Mercedes-Benz Clase S AMG: poder estelar

Affalterbach (Alemania).- Por si una variante potenciada de su gama alta no fuera suficiente, Mercedes-Benz ofrece dos Clase S con el apelativo AMG. Por un lado tenemos el S 63 AMG, un aparato con un motor 6.3 litros V8 que desarrolla 525 CV y un par de 630 Nm.
Y para los que piensan que con más de 500 no se va a ninguna parte, no hay problema. El fabricante de Stuttgart ofrece el S 65 AMG, un propulsor «sólo» 6 litros. A cambio, 4 cilindros más y un doble turbo, es decir, que bajo el capó se encuentra un V12 que traslada al eje trasero 612 CV y un par que asusta: nada menos que 1.000 Nm. Quizá por ello el cambio automático SpeedShift de este aparato sólo tiene 5 relaciones, en vez de las 7 del V8.

Los dos tienen la velocidad limitada a 250 km/h, pero mientras el S 63 AMG acelera de 0 100 km/h en 4,6 segundos, su hermano sobrevitaminado lo

hace en dos décimas de segundo menos. Uno de los datos curiosos de estas novedades es que Mercedes asegura que han sido capaces de reducir el consumo y las emisiones de CO2 hasta un 3 por ciento, sin tocar los motores.

Lo que sí han tocado son los detalles exteriores que delatan a estas versiones. Anagramas, parachoques, ruedas… De 19″ para el V8, al V12 le han tocado de 20″. Y como la potencia sin control no sirve de nada, ambos incluyen en sus respectivos manuales de uso toda la parafernalia de siglas habitual en modelos de esta clase, y alguno más. Así

pues, el Control Activo de la Carrocería (ABC), convenientemente ajustado por AMG, es de serie por primera vez. La última versión de este sistema llega al extremo de anular o reducir al mínimo el efecto desestabilizante de los vientos transversales.

Otros elementos de seguridad que incluye son el Attention Assist, que avisa en caso de detectar que el conductor se duerme, o los frenos Pre-Safe.