Prueba realizada por Roger Escriche
El SEAT Toledo es uno de los modelos que mejor ejemplifica los golpes de timón de la firma de Martorell desde principios de los años 90 hasta la actualidad.
Para empezar, el Toledo fue el primer modelo de SEAT desarrollado íntegramente bajo el auspicio del Grupo Volkswagen, sobre la plataforma del Golf/Jetta/Vento y con diseño de Giugiaro. El sucesor del Málaga buscaba básicamente ofrecerse como coche asequible y espacioso, dos condiciones que se cumplieron más que de sobras hasta el punto que, años después, la marca china Chery continúa fabricando algo parecido al Toledo (lo llama Windcloud) para motorizar a las clases populares del gigante asiático.
SEAT desveló la segunda generación del Toledo en 1998, nuevamente con un diseño de tres volúmenes aunque con una tapa del maletero convencional. Otra vez se trataba de un coche asequible y espacioso, dos características que, observadas a 15 años de distancia, probablemente nos suenen más a Skoda que a SEAT.
La explicación a este fenómeno la podemos buscar en el Toledo III, un controvertido monovolumen familiar de tres cuerpos que llegó en 2004, época de plena efervescencia del diseño y la diversión, cuando SEAT iba de hermana simpática de Audi, había versiones FR por todas partes y en general se vendían coches como rosquillas.
Desarrollado sobre la plataforma del SEAT Altea, el Toledo III medía 4,46 metros de longitud (2 centímetros menos que el actual) y como experimento no llegó a cuajar comercialmente. Pero no por ello hay que rasgarse las vestiduras: el mundo del automóvil está lleno de fracasos bastante más sonados que el del Toledo III. Aunque el desarrollo de un coche lleva años e implica a centenares de personas, todas ellas con alta formación académica, a veces se cometen errores muy fáciles de señalar con el dedo a toro pasado, pero bastante más difíciles de prever antes que el modelo llegue a los concesionarios. En cualquier caso, la marca corrigió bien el tiro con el Altea XL.
La cuarta generación del Toledo regresa con muy buen criterio (tiempos mandan) a los conceptos iniciales: un sedán compacto (relativamente) asequible y muy espacioso. Práctico. Lo pragmático de la propuesta se resume en una oferta de solo tres motores con cifras de potencia discretas, un diésel de 1,6 litros y dos de gasolina con 1,2 y 1,4 litros, el mayor de 122 CV.
Aunque en SEAT ya han anunciado para el Toledo un segundo motor diésel de 90 CV para este año, el único disponible hasta la fecha será el 1.6 TDI de 105 CV que, eso sí, se ofrece en versiones convencional (la que hemos probado nosotros) y Ecomotive.
Después de cubrir algo más de 1.200 kilómetros con el Toledo, la sensación que prevalece respecto a este 1.6 TDI common-rail es que cumple a rajatabla con lo que se espera de él. Permite mantener buenas velocidades de crucero sin estrés, afrontar secciones de subida sin aparente sobreesfuerzo, y además dilatar bastante las visitas a la gasolinera.
Esta última es sin duda una de las características estrella del propulsor, que en otras ocasiones que lo hemos probado nos ha demostrado que es bastante sensible a la cantidad de peso que tiene que arrastrar. En el Volkswagen Passat, por ejemplo, necesitó una media de 7,0 l/100 km para mover 1,5 toneladas. En el Volkswagen Jetta y en el Audi A1, en cambio, se contentó con 5,7 l/100 km, e incluso en el pequeño de los cuatro aros, que exprimimos a conciencia, nos sorprendió muy gratamente su respuesta.
El SEAT Toledo pesa 1.140 kg (1.254 kg en orden de marcha) y eso se nota en los consumos, que se detuvieron en los 5,5 l/100 km. No solo eso, sino que la relativa ligereza del conjunto permite que los 250 Nm que nos entrega el motor entre 1.500 rpm y 2.500 rpm sean más que suficientes para obtener una respuesta satisfactoria al acelerador.
Todas estas cifras pueden incluso mejorarse ligeramente si optamos por la variante Ecomotive del SEAT Toledo 1.6 TDI 105 CV, que declara un consumo 0,5 l/100 km menor que la convencional y unas emisiones de 104 gr de CO2 por km gracias a tecnologías como el Start/Stop o la recuperación de energía de frenado. Parece una propuesta bastante razonable por 400 € de diferencia.
Si optamos por el 1.6 TDI, también hemos de saber que únicamente está disponible acoplado a un cambio manual de 5 velocidades con un tacto un poco blando pero suficientemente preciso. El DSG de 7 velocidades, que sí estaba disponible en el Volkswagen Jetta, se reserva en este caso para el Toledo 1.4 TSI de 122 CV.
Hasta ahora hemos visto que la prioridad de SEAT para el nuevo Toledo ha sido ofrecer un coche espacioso y solvente a un precio razonable, y que la oferta de propulsores va totalmente en consonancia con el pliego de condiciones inicial. Pues bien, el comportamiento también.
En Cochesafondo siempre hemos pensado que SEAT es una de las referencias del mercado del automóvil en cuanto a la afinación de chasis, y hemos repetido en infinidad de ocasiones que el León es un modelo de comportamiento entre los compactos, o por lo menos lo era su penúltima generación.
El Toledo no parte de la misma plataforma que el León, sino de una versión alargada de la de su hermano pequeño, el Ibiza. Sin embargo, en este apartado es, por así decirlo, un coche mucho más convencional. Cómodo y suficientemente dinámico pero sin alardear de ello, aunque como creación de SEAT que es, se beneficia de un tacto de la dirección muy bueno y de unas suspensiones siempre comunicativas.
En el Toledo se ha ido a buscar básicamente solvencia y también costes contenidos. Todas las versiones, por ejemplo, montan el inevitable McPherson en el eje delantero y una barra de torsión en el eje trasero, donde también se monta un freno de tambor de 228 x 32 mm. En cuanto a las ruedas, el Toledo puede montar llantas de 15, 16 y 17 pulgadas según las versiones (la unidad de la prueba estaba equipada con las intermedias con neumáticos de 215/45 R16).
Ha llegado el momento de decir que el SEAT Toledo no es una mera variante sedán del Ibiza. Simple y llanamente, no es ni de lejos un Ibiza con culo. Al partir de la plataforma alargada del polivalente (posee una distancia entre ejes 140 mm mayor), el Toledo se permite ofrecernos una habitabilidad muy superior a la de su hermano pequeño.
Esto se nota especialmente en las plazas traseras, con espacio más que suficiente para acomodar a tres adultos, incluso en viajes largos. El volumen del maletero es también muy superior tanto al del Ibiza como al del León. Los 550 litros del Toledo ganan por 80 litros de goleada a la versión familiar (ST) del polivalente, y por nada menos que 170 litros al León.
Con 4,48 metros de longitud, el Toledo nos ha dado otra impresión más familiar de SEAT. Si en otros modelos de la marca parece que la prioridad es el comportamiento y el diseño exterior, aquí tenemos un modelo totalmente adaptado a las necesidades de una familia, con espacio suficiente en las dos filas de asientos y un maletero con un portón enorme capaz de digerir casi cualquier cosa.
En cuanto al diseño interior, y aunque en SEAT prefieran emplear el adjetivo ‘minimalista’, a nosotros nos parece que se trata más bien de un habitáculo sencillo, con profusión de plásticos duros y tapicerías y moquetas convencionales cuya finalidad es abaratar el precio final del coche. A pesar de ello, hay que apuntar una muy buena nota en el apartado de ergonomía, con todo colocado en el sitio en el que se supone que debe estar y un puesto de conducción tan conseguido como en el resto de modelos de la firma española, fácil de leer y todavía más fácil de utilizar. Nos ha faltado, en cualquier caso, que los elevalunas eléctricos traseros se pudieran controlar desde la puerta el conductor.
Si has leído la prueba al completo, a estas alturas ya te habrás dado cuenta que el Toledo nos ha gustado. A lo largo de los últimos años hemos disfrutado mucho (mentira, hemos disfrutado muchísimo) conduciendo modelos con un buen tacto deportivo salidos de la cadena de montaje de SEAT en Martorell.
Pero este Toledo nos demuestra que la firma española sabe adaptarse a los tiempos que corren y ofrecer un coche de corte más funcional, más práctico, recuperando la esencia de ese primer Toledo que inauguró la fructífera incorporación al Grupo Volkswagen.
Este es un coche bien resuelto, en el que el precio final es una de las partes de la ecuación con más importancia. Lo que nos pedirán en un concesionario por llevarnos un SEAT Toledo IV arranca en los 13.990 € de la variante con el 1.2 de gasolina y 75 CV. La única versión diésel, por ahora, cuesta 19.400 €, o 21.300 € con el acabado Style del modelo de las fotos. El tope de gama añade a la versión básica equipamientos como el climatizador, los elevalunas traseros eléctricos, los retrovisores eléctricos y calefactados, el control de velocidad de crucero, conexión USB, o compartimentos de almacenaje en el lateral del maletero.
¿Hacia dónde va SEAT? - La Comunidad del Taller
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