Prueba realizada por Gabriel Esono
La llegada de Fiat al Grupo Chrysler ha resultado ser toda una bendición para el fabricante americano. Tras vivir una relativamente corta historia con los alemanes de Daimler, tuvieron un periplo en solitario que coincidió con el principio de la crisis económica mundial. Fueron momentos muy duros, que aprovecharon para hacer una limpieza a fondo que les permitiera volver a los números negros.
De cara al usuario, sin embargo, había que mantener una apariencia de normalidad. Centrados en conservar en lo posible la cuota de mercado en Estados Unidos, tanto los modelos Chrysler como la gama de Jeep que ahora están empezando a renovarse se desarrollaron buscando sin mucho disimulo el ahorro de costes.
Teniendo en cuenta que el público americano presta menos atención que nosotros al decoro interior (le basta con que sus coches sean muy amplios y muy cómodos), la apariencia de los plásticos y la calidad de los ajustes dejaba algo que desear en un conjunto que, en otros aspectos, cumplía bastante bien con lo que uno podía esperar de coches como el Jeep Grand Cherokee.
Los italianos, sin embargo, tienen otra forma de pensar. Está claro que cualquiera valora positivamente partir de la plataforma monocasco del Mercedes-Benz Clase M, o disponer de una suspensión y transmisión bien elaboradas. Ahora bien, si Jeep iba de marca premium dentro del todoterreno, había que darle a sus coches un aspecto más apañado que ya no hiciera dudar entre renunciar a ciertas aptitudes offroad o unos acabados de primer nivel.
Como decía, con la llegada del Grupo Fiat esto se ha acabado, y muy rápidamente además. Aunque la renovación de la cuarta generación del Jeep Grand Cherokee ya estaba planeada y anunciada desde hacía más de un año, lo que probablemente no estaba tan claro es que la mejora en tantos apartados fuera a ser tan notoria y, de hecho, ya dejamos constancia de lo gratamente que nos sorprendió en la prueba que hicimos de la versión con el suficiente motor 3.6 V6 de 286 CV.
Ahora, con la llegada de este turbodiésel, este americano sube un nuevo peldaño para tratar de mirar de frente a los Mercedes ML, Volkswagen Touareg, BMW X5 y Range Rover Sport.
El nuevo motor diésel es una de la principales novedades del Jeep Grand Cherokee, que dispone así por fin de un propulsor de última generación alimentado por gasóleo.
Ya hablamos de este bloque en su día, pero conviene refrescar algunos detalles: se trata de un motor completamente nuevo, con 2.987 cc de capacidad y disposición V6, de origen VM Motori y con un turbo Garrett VGT 2056 de geometría variable, a lo que se le ha añadido la tecnología Multijet II de Fiat Powertrain, es decir, sistema de inyección directa common-rail de última generación, en el que los inyectores trabajan a presiones de hasta 1.800 bares y son capaces de realizar hasta ocho inyecciones por ciclo.
La versión que hemos probado entrega 241 CV de potencia a 4.000 rpm y 550 Nm de par motor entre 1.800 y 2.800 rpm, aunque por debajo también hay disponible una variante más modesta del mismo bloque, con 190 CV y 440 Nm, siempre con acabado Laredo, el más básico. En ambos casos, los consumos declarados se quedan en unos muy razonables 8,3 l/100 km de media.
Las cifras de rendimiento declaradas para el tope de gama diésel clavan prácticamente las de uno de los modelos más representativos del segmento, como es el Volkswagen Touareg 3.0 V6 TDI, que también probamos hace un tiempo. Sin embargo, ni la respuesta ni las prestaciones tienen mucho que ver con las del SUV alemán. Al contrario que éste, el Grand Cherokee no oculta su clara vocación campera, lo cual tiene una clara contrapartida sobre el asfalto, donde es capaz de mantener unos cruceros razonables sin aparente esfuerzo, pero sin la soltura habitual en los todocaminos de lujo.
Donde se desenvuelve sin problema es en terreno abrupto. Y cuanto más, mejor. Resulta toda una ventaja contar con tanta fuerza desde bien abajo, porque permite sacar adelante los más de 2.300 kg de este coche en rampas de lo más comprometidas.
El cambio automático sin duda contribuye lo suyo a salir de cualquier atolladero sin tener que preocuparse del desgaste del embrague. Jeep mantiene la misma caja de 5 velocidades W5A580 de origen Mercedes-Benz que monta en el V6 de gasolina, a la espera de tener lista una de nueva generación que la sustituya.
Para muchos será una garantía de robustez, pero también hay que tener en cuenta que la veteranía, en casos como éste, no es necesariamente un grado. Aunque es bastante suave cuando se va lanzado, a la hora de iniciar la marcha o en transiciones a baja velocidad se nota demasiado su presencia. Esto, por lógica, se hace aún más evidente cuando se intentan abordar sectores todoterreno, sobre todo con la eficaz reductora, lo cual obliga a pasar por un periodo de adaptación hasta que se aprende a cogerle el tacto adecuado al acelerador.
Coches tan bien preparados de serie como éste para afrontar zonas difíciles hay pocos en el mercado.
Entre sus rivales por aptitudes trialeras se podrían contar el Land Rover Discovery o el eterno Toyota Land Cruiser, aunque ninguno de ellos puede presumir de un valor tan intangible como el carisma del americano.
Poco tiene que ver esto, sin embargo, con su destacada capacidad sobre terrenos difíciles.
Desde luego, mover las más de dos toneladas que pesa este coche no es tarea fácil, pero con un sistema de transmisión tan elaborado como el que le han instalado, sólo una monta de neumáticos un tanto asfálticos le penaliza en un conjunto sobresaliente.
Gracias al mando central Select-Terrain, se pueden configurar la transmisión y la respuesta del motor y de los diversos sistemas de ayuda a la conducción del Grand Cherokee para adecuarlos al tipo de terreno que se quiera afrontar.
Se puede elegir entre Automático, Arena/Barro, Deportivo, Nieve y Piedra y, cuando se cuenta con la suspensión neumática Quadra-Lift (de serie en las versiones Overland), se varía también la altura de la carrocería.
El sistema Quadra-Trac II de este 4×4 se encarga, en marchas largas, de repartir hasta el 100% del par al eje con mayor tracción.
Si se conecta la reductora, el reparto es fijo del 50% en cada eje, lo que asegura capacidad de tracción en prácticamente toda circunstancia.
El nuevo motor diésel ha permitido incrementar la gama del Jeep Grand Cherokee de dos versiones, el 3.6 V6 Overland (58.245 €) y el 5.7 V8 Hemi Overland (71.700 €), a cinco, con una nueva variante de acceso, el 3.0 V6 CRD Laredo de 190 CV (48.642 €), más las dos disponibles con 241 CV, el Limited (56.341 €) y el Overland (65.767 €).
La versión básica incluye de serie dispositivos como alarma, asientos con regulación eléctrica, climatizador bizona, control de descensos, faros bixenón, llantas de 18” o sistema de audio multimedia, entre otros.
El Grand Cherokee 3.0 CRD Limited suma a esto la tapicería de cuero, asientos calefactados, el del conductor con memoria, volante con regulación eléctrica, sistema de audio premium (con 9 altavoces y subwoofer) y manos libres.
Para el Overland se reservan los asientos ventilados, control de crucero adaptativo, llantas de aluminio de 20”, inserciones interiores de madera, portón trasero eléctrico, volante calefactable mixto cuero y madera, navegador, suspensión neumática Quadra-Lift y sistema de tracción Quadra-Drive II (salvo en el 3.6 V6), que incluye un diferencial trasero de deslizamiento limitado eLSD.