Una de las costumbres que ha adquirido la firma de Wolfsburg en sus años de historia es la de incorporar tecnologías a sus modelos que se adelantan varios años a sus rivales entre las marcas generalistas. La inyección electrónica del primer Volkswagen Golf GTI es quizá uno de los ejemplos más recordados, aunque la inyección directa de sus motores TDI es con toda probabilidad la que le ha reportado más beneficios e imitadores.
En los últimos tiempos, sin embargo, las siglas TSI son las que más crédito están proporcionando a Volkswagen que, igual que logró con los turbodiésel, es la que ha conseguido popularizar la combinación de la sobrealimentación con la inyección directa de gasolina, fórmula fundamental hoy en día para optimizar la relación entre prestaciones y eficiencia.
Y no contentos con ello, están comercializando el sistema que integra un pequeño compresor para cargar los pistones del bloque de 1,4 litros cuando se gira a pocas vueltas, y un turbo que se encarga de empujarlos a medio y alto régimen hasta alcanzar entre 150 CV (SEAT Ibiza FR), 180 CV (SEAT Ibiza Cupra y Volkswagen Polo GTI) y 185 CV (Audi A1 1.4 TFSI)… de momento.
En el Volkswagen Polo BlueGT, no obstante, no se ha querido ir tan lejos. Partiendo de la base del motor 1.4 TSI de 140 CV (sólo con turbo), se ha desarrollado un sistema de desconexión de dos de sus cuatro cilindros (Gestión Activa de Cilindros, o ACT) con el objetivo de reducir el consumo en los momentos de menor demanda de potencia, sin mermar por ello las prestaciones.
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Esta mecánica, que llegará al Polo a finales de 2012 e irá expandiéndose posteriormente a lo largo de la mayor parte de la gama del fabricante alemán, se estrena en esta versión del polivalente de la familia, que podrá solicitarse con cambio manual de 6 velocidades o con el semiautomático de doble embrague en seco DSG de 7 marchas.
De esta manera, los 140 CV del Polo BlueGT lo colocan un peldaño por debajo del Polo GTI en prestaciones, aunque parar el cronómetro en 7,9 segundos en la medición del 0-100 km/h, o lograr una punta de 210 km/h, no pueden considerarse ni mucho menos unos valores modestos.
Donde sí le gana la partida –que es precisamente de lo que se trataba- es en el apartado de consumos, con unos 4,6 l/100 km (4,5 l/100 km con el DSG) en la medida ponderada equiparables a los 4,2 l/100 km de los Polo 1.6 TDI. Las emisiones de CO2 se quedan en 107 g/km en el manual y 105 g/km el automático.