A principios de 1955 se presentó el Mercedes 300 SLR, W196S según la genealogía de la marca alemana. El mismo bloque de 8 cilindros en línea de aleación de aluminio fue llevado hasta los 2.982 cc con el objetivo de adaptarse a la nueva reglamentación de la CSI para la categoría de vehículos sport, y entregaba entre 276 CV y 310 CV según las variaciones que podían introducirse en diferentes trazados. El chasis del SLR era exactamente el mismo que el del monoplaza de Fórmula 1, y en su estilizada carrocería se descartó utilizar aluminio a favor del magnesio, un material todavía más ligero.
Con un peso total de sólo 1.145 kg a plena carga, el Mercedes 300 SLR era capaz de volar hasta los 296 km/h. Los ejemplares del SLR destinados a disputar las 24 Horas de Le Mans montaban un aerofreno muy similar al precario invento probado en la edición de 1952, esta vez con brazos hidráulicos, que ayudaban a los cuatro enormes frenos de tambor a detener el vehículo.
Los pilotos de Mercedes rechazaron de plano las puertas de ala de gaviota inicialmente previstas por el precario acceso que ofrecían al puesto de conducción y el calor infernal que generaban en el habitáculo cuando el motor de 8 cilindros entraba en funcionamiento. A pesar de ello, dos 300 SLR con este tipo de carrocería llegaron a construirse, y aunque jamás participaron en competiciones oficiales, uno de los dos ejemplares fue cronometrado en Monza a 288 km/h. El Mercedes 300 SLR fue un coche imbatible desde el momento en que fue colocado sobre el asfalto. En la temporada 1955 obtuvo cinco victorias en seis pruebas, pero sin duda una de sus actuaciones más memorables fue la de las Mille Miglia. Stirling Moss y Dennis Jenkinson, con el legendario 300 SLR número 722, se impusieron en la prueba usando una estrategia totalmente revolucionaria para la época y tan habitual hoy en día: las notas que reproducían fielmente cada curva del recorrido. Las notas de Jenkinson y la habilidad magistral de Stirling Moss al volante devolvieron el SLR a Brescia vía Roma después de 1.597 km en 10 horas 7 minutos y 48 segundos, a una media de 156,3 km/h.Durante 1955, Fangio se impuso en la carrera internacional de l’Eiffel y en el gran premio de Suecia, y Stirling Moss se llevó el Tourist Trophy de Dundrod, en Irlanda, y la Targa Florio. En las 24 Horas de Le Mans del mismo año, el brillante futuro del 300 SLR llegó cruelmente a su final. El accidente del Mercedes 300 SLR pilotado por Pierre Levegh acabó con 63 personas muertas, la mayor tragedia de la historia del automovilismo. Unas horas después, los dos Mercedes que permanecían en carrera se retiraron de la prueba, y la marca decidió cesar toda su actividad en la competición.
La aparentemente sólida asociación entre McLaren y Mercedes-Benz en la Fórmula 1 moderna también proporcionó a la familia de los Mercedes-Benz SL su propio Sport Leicht Rennsport, el Mercedes SLR McLaren, directamente inspirado en el SLR de 1955 que protagonizó algunos de los episodios más memorables de la marca alemana en la historia del automovilismo.La última y más potente versión del SLR, un templo de fibra de carbono realizado con todos los avances tecnológicos que la escudería inglesa y Mercedes habían aplicado a la Fórmula 1, fue sabiamente denominada 722. El peso de la tradición siempre reconforta.
Mercedes 300 SL: apuntando al cielo
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