Gaby Esono – En lo que se refiere a marcas europeas, hay tres que saltan inmediatamente a la mente cuando hay que hacer referencia a lujo y distinción en el automóvil, dentro de unos márgenes relativamente asequibles.
Se trata de las marcas alemanas Audi, BMW y Mercedes-Benz. Se puede meter a los suecos de Volvo en el paquete, con su coupé C30 como única alternativa, cuando la mayoría de sus competidores ya cuentan con una buena variedad.
De la misma forma, Lancia vende su elegante estilo italiano como rasgo distintivo en un entorno en el que la calidad percibida no es un valor añadido, sino un factor sine qua non que trata de mostrar en su única carrocería. En cualquier caso, hasta la fecha los que marcan la pauta son los teutones.
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Uno de los rasgos que suelen lastrar a estos tres fabricantes es su talante poco dado a grandes cambios. Por ese motivo, antes de inmiscuirse en un sector tan mundano como el de los compactos, midieron cuidadosamente los pasos a dar.
BMW fue la primera en hacerlo, al lanzar aquel Serie 3 Compact, basado en la carrocería E36, recortada, hecha dos volúmenes y medio y con una suspensión trasera más barata que la del resto de hermanos de su gama (procedía de la generación anterior).
Las versiones básicas tenían frenos traseros de tambor y las tope de gama, en principio, sólo contaban con un motor 1.8 al que los 143 CV se le quedaban cortos, por muchas válvulas que le pusieran. Finalmente, sin embargo, en la casa bávara se decidieron a instalarle un 6 cilindros de 170 CV, a la vista de que cualquier GTI de marca generalista podía superar sus prestaciones.
Cuando llegó el momento de sustituirlo, en Múnich debieron pensar que ya estaba bien, porque con el siguiente Serie 3 Compact, el E46, repitieron la fórmula, aunque sin separarlo tanto de los demás a nivel mecánico.
Este modelo llegó a su fin cuando en BMW se dieron cuenta de que había un público de un nivel adquisitivo medio-alto que, sin embargo, no necesita un modelo de grandes dimensiones. Habían decidido crear el Serie 1, un compacto de verdad, partiendo de cero, en el que se respetaban los genes que caracterizan al resto de la gama: reparto de pesos cercano al 50/50, tracción trasera y motores de 6 cilindros en línea bajo el capó.
El esperado éxito de la primera versión, con carrocería de 5 puertas, permitió el nacimiento de 3 variantes más: la de 3 puertas, el coupé y el cabrio con techo de lona.
Este BMW, sin embargo, llegó muy tarde. Aunque Audi tardó algo más en decidirse, cuando lo hizo dio en el clavo. A la hora de crear el A3 lo tenía algo más fácil, porque contaba con una plataforma bien probada y específica para el segmento al que iba dirigida. No en vano la compartía con el Volkswagen Golf. Ese ahorro sustancial permitió a los ingenieros de Ingolstadt centrarse en la creación de una línea que siguiera la imagen de marca que había estrenado el A4, y dotarla de un interior con unos acabados inéditos en la categoría.
Ese conjunto, combinado con una amplia gama de motores donde destacaban los 1.8 de 5 válvulas por cilindro, los diésel TDI y la posibilidad de elegir entre tracción delantera y quattro (aunque fuera con un diferencial Haldex), hicieron el resto para convertir a este compacto en el sustituto del Golf GTI como modelo «aspiracional», al menos en nuestro país, y eso a pesar de que inicialmente sólo estaba disponible con 3 puertas (como el Compact).
De hecho, la de 5 estéticamente estaba peor conseguida, consecuencia de un desarrollo posterior. En su segunda generación que ya ha recibido un leve facelift, el resultado de la carrocería Sportback, a medio camino entre una berlina convencional y un break, ha sido más positivo y, además, se han atrevido a lanzar un cabrio que rivaliza directamente con el del BMW Serie 1.
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La estrategia de Mercedes-Benz fue inicialmente en otra dirección. El Clase A, cuyo lanzamiento en 1996 tuvo su momento polémico (aquella prueba del alce ayudó a cambiar muchas cosas en la marca de la estrella), fue una idea innovadora que está teniendo continuidad. Sus proporciones monovolumen, sin embargo, lo separan de lo que se entiende por un compacto tradicional. Ahora bien, una rivalidad cimentada durante décadas con BMW no permite dejar pasar ni una oportunidad de ocupar espacios en el que ésta está presente. Es por ello que ofrecen además del Clase A una alternativa al Serie 1 que calca punto por punto la idea del BMW Compact, ya que el Sport Coupé provenía directamente de la anterior Clase C. Ahora bien, al contrario de lo que han acabado haciendo los bávaros con su compacto, los de la firma de la estrella se han limitado a renovar el modelo con un restyling en el que adopta la nueva estética de los coches de Stuttgart y le han cambiado el nombre por el de CLC.