Hijo mayor de Dorothea y Ferry Porsche, nacido el 11 de diciembre de 1935, pasó su infancia rodeado del ambiente en el que ya entonces su apellido era reconocido, acompañando a su abuelo, en las oficinas de ingeniería y los talleres de la empresa familiar.
Parecía, pues, que su destino estaba prácticamente escrito, y en 1958 F.A. Porsche, que es como sus colegas le llamaban, entró a trabajar en la compañía y pronto demostró sus aptitudes diseñando y moldeando un primer modelo destinado a suceder al Porsche 356, creación a su vez de su padre.
Fue en 1962, después de haber sido nombrado jefe del estudio de diseño de Porsche, cuando vio la luz el Porsche 901, que pasó a denominarse 911 para no entrar en conflicto con las nomenclaturas registradas por Peugeot. Apenas importó, porque medio siglo después estos tres dígitos precedidos del insigne apellido se han ganado el derecho a copar un espacio muy destacado de la historia del automóvil.
Ferdinand Alexander Porsche creó también algunos de los mejores coches de carreras de los años 60, entre los que destacaron especialmente el Type 804 de Fórmula 1 y el 904 Carrera GTS.
En 1972, F.A. Porsche se apartó junto con otros parientes de la primera línea de gestión de la empresa, y fundó el “Porsche Design Studio” en Stuttgart, que dos años después trasladó su central a la localidad austríaca de Zell am See. Allí se dedicó al diseño de accesorios para caballeros y una gran variedad de productos industriales con los que también obtuvo reconocimiento internacional.
El nieto del creador del Volkswagen Escarabajo siempre mantuvo una relación muy cercana con Porsche AG, como socio y como miembro de la Junta de Control, colaborando en el diseño de modelos de competición y ayudando en repetidas ocasiones a reconducir la compañía en la dirección correcta, como por ejemplo en el difícil período entre 1990 y 1993. En 2005 dejó su puesto en la Junta de Control a favor de su hijo Oliver, y asumió el rol de presidente honorario de la misma.