Prueba realizada por Roger Escriche
¿Capota de lona o techo retráctil? Esta es una gran pregunta, cuya respuesta ha ido cambiando para muchos con el devenir de los tiempos.
La capota de lona es más ligera, algo que permite contrarrestar el peso de los refuerzos estructurales que necesita cualquier cabrio para garantizar la rigidez del conjunto. Pero es poco práctica y menos resistente. El techo retráctil es claramente más cómodo, pero también más pesado. Con la capota cerrada, un cabrio con techo duro se acerca a la capacidad estructural de un monocasco con sus tres pilares, pero el mecanismo para abrirla y cerrarla suma peso al conjunto, además de restar habitabilidad y litros en el maletero.
Como siempre en esto de los coches, por lo tanto, es cuestión de prioridades. Y también de oferta. Ahora mismo nos encontramos en una especie de tregua en la fiebre de los coupé-cabrio, que tanto dieron que hablar no hace muchos años entre las marcas generalistas.
Los premium se han mantenido por ahora fieles a las capotas tradicionales de lona para sus compactos, como demuestran las variantes descapotables del Audi A3 y el BMW Serie 1. Hasta hace muy poco, en cambio, Ford Focus, Opel Astra, Peugeot 308 y Renault Mégane contaban con versiones coupé-cabrio de techo retráctil. De todos ellos, los renovados Mégane y 308 vuelven a optar por este sistema. Focus y Astra, que también estrenan imagen, todavía no han confirmado que vayan a seguir poseyendo este tipo de carrocería. Puede que la fiebre de los coupé-cabrio haya pasado, pero también puede que no, que sea una carrocería con suficiente demanda para seguir figurando en los catálogos junto a familiares y coupés a secas.
Y después está el Volkswagen Golf, que en esta generación VI ha vuelto a las capotas de lona de toda a vida. La pregunta es… ¿es el techo rígido lo único que separa el EOS del Golf Cabrio?
Nos topamos nuevamente con una de las combinaciones de motor y transmisión que más nos satisfacen del Grupo Volkswagen: la variante de 140 CV del bloque de 2.0 litros TDI e inyección directa common-rail, acoplada al cambio automático de doble embrague DSG.
La gran virtud de este propulsor es que, pruebas y más pruebas después, sigue obteniendo una nota altísima en el siempre difícil compromiso entre consumos y prestaciones. Sus 140 CV no lo convierten exactamente en un motor prestacional, pero permite divertirse de lo lindo conduciendo. En el Volkswagen EOS se ofrece como tope de potencia en propulsores diésel, pero en modelos como el Audi A3 que probamos en sus variantes de 140 CV y 170 CV, nos hizo pensar que no siempre merece la pena pagar esos euros de más por el plus que nos dan los 30 CV de diferencia.
No se trata tampoco de un motor decididamente ecológico, pero los 6,8 l/100 km que gastó mientras estuvo en nuestras manos lo convierten en un propulsor muy eficiente teniendo en cuenta su nivel de prestaciones. En Volkswagen lo saben, y por eso lo del subtítulo Bluemotion Technology. Cada llenado del depósito de 55 litros pone frente a nuestros ojos el realista umbral de los 1.000 kilómetros de autonomía en condiciones reales de circulación. Y si no llega, se acerca. Para ello también cuenta con el sistema start-stop tan útil en recorridos urbanos.
Además de todo esto, ¿qué aporta el DSG de 6 velocidades? Pues básicamente limpieza, facilidad de uso y también eficiencia, aunque no tanta como el cambio manual, con el que Volkswagen ha homologado unos consumos de 4,8 l/100 km en ciclo combinado, 0,3 l/100 km menos que con el DSG.
En la posición D, el rapidísimo cambio de doble embrague intentará gastar siempre lo mínimo imprescindible, a menos que le digamos lo contrario vía selección de la posición S del cambio o, mucho mejor todavía, utilizando directamente las levas del volante. Con ellas especialmente podremos extraer todo el potencial de un motor que se siente especialmente cómodo en los regímenes intermedios.
Como digno residente en la plataforma sobre la que se construye el Golf, no encontraremos diferencias destacables entre este EOS y su primo con capota blanda. Un comportamiento intachable en curva rápida, donde se muestra siempre muy bien asentado, y un poco más perezoso en vértices afilados, pero por encima de todo un dinamismo solvente y que transmite calidad de rodadura.
Sería más inapropiado emplear aquí el término emocionante, porque las reacciones del coche son tan previsibles en todos los ritmos y sobre todo tipo de trazados, que a veces puede parecer hasta aburrido. La solvencia también incluye el tacto de la dirección y los pedales, que sin ningún género de dudas han sido diseñados para agradar al mayor número de conductores posible. Por ello, entre muchas otras cosas, Volkswagen va a ser algún día el mayor fabricante de automóviles del mundo.
Otro adjetivo que sin duda se merece el EOS es el de un coche cómodo. El tarado de las suspensiones, que en nuestra unidad eran deportivas, se encuentra en un término medio que hace viables tanto la conducción relajada como la más deportiva. Y además, con la posibilidad de hacerlo a cielo abierto. El rugido del motor a plena carga no es encantador, pero tan discreto que ni siquiera suena a diésel. Aquí también nos daremos cuenta del excelente trabajo en cuanto a diseño aerodinámico realizado por Volkswagen, que a todas las velocidades nos ofrece una conducción sin turbulencias indeseadas.
Para gozar de un descapotable, casi siempre es necesario pagar unos cuantos peajes en cuanto a habitabilidad. En concreto dos. Los asientos traseros, por un lado, cumplen con su cometido en desplazamientos cortos, pero el mecanismo del techo retráctil puede convertirlos en un verdadero tormento en desplazamientos largos. El espacio para las piernas no es nada malo, pero puede ser algo más difícil acomodar en ellos a alguien con una cierta anchura de hombros.
El maletero suele ser otro de los grandes damnificados de los descapotables, especialmente los que disponen de un techo duro retráctil, que es realmente cómodo pero ocupa más espacio que una lona. Es cierto que con la capota cerrada el maletero nos ofrece unas dimensiones muy aceptables, pero si la abrimos el resultado es bastante diferente. Más que el espacio estricto en litros, la boca de carga queda reducida a la mínima expresión. Aún así, dependerá del tamaño y proporciones de los bultos el poder aprovechar el espacio disponible.
Hechas estas necesarias precisiones, el resto del habitáculo del Volkswagen EOS raya a un gran nivel. La buena ergonomía y la calidad de los materiales se combinan con unos asientos cómodos y espaciosos pero suficientemente envolventes y recubiertos con la maravillosa ‘Cool Leather’, o tapicería de cuero frío, capaz de mantener una temperatura confortable a pesar de recibir el sol directo sin piedad.
Es cierto que el habitáculo del EOS es bastante sobrio en cuanto a diseño, pero esto es una cuestión de estilo en consonancia con el resto de la gama del fabricante alemán. En cualquier caso, los acabados y el tacto general son intachables, como se espera de un Volkswagen.
El funcionamiento de la capota retráctil también se merece otro punto positivo, aunque con algún matiz. Además de retirar todo el techo, como corresponde a cualquier descapotable que se precie, el EOS nos ofrece la posibilidad de retirar solo la parte central. Es en esta configuración cuando el ruido aerodinámico es excesivo. Como mejor se encuentra el EOS es completamente desnudo de cintura para arriba. Y si no, podéis hacer la prueba escuchando vuestro CD preferido a 120 km/h con la capota y sin ella. Apostamos a que no querréis cerrarla nunca más.
¿Es el EOS un Golf Cabrio con techo duro? No exactamente, porque en Volkswagen el Golf siempre comerá en una mesa aparte, pero obviando el nombre que figura en el portón del maletero, el EOS nos dará casi todo lo demás. Prestancia, agrado de conducción y, con este grupo propulsor, una autonomía de campeonato.
Con el ‘casi’ nos referimos a su planteamiento estético. El EOS no posee la personalidad marcada de un Golf, y mucho menos la de un Scirocco, el verdadero coupé compacto de Volkswagen. Es un modelo algo más impersonal y mucho más fundido con el resto de vehículos de la gama, cuyo objetivo es el conductor que quiere un cabrio elegante y bien rematado que también le proporcione las comodidades de un techo duro retráctil.
Cada día nos gustan más los descapotables, una opción lógica para conductores fundamentalmente egoístas como nosotros, y esto es claramente una declaración de intenciones.
El Volkswagen EOS tampoco es un coche económico, como cabía esperar. Con el motor 2.0 TDI Bluemotion Technology y el cambio DSG de 6 velocidades se ofrece con dos niveles de acabado, Sport y Excellence. El primero parte de los 34.980 €, y el segundo de los 36.570 €. El nivel de equipamiento de partida es en ambos casos completo, aunque también es larga la lista de opcionales disponible. Nuestra unidad contaba por ejemplo con el Paquete Deportivo ‘Kansas’, que incluye por 735 € la llantas específicas de 18 pulgadas con neumáticos de 235/40, la pedalería de aluminio, las luces traseras oscurecidas y la suspensión deportiva, el sistema de aparcamiento asistido Park Assist (360 €), y el sistema de cierre y encendido sin llave Keyless Access (430 €).