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R. E. – En el Salón de Nueva York de 1954, Mercedes expuso junto al prototipo del 300 SL un 220 cabriolet y el pequeño 190 SL, una especie de hermano pequeño descapotado del 300 SL que había sido creado siguiendo los consejos del importador americano de la marca, Max Hoffmann. Se desconoce si Hoffmann tuvo algo que ver también en el desarrollo del 300 SL roadster, pero lo que es seguro es que
los estudios preliminares del proyecto se iniciaron en octubre de 1954, cuando apenas se habían entregado los primeros ejemplares del coupé de producción a sus afortunados propietarios.
EL Mercedes-Benz SL 500 de 2001 junto al 300 SL roadster de 1957 ©Mercedes-Benz
Ciertamente, el 190 SL era un vehículo lastrado por su pequeño motor de 4 cilindros y sólo 100 CV, si lo que se pretendía era llegar a un sector del público tentado por la exclusividad que presupone la potencia desmedida. Los responsables de Mercedes analizaron fríamente los puntos débiles del 300 SL desde el primer momento, y
sabían como nadie que aquello que hacía tan especial al modelo, sus puertas en forma de alas de gaviota, también suponía un problema para el conductor adinerado que además de exclusividad y potencia buscara comodidad y facilidad de uso.
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En 1955, los ingenieros de Mercedes iniciaron los test con el primer prototipo que acabaría dando vida al 300 SL roadster. Era necesario primar la comodidad,
crear un vehículo más acogedor y más fácil de conducir, y a su vez no perder demasiado la mítica del ‘alas de gaviota’. En la lógica de Mercedes, el nuevo modelo pasó a denominarse simplemente W198 II. No era una copia exacta de la versión coupé, presentaba modificaciones en la calandra, más abierta y prominente, y especialmente en el interior,
mucho más completo y lujoso que el del sobrio 300 SL coupé. Montaba un parabrisas panorámico, que tan en boga estaban por aquel entonces en los Estados Unidos, y por primera vez el maletero podía ser utilizado para depositar maletas y no sólo para llevar la rueda de repuesto.
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La eliminación del techo del vehículo también obligó a introducir
refuerzos en la estructura del chasis y ampliar el túnel de la transmisión. Algunas modificaciones menores aplicadas al sistema de inyección llevaron el mismo motor de seis cilindros en línea hasta los 235 CV. El roadster definitivo era un centímetro más bajo que el coupé, cinco centímetros más largo y ochenta kilos más pesado, y estaba enteramente carrozado en acero. El Mercedes 300 SL roadster fue
oficialmente presentado en el Salón de Ginebra de 1957, y en mayo del mismo año se inició su producción, que sustituía por completo a la del coupé.
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Nuevamente, el vehículo obtuvo un éxito rotundo, pero esta vez
fue más americano que europeo. De hecho, su lanzamiento marcó un antes y un después en la importación de Mercedes a los Estados Unidos.
En 1958, Mercedes lanzó la versión del roadster con techo duro, y en 1961 se sustituyeron los frenos de tambor por discos en las cuatro ruedas. Dos años más tarde, Mercedes ofreció por primera vez el motor enteramente realizado en aleación de aluminio, cuando el modelo llegaba al fin de su producción.
El Mercedes touring sports car 300 SLS, 1957 ©Mercedes-Benz
La versión roadster del Mercedes 300 SL también tuvo sus días de gloria en los circuitos. A instancias de Max Hoffmann y de Mercedes-Benz North America,
la sede de Stuttgart envió a los Estados Unidos dos roadster preparados para las carreras, con el objetivo que Paul O’Shea los pilotara en el campeonato americano del SCCA (Sport Car Club of America). En los dos prototipos se había convertido el enorme parabrisas panorámico en un diminuto apéndice unido a la lona que cubría el asiento del copiloto.
Paul O'Shea, 1957 ©Mercedes-Benz
La temporada concluyó con un gran éxito para Mercedes, puesto que O’Shea consiguió la victoria ex aequo en el campeonato junto al Maserati 300 S de Carroll Shelby. Pero el gran éxito se convierte en rotundo si tenemos en cuenta que
el Mercedes 300 SL fue inscrito en la categoría D, reservada a auténticos prototipos de carreras como el Aston Martin DB3S, el Porsche 550 RS y el propio Maserati 300 S. Ciertamente, el 300 SL roadster había dejado de ser aquel coche de carreras llevado a regañadientes la producción. Incluso a simple vista ya no había nada de políticamente incorrecto en él, pero lo cierto es que algo siempre queda.
Mercedes 300 SL: apuntando al cielo
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