Audi le dedicó un espacio específico al ejemplar que llevó a Frankfurt y que se caracterizaba por la espectacular presencia de su carrocería.
Desnudo de pintura, el aluminio brillantísimo de los paneles exteriores del R8 destacaba sobre el resto de modelos de Ingolstadt.
El interior, asimismo, contaba con una combinación de colores rojo y negro, con la que han potenciado su imagen deportiva.
Con el propulsor V10 de inyección directa, el purasangre de Audi gana algo más que 100 CV respecto al 4.2 V8 FSI, que sigue en producción.Por una parte, la aceleración 0-100 km/h la logra en 3,9 s (4,6 s en el V8), además de alcanzar una velocidad máxima de 316 km/h (301 km/h para el 4.2).
Opcionalmente hay disponible un equipo de frenos cerámicos.