Existen en actualmente en el mercado muy pocos ejemplos de coches atrevidos, relativamente asequibles y que no sirven para gran cosa más que para disfrutar al volante. El Alfa Romeo 4C es uno de ellos y, sin ninguna duda, es de los que más contribuye a que se pueda seguir viendo el mundo del automóvil desde una óptica más apasionada.
Un motor relativamente pequeño (1.8 turbo de 235 CV) y un cambio de doble embrague TCT que hace olvidar casi cualquier manual, montados sobre un liviano chasis de fibra de carbono, permiten imaginarte haciendo diabluras conduciendo el Alfa Romeo 4C en ratoneros puertos de montaña. Ahora bien, si de lo que se trata es de demostrar su eficacia haciendo tiempos en un circuito, pocos trazados se han revelado más idóneos que el del Norschleife de Nürburgring.
Allí se desplazaron un equipo de ingenieros de la firma del biscione para colaborar con los de Pirelli, cuyo objetivo era desarrollar el compuesto idóneo para el biplaza italiano. Gracias a ese trabajo conjunto, los Pirello P Zero Trofeo creados específicamente para el deportivo de motor central contribuyeron a parar el crono en 8’04” en los poco más de 20 km del irregular recorrido por el ‘Infierno Verde’.