Audi (y con ella el Grupo Volkswagen) es una de las marcas que más y mejor está interpretando la filosofía del downsizing para alcanzar rendimientos elevados con cilindradas contenidas. Tanto el pequeño 1.2 TFSI de 105 que monta el A3 y el nuevo A1 como el poderoso 3.0 TFSI de 333 CV que equipa a la familia S4 y S5, el patrón ha sido básicamente el de forzar el aire que entra a la cámara de combustión con un elemento extraño, llámese turbo o bien compresor.
Por ese motivo, con lo fácil que habría resultado «abrir el grifo» en el V6 TFSI, puede calificarse de sorpresa la aparición de 8 cilindros y 4.2 litros limpios de polvo y paja (igual que en los S5 coupé y cabrio) bajo el capó delantero del nuevo Audi RS5. Pero si un V8 de 4.163 cc es una sorpresa relativa, sus 450 CV de potencia marcan un nuevo referente en cuanto a rendimiento específico para un propulsor atmosférico de calle.
El 4.2 FSI alcanza semejante cifra de potencia a nada menos que 8.250 rpm, un dato especialmente meritorio teniendo cuenta que se trata de un motor de carrera larga (92,8 mm frente a un diámetro de los cilindros de 84,5 mm).
Aunque no sea un régimen que quite el sueño al BMW M3 (¿ya has leído la prueba que le hicimos?), el rival de toda la vida, los 30 CV de ventaja frente a éste y el par motor de 430 Nm que es capaz de mantener de forma constante entre 4.000 y 6.000 rpm sí podrían obligar a sus vecinos bávaros a replantearse las cosas.
A pesar de que no se puede considerar que el Audi RS5 sea un peso pluma (1.725 kg), la aceleración de 0 a 100 km/h la clava en unos nada casuales 4,6 segundos (el mismo tiempo que el coupé de Múnich), mientras que la limitación de la velocidad máxima puede ser elevada hasta los 280 km/h opcionalmente, en lugar de los 250 km/h de rigor.
La tecnología utilizada en este V8 deriva, según la marca, de la utilizada en los Audi R8 ganadores en cuatro ocasiones en Le Mans. La inyección directa de gasolina mediante common-rail, capaz de generar una presión de hasta 120 bares, es un ejemplo de ello. La doble entrada de admisión y de escape permite respirar libremente a este motor alargado, en el que el aire circula de forma regulada por los cuatro árboles de levas variables.
Para limitar el consumo a unos relativamente comedidos 10,8 l/100 km, se han minimizado las fricciones internas del propulsor, y se le ha dotado de una bomba de aceite que funciona en función de las necesidades, además de estar asociado a un sistema de recuperación de la energía en las retenciones y frenadas.