Prueba realizada por Roger Escriche
Nos podríamos inventar muchas definiciones para distinguir las marcas premium de los fabricantes generalistas, pero sin duda una montura familiar para una berlina media con más de 300 CV a las ruedas traseras sería una de esas fronteras de bulto.
Sólo a partir de aquí podemos concebir un coche tan discreto -exactamente igual que el resto de Serie 3 que vemos a docenas cada día- con carrocería familiar para más colmo, pero al mismo tiempo con un motor de auténtico deportivo latiendo constantemente en su interior, y un bastidor a la altura de las prestaciones.
Tanto en Audi como en Mercedes-Benz la oferta a estas alturas de la película cuenta con un planteamiento algo diferente, porque hay una brecha importante entre las versiones más prestacionales para las carrocerías break de sus berlinas medias y las versiones deportivas sin tapujos, que es diferente. El BMW 335i Touring se sitúa en una posición intermedia favorecida por la inherente deportividad de todas las creaciones de la firma bávara.
Por debajo están, ambos con tres pares de cilindros, el Audi A4 Avant 3.2 FSI quattro con 265 CV y el Mercedes-Benz C350 Estate de 272 CV. Por arriba, asoman las versiones más salvajes disponibles para estas monturas: Audi S4 Avant, con nada menos que el V6 3.0 TFSI de 333 CV, y el Mercedes-Benz C63 AMG Estate de 457 CV, aunque aquí ya hay dos cilindros y 20.000 euros de diferencia que lo sitúan en otra galaxia. Quizás la cosa se igualaría con un BMW M3 familiar… quién sabe.
Si arrancáramos Alemania entera del Globo Terráqueo, el fabricante que estaría poniendo más atención en este particular segmento es la norteamericana Cadillac. Los tiempos están cambiando. Ya nos demostraron lo que eran capaces de hacer con el CTS, pero es que el Cadillac BLS Wagon cuenta con un motor V6 de 2.8 litros y 280 CV que bien merece ser tenido en consideración.
Este propulsor es, sin duda, una de las glorias vivientes de BMW, hasta el punto que quizá se merecería un capó transparente para que todo el mundo lo contemplara. Los 3.0 litros repartidos entre seis cilindros en línea marca de la casa cuentan con inyección directa de gasolina y Twin Turbo, dos de las últimas innovaciones de BMW que han contribuido no sólo a generar más potencia, sino también a dominarla y dosificarla para cuando es más necesaria.
Los 306 CV que entrega a 5.800 rpm se complementan con un enorme par motor de 400 Nm disponible desde tan sólo 1.300 rpm y hasta las 5.000 rpm. Esto explica que, efectivamente, las aceleraciones puras sean brillantes desde cualquier régimen y marcha, pero también que las recuperaciones sean verdaderamente pasmosas. Y lo mejor de todo es que, a diferencia de propuestas similares en motores diésel, como el 335d que ya probamos, la entrega del motor a altas revoluciones es simplemente descomunal. Aprovechable y con potencia a mansalva desde el principio hasta el final.
Por si quedaban dudas, el 335i Touring acelera de 0 a 100 km/h en 5,9 segundos, una décima más lento que la carrocería berlina, lo cual dice mucho de un coche que en realidad pesa nada menos que 1.705 kg.
El cambio automático Steptronic de seis velocidades (2.560 €) con levas en el volante (262 €) que montaba la unidad de pruebas empeora todos los datos sobre prestaciones del BMW 335i, especialmente las recuperaciones, además de restar un punto de emoción a la conducción. En la hipotética ecuación entre la berlina prestacional y el coche deportivo, el cambio sin duda se situaría en la primera variable, y el motor, también sin duda, en la segunda.
Los 9,3 l/100 km de consumo combinado que anuncia BMW para el 335i son como siempre relativos, aunque una conducción tranquila efectivamente puede rondar los 10 l/100 km. Explorar las prestaciones del coche nos sitúa más en los 13,3 l/100 km con los que finalizamos la prueba.
Decir simplemente que el BMW 335i corre mucho puede parecer poco profesional, pero es que esta exactamente es la primera impresión que transmite: una brutal capacidad de acelerar, de recuperar y de correr, en definitiva.
Desde luego, todo este potencial es perfectamente compatible con cómodas velocidades de crucero por una autopista, pero es que este ejemplar es bastante más que eso. El excitante camino hacia la conducción deportiva tiene las puertas abiertas de par en par, algo que parece el resultado más razonable cuando unimos un motor tan bueno con un bastidor capaz de asumir tales cifras de potencia.
El hecho de estar lidiando con un coche de considerable peso (1.705 kg) y tanta potencia disponible a las ruedas traseras desde luego exige estar totalmente por la labor si nos disponemos a sacar el deportivo que lleva dentro, porque la violencia de reacciones cuando nos acercamos a los límites del vehículo son perceptibles incluso con todas las ayudas a la conducción conectadas.
Con todo, la estabilidad, agilidad y capacidad de tracción del 335i son siempre excelentes, salvo error de bulto o súbito calambre en la pierna derecha cuando pasamos el vértice de una curva. La progresividad en la desconexión de las ayudas a la conducción que ofrece BMW es una oportunidad de oro para explorar el comportamiento de este coche sin que la camisa se quede empapada de sudor, por así decirlo.
El equipo de frenos también finalizó la prueba con muy buena nota, lo que es un gran elogio si tenemos en cuenta las velocidades a las que se puede llegar a una curva. En esta ocasión, de controlar los posibles movimientos de la trasera en la entrada de los virajes se encargó el cambio automático, que limita las reducciones excesivamente violentas que puedan comprometer la estabilidad del vehículo.
A diferencia de otras marcas premium, tan atentas a los pequeños y más exclusivos detalles, cuando nos sentamos en el interior de un BMW como éste no sentimos una especial excitación. Por lo general, lo que notamos en el cuerpo es que tenemos ganas de arrancar el motor y ponernos a conducir inmediatamente.
La explicación a este curioso fenómeno probablemente se encuentre en el mismo puesto de conducción, muy cerca del suelo y con las piernas bastante estiradas. Si a esto le añadimos que los rebordes laterales de los asientos sujetan el cuerpo sin agobiar pero con una firmeza que se siente, ya lo tenemos.
Más allá de nuestro asiento, del volante y de los pedales, lo que tenemos a mano es todo lo realmente necesario para conducir, pero poco más. Seriedad sin agobiar con decenas de botoncitos cuya funcionalidad es reducida en marcha. Perfección ergonómica, tacto excelente y facilidad de uso sin ningún tipo de alarde.
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A todo esto, porque casi habíamos olvidado que estábamos hablando de un familiar, se le añade unas plazas traseras también cómodas y espaciosas -excepto el simulacro de asiento central- y un maletero de 450 litros, que puede pasar a 1.375 litros muy aprovechables abatiendo, de forma muy sencilla, los asientos traseros.
Como detalle añadido, un aplauso para la barra separadora del maletero, realmente pesada pero desmontable de forma tan intuitiva como si se tratara de un monovolumen francés.
Si vamos a un concesionario de BMW y preguntamos por el 335i Touring nos pedirán por lo menos 55.066 €. Esta cantidad de dinero, más los previsibles extras que le seguirán y un nada barato mantenimiento podrían hacer temblar al más pintado. La contrapartida, sin embargo, es un coche muy especial: discreto, con carrocería familiar y un motor glorioso y rotundamente deportivo, aunque perfectamente utilizable en el día a día.
Si encima nos dedicamos a marcar todas las casillas posibles de las 35 páginas de equipamiento opcional casi nos podríamos comprar otro 335i, por así decirlo.
Podemos optar por el equipamiento tradicional que incluiría opciones como el techo panorámico (1.910 €), los espejos retrovisores antideslumbramiento (618 €), el reglaje eléctrico de los asientos con memoria (1.541 €), más 457 € si son calefactables, el control de distancia de aparcamiento delantero y trasero (924 €), los faros bi-xenón (862 €), el control de crucero activo (1.455 €), varios sistemas de navegación entre 2.837 € y 3.539 € o el bluetooth (950 €).
Pero también podemos optar por equipar el BMW 335i con elementos que, dadas las características del coche, le pueden ir bastante bien a las ya de por si intachables capacidades dinámicas. Por ejemplo, los asientos deportivos (777 €), la muy recomendable dirección activa (1.602 €) si vamos a utilizar el coche para hacer curvas con frecuencia, el Paquete deportivo M (3.161 €) o la suspensión deportiva M (481 €).
Continúa siendo bastante más habitual ver circular vehículos familiares de altas prestaciones con una matrícula extranjera que con la típica chapa blanca con letras negras y la franja azul con la E que tenemos aquí.
Esto significa que, aunque con el tiempo las carrocerías break se van extendiendo y aceptando en el mercado español, todavía no sirven para todo. Sirven para disponer de ese plus de versatilidad o para colocar dos sillitas en los asientos traseros. Sirven para no tener que comprarse un monovolumen o un SUV cuando una familia se decide a prolongar su estirpe. Pero por ahora no sirven para divertirse conduciendo, por lo visto. El conductor que busca prestaciones y necesita espacio, simplemente no piensa en ellos.
Por eso el BMW 335i Touring es un rara avis. Pero puedo asegurar, y lo volvería a hacer bajo juramento y delante de un juez, que sirve, y de qué manera, para divertirse conduciendo.