Muchos creían, nosotros incluidos, que los tiempos de los deportivos puros de precio relativamente asequible habían pasado para siempre. La combinación entre carrocería coupé, motor delantero transversal (y atmosférico) con tracción trasera elegida para este atractivo japonés supone una vuelta a ciertos valores que parecían estar olvidándose en esta época dominada por el pragmatismo y la búsqueda de la eficiencia a cualquier precio.
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Para romper con esta tendencia, que supone incluso un cierto cambio de rumbo para una marca que cree ciegamente en la tracción total, Subaru se asoció con Toyota, pero sin renunciar a sus principios. Por eso monta el BRZ en su planta japonesa de Gunma.
Así, el motor tetracilíndrico de 2,0 litros que monta bajo el vano delantero cuenta con la equilibrada y compacta configuración bóxer que proporciona al Subaru BRZ un centro de gravedad extremadamente bajo. A ello también contribuyen sus escasísimos 1.300 mm de altura.
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La inyección directa de gasolina D-4S con la que ha sido equipado sí es cosa de su socio nipón, mientras que sus cotas cuadradas (86×86 mm) deberían garantizar una entrega de potencia, 200 CV, bastante homogénea en todo el rango de revoluciones aunque, al no disponer de admisión forzada, el par máximo de 205 Nm no resulta especialmente llamativo.
Ni necesario, porque son sólo 1.220 kg encerrados en 4.240 mm de longitud los que deberá arrastrar el motor de este coupé 2+2 que entrega su fuerza a las ruedas traseras a través de una caja de cambios manual de 6 velocidades, o bien una automática opcional.
Habrá dos niveles de acabado, Sport y Executive, cuyos precios oscilarán entre los 30.900 y los 32.400 euros respectivamente.
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