Prueba BMW 123d Coupé: jugando con curvas

Prueba realizada por: GAP

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Las Serie 1 Coupé y Cabrio vinieron a ampliar la oferta de carrocerías para el modelo más pequeño de la marca alemana, después de las versiones de 3 y 5 puertas. Mientras que la mayoría de marcas generalistas han optado principalmente por versiones coupé-cabrio para sus compactos de perfil más deportivo, BMW ha preferido ofrecer las dos versiones diferenciadas, con un techo de lona para la versión descapotable.

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De las cuatro carrocerías posibles para la Serie 1, la versión Coupé es la que, si nos centramos en su oferta de propulsores, se encuentra más enfocada a la deportividad, con dos opciones diesel de cuatro cilindros y 2.0 litros en versiones de 177 CV y 204 CV y dos de gasolina de seis cilindros con potencias de 218 CV y 306 CV. La unidad probada es el tope de gama en propulsores diesel, el primer modelo de sus características en ofrecer más de 100 CV por litro, lo que ya supone una pequeña declaración de intenciones.

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En el segmento de los compactos hay una oferta enorme de modelos de perfil deportivo, aunque algunos menos si nos limitamos a propulsores diesel y casi ninguno con estos niveles de caballería y tracción trasera. Por cifras globales de potencia, el BMW 123d entraría en competencia con deportivos de gasolina de marcas generalistas como el Renault Clio Sport o el SEAT León FR, ambos de gasolina y tracción delantera, aunque las diferencias de filosofía con este tipo de modelos son insalvables.

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Los propulsores diesel previstos para el Audi A3 se detienen en los 170 CV, como es el caso del nuevo Volkswagen Golf GTD. En la gama Alfa Romeo 147, el diesel más potente entrega 150 CV, mientras que el 2.0 CRTD del Mazda 3 SportSedan, el único de los hasta ahora mencionados con tres volúmenes de carrocería como la Serie 1 Coupé de BMW, se queda en 143 CV. El Mercedes-Benz CLC 220 CDi sí monta tracción trasera, aunque con 50 CV menos debajo del pedal.

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El motor diesel de cuatro cilindros y 1.995 cc con Variable Twin Turbo, inyección directa y common-rail de tercera generación que monta el 123d Coupé es el primer propulsor de sus características en entregar más de 100 CV por litro. Los 204 CV de potencia se obtienen a 4.400 rpm y el par máximo de 400 Nm entre 2.000 rpm y 2.250 rpm. Aunque el margen de par es estrecho y la potencia máxima no llega hasta el final del tacómetro, acelera de una forma muy lineal y progresiva, siempre lleno de energía desde abajo hasta el corte sin llegar a enrabietarse.

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En realidad, el ralentí de este propulsor, con un sonido típicamente diesel, no hace justicia a lo que es capaz de darnos una vez sentados en el habitáculo con el pie sobre el acelerador. Muy suave a bajas vueltas, y autoritario cuando se lo exigimos. Todo ello lo convierte en un motor muy utilizable a todos los regímenes y con todas las marchas. A nivel de prestaciones, los 1.450 kg del BMW 123d Coupé se mueven de 0 a 100 en 7,0 s y alcanzan una velocidad máxima de 238 km/h.

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En la unidad de pruebas, el motor estaba asociado al cambio automático de seis velocidades. Sin ser un DKG, no deja de ser un cambio muy satisfactorio en cuanto a prestaciones y utilización. El uso del sistema en modo totalmente automático está destinado a obtener las mejores cifras de consumo, que según datos oficiales alcanzan los 5,2 l/100 km en ciclo combinado. En la práctica, y teniendo en cuenta sus prestaciones, el 123d Coupé no es un vehículo bebedor a menos que le indiquemos lo opuesto a través el acelerador. El cambio automático también puede utilizarse en modo secuencial a través de la palanca o las levas del volante indistintamente.

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Todo parece enfocado en convertir al BMW 123d Coupé en una auténtica alegría cuando se trata de devorar kilómetros, y muy especialmente si en ellos encontramos cuantas más curvas mejor. A la batalla de 2,66 m, la tracción trasera y los 204 CV se unen un sofisticado chasis con un eje delantero de aluminio de doble articulación y tirantes, y un eje posterior de cinco brazos de acero debidamente adaptado para resistir con efectividad los niveles de potencia y par del propulsor.

El resultado de todo ello es que el tacto de conducción es claramente deportivo. En la primera frenada intensa acompañada de reducciones, siempre las que permita el cambio automático, el eje trasero anuncia que, si es necesario, se puede contar con él. La dirección es dura y directa, y permite acceder con gran facilidad al vértice y realizar correcciones precisas.

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El BMW 123d Coupé monta de serie el sistema de control dinámico de la estabilidad (DSC) que incluye el sistema de control de tracción (DTC), servodirección eléctrica y diferencial autoblocante con regulación electrónica. También equipa el sistema de control automático de la estabilidad ASC y el sistema de control de frenado en curvas CBC. Todo este arsenal electrónico convierte el paso por curva, sea lenta o rápida, en un ejercicio de control y estabilidad que hace del 123d Coupé en un vehículo apto para todo tipo de conductores con un mínimo de conocimientos.

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El sistema de control de tracción y de estabilidad puede desconectarse completamente por pasos, como es habitual. Con todo, la diferencia entre la desconexión del DTC y la del DSC no es tan abismal como cabe suponer, en parte a causa del funcionamiento del cambio automático. El sistema impide que salgamos de una curva con una marcha que pueda comprometer demasiado la estabilidad, y engrana una velocidad superior para reducir la capacidad de tracción. Con todos los sistemas electrónicos desconectados, se puede entrar en una curva en segunda velocidad después de una reducción y salir de ella en tercera sin haber puesto un dedo sobre las levas del volante y esperando el golpe en el eje trasero que no llega.

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Y es que el BMW 123d Coupé no es un M, es un compacto con un motor potente y un tacto completamente deportivo, que no es lo mismo.

El 123d Coupé monta frenos autoventilados de 330 mm delante y detrás 300 mm, con neumáticos de 205 y 245 sobre llantas de 17 pulgadas. Todo el sistema de detención del vehículo es claramente efectivo, aunque dados los niveles de prestaciones con los que se tiene que lidiar los frenos se fatigan con una cierta facilidad.

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Si algún día quien suscribe estas líneas tuviera que encargar un asiento a medida, ya sabe que no haría falta ir muy lejos: bastaría con la opción de asientos deportivos que se ofrece en el BMW 123d Coupé. Su tamaño, mullido y la sujeción son los ideales. El puesto de conducción, aunque no es especialmente amplio en altura y anchura, poco más puede ofrecer en cuestiones de ergonomía y funcionalidad. El tamaño del volante y la colocación de los principales mandos permiten encontrar fácilmente la mejor postura de conducción. Incluso las levas del volante en la versión automática, que en un primer momento pueden parecer algo pequeñas, acaban por convencer.

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El acceso al habitáculo es bastante reducido, poco práctico para personas de una cierta envergadura, y en las plazas traseras puede ser incluso complicado si no se goza de un mínimo de agilidad. Las plazas traseras son, de hecho, poco utilizables. Si en las versiones de 3 y 5 puertas de la Serie 1 el espacio trasero era justo, la variante Coupé de la Serie 1 pierde además algunos centímetros hasta el techo a consecuencia de la caída de la carrocería hacia el tercer volumen.

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Por el contrario, el maletero en las versiones Coupé ofrece 370 litros de espacio de carga, 40 litros más que en las carrocerías de 3 y 5 puertas, aunque la boca del maletero es reducida. Tampoco hace falta que intentemos localizar la rueda de repuesto, puesto que las necesidades de espacio han obligado a colocar la voluminosa batería debajo del piso del maletero.

Como corresponde a un vehículo de estas características, el tarado de las suspensiones es duro y seco, pero nunca llega a atacar la zona lumbar en desplazamientos largos. Por su parte, la calidad de acabados en todo el habitáculo es la que se espera de BMW.

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Como es habitual en la marca alemana, la información que se ofrece al conductor es completa sin sobrecargar. La unidad probada montaba la anterior generación del mando iDrive, con todas las pegas que esto conlleva una vez se ha probado la nueva versión, mucho más eficiente, intuitiva y fácil de utilizar en marcha. La pantalla desplegable en la parte superior del salpicadero es una muy buena solución teniendo en cuenta el espacio disponible en el interior, aunque el sistema de apertura impide la colocación de una visera que hubiera favorecido la visibilidad cuando se conduce en condiciones de iluminación fuerte.

Los niveles de equipamiento son completos, con seis airbags de serie. Opcionalmente, podemos recurrir a los faros bi-xenón, el sistema de adaptación del haz de luz en curvas con sistema de iluminación en esquinas, o un sofisticado sistema de audio.

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El BMW 123d Coupé es un coche claramente enfocado a la diversión. Un compacto 2+2 con unas aptitudes dinámicas sobresalientes, cómodo para dos ocupantes, aunque sin gozar de un habitáculo espacioso, y unas plazas traseras poco más que testimoniales. La ventaja en este sentido respecto a la Serie 1 convencional son los 40 litros extra de maletero. Como juguete, muy poco se le puede reprochar, excepto que como todos los juguetes, hace falta pagar por ellos.

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El precio de salida del BMW Serie 1 Coupé es de 34.400 €. Como es habitual, escoger las opciones de acabado y paquetes de equipamiento en el configurador de BMW es una tarea divertida para pasar el rato, pero algo menos gratificante si después tenemos que desembolsar el montante final de las opciones elegidas. En la unidad de pruebas se incluía la transmisión automática por 2.336 €, las llantas de aleación ligera en W con neumáticos de 205 delante y 245 detrás, por 854 €, los retrovisores plegables eléctricamente por 285 €, o los asientos deportivos delanteros por 661 € euros, es decir, algo más de 4.000 € sobre el precio de base.

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