Cuando una marca como Bentley habla de deportividad hay que ponerle muchas comillas al calificativo. Sin embargo, eso es lo que trata de transmitir cuando al Bentley Continental Convertible le añade las siglas GT y el apelativo Speed.
Desde luego, montar un motor W12 de 625 CV permite, por lo menos, concederle el beneficio de la duda, aunque solo sea porque le permite acelerar de 0 a 100 km/h en 4,4 segundos, que ya los quisiera cualquier GTI de “tres al cuarto”, hasta alcanzar la nada despreciable velocidad máxima de 325 km/h, dos valores que cobran aún más valor si tenemos en cuenta que el Continental GT Speed de carrocería abierta pesa, sin carga, 2.495 kg.
Para ofrecer semejante potencia en este motor, el mismo que montar el GT Speed cupé, ha sido necesario recurrir a un doble turbocompresor que, con la ayuda de la última versión de la gestión electrónica ME17, consigue entregar al eje trasero unos descomunales 800 Nm de fuerza, disponibles entre las 2.000 y las 5.000 rpm.
No se le puede exigir, por consiguiente, que sus consumos sean modestos. A pesar de equipar un sistema de recuperación de la energía y de una caja de cambios automática de 8 relaciones, la media homologada es de 14,9 l/100 km (emisiones de CO2 de 347 g/km), lo que representa según la marca una reducción de un 15% respecto a la primera generación del Speed.
Para tener bajo control la caballería del descapotable de Crewe se ha revisado el sistema de suspensión neumático, montado sobre un esquema de doble horquilla de aluminio en el eje delantero y un multibrazo posterior. La altura se ha rebajado 10 mm respecto al Continental GT Convertible de 575 CV, y se han instalado silentblocs y barras estabilizadoras más rígidas para mejorar, en lo posible, la agilidad de este gigante de más de 4,8 metros de largo y casi 1,9 metros de ancho.