Gaby Esono.- El bivouac de La Serena era un hervidero de micrófonos y cámaras tratando de captar las impresiones de los principales protagonistas del Dakar 2014. Nani Roma y Stéphane Peterhansel, compañeros y amigos, son en este momento los rivales más encarnizados. Esta rivalidad, sin embargo, trasciende lo deportivo y tiene, según el piloto de Folgueroles, demasiadas fuentes interesadas.
La más sonora de todas ha sido en esta ocasión Etienne Lavigne, el director de la prueba. Tras las declaraciones de Peterhansel en las que aseguraba que Sven Quandt, el propietario del equipo X-Raid, había obligado a sus tres primeros pilotos –Nani Roma, Nasser Al-Attiyah y el propio “Peter”- a asegurar y mantener las posiciones, el jefe del Dakar montaba en cólera y manifestaba, micrófono en mano, que en su prueba nunca había habido órdenes de equipo y que la medida de Quandt se había cargado la carrera.
El episodio de la moneda lanzada al aire por Jean Todt en el Dakar 1989 para decidir qué Peugeot 405 T16, el de Ari Vatanen o el de Jackie Ickx, sería el primero en cruzar la meta del Lago Rosa, viene inmediatamente a la cabeza de cualquier aficionado mínimamente documentado al oír algo así.
Por eso Nani Roma habla de manipulaciones y de movimientos que forman parte del espectáculo que es el Dakar 2014. Y los anteriores. Porque no hay año en el que la organización no cobre protagonismo por un motivo u otro. Quizá Roma se excediera al asegurar que “si tuviera otro apellido, las cosas serían diferentes”, pero no se puede negar una cierta tendencia de la ASO a tomar decisiones que, en no pocas ocasiones, benefician a pilotos franceses. De la misma forma que es indudable que el dominio que pilotos como Peterhansel han ejercido en el Dakar es totalmente merecido.
Lo curioso de este caso, y de ahí viene gran parte del enfado de Nani Roma, es que el director del Dakar haya tomado partido de forma tan clara. Su puesto le obliga a la más escrupulosa neutralidad y debería mantenerse al margen de las decisiones internas de los equipos que participan en la prueba. Aunque deportivamente puedan parecer injustas. Porque parece injusto que el resultado de una carrera de 9.300 km quede definido por una decisión que no tiene que ver con el rendimiento de los pilotos, copilotos y sus coches, sino que tiene otras motivaciones.
Stéphane Peterhansel, aun teniendo contrato en vigor con el equipo X-Raid, ya se ha dejado querer por Peugeot. Y es fácil intuir que a poco que el proyecto le resulte interesante –por falta de recursos seguro que no quedará, pero hay que insistir en que todavía no hay nada oficial-, cambiará el Mini All4 Racing por un buggy desarrollado por la firma del león para volver a esta carrera.
Dada esta situación, es normal que Sven Quandt, una vez asegurado el triunfo en el Dakar 2014, prefiera que el año que viene el dorsal número 300 (el primero para coches, que luce el último ganador) lo lleve Nani Roma. No en vano, el de Folgueroles ha demostrado ser siempre un piloto muy profesional, que ha competido por el equipo que le paga. Y no solo, porque además tiene por norma estar entre los candidatos a la victoria en todos los raids en los que compite.