mueve por la ciudad con agilidad. A su elasticidad de movimientos contribuye el excelente diámetro de giro de las ruedas, que también facilita las maniobras de estacionamiento en espacios reducidos.Cuando sólo está funcionando el motor eléctrico, incluso el sonido de rodadura es bajo gracias a un buen aislamiento acústico.
El motor de combustión aparece a la mínima presión sobre el acelerador y a plena carga va cobrando presencia sin llegar a ser molesto. Teniendo en cuenta que la conducción deportiva no está especialmente recomendada para explotar la principal virtud del modelo, que es su economía de funcionamiento y el respeto medioambiental, la puesta a punto general del vehículo es la acertada. En carretera abierta, el tarado de las suspensiones, tirando a duro para soportar el peso de las baterías, es la apropiada para el tipo de vehículo y no compromete la comodidad.
En caso de toparnos con una carretera más revirada, se puede optar por la posición B del cambio, que permite que el motor atmosférico continúe funcionando cuando se levanta el pie de acelerador, con lo que podemos ganar algo en comportamiento dinámico gracias a las retenciones del motor y preservar los frenos. Obviamente, este sistema de funcionamiento limita las funciones de carga de la batería.
Un eficaz control de estabilidad no desconectable se encarga de velar en todo momento por la correcta trayectoria del vehículo.
Bastan unos segundos para percatarse de que el Toyota Prius es un coche diferente, y cuando accedemos al habitáculo las impresiones exteriores se confirman. El diseño del salpicadero, a pesar de que ha sufrido sólo leves modificaciones desde la aparición de la primera generación, continúa siendo rompedor, y ofrece un tacto de calidad.
En las plazas delanteras se dispone de una enorme amplitud para los pies gracias a la ausencia del túnel de transmisión, y entre los dos ocupantes se incluyen numerosos espacios portaobjetos. El freno de estacionamiento se acciona con el pie izquierdo. Los asientos priman la comodidad, aunque a nivel ergonómico se echa en falta algo más de variación en altura en el volante, que para algunos conductores puede quedar algo bajo. La pantalla con la indicación de velocidad y la posición del cambio se encuentra en la base del parabrisas, algo que facilita su lectura cuando se está conduciendo.
El salpicadero incluye una pantalla táctil que muestra las cifras de consumo instantáneo, el funcionamiento del sistema híbrido o el navegador. En la práctica, tanto el diagrama de funcionamiento eléctrico/atmosférico como las barras de consumo y recuperación de las baterías son información innecesaria para el conductor una vez está habituado al funcionamiento del Prius. En su caso, el Honda Insight Hybryd ha optado por un sistema gráfico mucho más intuitivo que se limita a modificar el color del cuadro de instrumentos para informar de los niveles de eficiencia de la conducción.
El espacio en todo el habitáculo es más que suficiente, incluso en las plazas traseras, -bastante elevadas a causa de la colocación de la batería- y a pesar de la caída de la carrocería en la parte posterior. La batería está colocada en el maletero por detrás de la banqueta trasera, dividida en una proporción 60/40, y a causa de ello la boca de carga del maletero queda un poco elevada. Con todo, la solución final adoptada es claramente satisfactoria. El maletero incluye rueda de repuesto de emergencia y un doble fondo situado junto a la batería. En total, se disponen de 408 litros de capacidad, con la posibilidad de abatir los asientos traseros y obtener un espacio de carga bastante generoso.
El equipamiento de serie es completo, e incluye airbags de cortina delanteros y traseros y airbags laterales y frontales para las plazas delanteras, control de velocidad de crucero, control de estabilidad VSC+, dirección asistida variable con la velocidad EPS o sistema de ayuda de arranque en pendiente HAC. La unidad probada también estaba equipada con el navegador, de uso funcional mediante la pantalla táctil, bluetooth y asistente al aparcamiento con cámara trasera.
Hay vehículos que ofrecen consumos y niveles de emisiones contaminantes similares o inferiores a los del Toyota Prius, pero ninguno de ellos es capaz de combinar economía de funcionamiento con disponibilidad de espacio en la misma medida. A pesar de que el modelo ha sufrido sólo pequeñísimas variaciones desde la aparición de la primera generación en 1997, la idea continua siendo completamente vigente hoy día: consumos reducidos, respeto al medio ambiente, comodidad y disponibilidad de espacio. Si lo que nos interesan son las prestaciones puras y el comportamiento y a pesar de ello queremos optar por mecánicas híbridas, en Toyota nos invitan amablemente a conocer Lexus.
Una de las ventajas del Toyota Prius es que las molestas variaciones de precio en función de los niveles de acabados son secundarias: sólo existe una opción de carrocería, un motor, una transmisión y un acabado. Únicamente hará falta escoger el color de la carrocería. El precio básico del Prius es de 25.125 €, con niveles de equipamiento de serie muy completos. El IPA (asistente al aparcamiento con cámara trasera), el navegador y el bluetooth encarecen el precio del coche en 2.000 €, y si a estas tres opciones queremos añadir los asientos de piel, en 3.000 €.