Prueba realizada por Gaby Esono
Como marca especializada en coches urbanos, smart ha demostrado que la fórmula de vehículo biplaza de menos de 3 metros de longitud tiene cabida en el mercado. Lanzado en 1998 bajo el nombre de smart city coupé, este pequeñín se ha hecho un hueco sobre todo en ciudades como París o Roma, en las que el tráfico es sistemáticamente caótico.
En smart, sin embargo, tienen grandes esperanzas puestas en nuestro país (sobre todo para el hermano mayor del fortwo, el nuevo smart forfour), aunque antes tienen que convencernos de que su idea de coche «molón» para la ciudad va más allá de cuatro fotos rodeado de gente guapa en un escenario bonito.
Igual que hicieron en la primera generación, han usado Barcelona como escaparate para la presentación mundial esta nueva generación de los smart fortwo (para dos plazas) y forfour (para cuatro plazas).
Para el biplaza se trata realmente de la primera renovación en profundidad, aunque la marca perteneciente a Daimler considera que es la tercera generación de este coche.
Sea como sea, lo cierto es que éste sí es un coche completamente nuevo, aunque se ha tratado de mantener intactos los fundamentos del concepto inicial, a saber: cédula de seguridad tridión y motores de tres cilindros ubicados sobre el eje trasero, que es el que propulsa al coche.
Pese a que se ha partido de una hoja en blanco (compartida, eso sí, con la utilizada en el desarrollo del Renault Twingo), la gente de smart no ha querido renunciar de ninguna manera al carácter original del coche. Empezando por su longitud, que es exactamente la misma que la del modelo al que sustituye: 2.695 mm.
Diría que, para ser un automóvil tan pequeño, el smart tiene cierto carisma. O más bien mucho, porque se trata de un modelo inconfundible. Por eso, cuando hacía la prueba del smart fortwo por las calles de Barcelona, la gente se lo quedaba mirando. Por la cara que ponían, estaba claro que era la primera vez que veían el nuevo modelo. Y, sin embargo, todas las veces leía sus labios pronunciando la palabra ‘esmar’ mientras señalaban a este minúsculo urbano. Casi siempre con una sonrisa. Qué cosas.
Recuerdo la variedad de sensaciones que me ofreció el anterior smart fortwo en la prueba que hice durante la presentación internacional que realizaron hace cuatro años en Alemania. Ágil y divertido por una parte, pero por la otra dotado con un motor ruidoso, un cambio poco refinado y una suspensión dura e incómoda. Y sin embargo, molaba.
El nuevo smart fortwo tiene más de lo primero, porque su bastidor en general y su dirección en particular parece que estén invitando en todo momento a ser un chico malo. Pero, sobre todo, esta nueva generación ha dejado atrás gran parte de lo segundo.
Los nuevos motores de tres cilindros son una delicia por su suavidad. Como ya publiqué en su momento, se ofrece con tres niveles de potencia: dos atmosféricos de 1,0 litros de cilindrada, con 61 CV (que llegará en 2015) y 71 CV, y el pequeño juguete diabólico 0.9 turbo de 90 CV.
Si los primeros destacan por hacer de los desplazamientos un remanso de paz, el sobrealimentado en cambio no rechaza ese planteamiento, pero anima a buscar cualquier trazado con curvas para hacer diabluras. Lo digo con conocimiento de causa…
También ayuda en este sentido el cambio manual, novedad absoluta en el smart fortwo. Sin que se trate de un prodigio de precisión, su tacto resulta mucho más agradable que el antiguo, rudo y lentísimo automático secuencial anterior.
Y para los que no quieran renunciar a la conducción con automático, opcionalmente estará disponible el secuencial twinamic (conocido también como EDC) con seis velocidades y doble embrague. Para poder tenerlo en nuestro mercado habrá que esperar hasta abril de 2015.
Volviendo al tema del bastidor, como decía el nuevo smart fortwo tiene todos los números para convertirte en el chico malo de la oficina. Es ratonero como ninguno, y puede presumir de una gran agilidad sin ser nervioso.
La dirección sí me pareció demasiado suave, a pesar de que la servoasistencia es variable en función de la velocidad. Me habría gustado más firmeza una vez sales de la plaza de aparcamiento.
La suspensión, en cualquer caso, aporta el plus de confianza que requiere un coche con una batalla de juguete (1.873 mm). Recurre al clásico McPherson delantero con estabilizadora, y a un no menos clásico eje De Dion para las ruedas traseras, aunque con lo que te tienes que quedar es que ni los muelles ni los amortiguadores tienen unos tarados ‘quitaempastes’.
Antes al contrario, el conjunto está muy equilibrado y combina la agilidad que mencionaba antes con la comodidad. Por ser, su comportamiento es hasta dócil y mucho más neutro que el subvirador smart fortwo antiguo, a pesar de conservar la configuración de motor, cambio y tracción traseros.
Algo ha cambiado en el habitáculo del nuevo smart fortwo que lo hace más acogedor. Será la elección de los colores, más vistosos; o el diseño del salpicadero, que aunque es nuevo mantiene detalles característicos como el cuentarrevoluciones separado, pero ahora a la izquierda del cuadro de instrumentos.
También es gracioso el tapizado de tela del salpicadero y los paneles de las puertas, al estilo entrelazado de las zapatillas de running. Lo que no sé es cómo aguantará el paso del tiempo, ni si será fácil limpiarlo, que me da que no.
Más ancho y habitable, también parece sensiblemente mejor aislado, aparte de que el motor sea de por sí más silencioso. No tienes sensación de estrechez en los asientos, que sujetan razonablemente bien, aunque la visible ganancia de anchura que se ve en la foto de la derecha se ha aprovechado sobre todo para dejar más espacio entre los ocupantes y ubicar cajón bajo la consola central.
Aunque el sistema multimedia del anterior smart fortwo estaba bastante avanzado (fue el primero en conectar con una aplicación específica para iPhone), en esta generación se ha creado lo que denominan smart cross connect.
En combinación con el equipo de audio opcional (que incluye un soporte universal para smartphones), se han integrado una serie de funciones para hacer «comunidad» (se pueden compartir consejos sobre aparcamientos, por ejemplo), controlar el navegador o la música. La más curiosa es la que memoriza la posición del coche.
De los 190 litros de capacidad inicial del maletero no cabría esperar gran cosa, si no fuera porque se puede ampliar hasta los 260 litros si contamos hasta los asientos.
Además, el respaldo del asiento del acompañante se puede reclinar por completo, lo que permite cargar bultos largos. Lástima que no haya sido posible aprovechar el vano delantero ya que el motor está detrás.
Ni siquiera el capó está pensado para abrirse cómodamente, porque cuenta con dos palancas de apertura disimuladas en la parrilla que, por cierto, no se bloquean desde el interior, con lo que cualquiera puede sacarlo.
Una vez levantado, hay que colocarlo sobre unos soportes específicos para que no arañe el frontal, y lo que queda a la vista son los depósitos del agua del limpiaparabrisas y del circuito de frenos. En otras palabras, están dando por supuesto que la mayoría de los que van a conducir este coche delegarán el mantenimiento a un profesional. Es el signo de los tiempos.
Está muy bien que el smart fortwo sea un coche simpático y, en el caso del 90 CV, ahora sea más divertido y ágil, pero la pregunta obligada es saber qué va a pasar con BRABUS.
El preparador al que van asociadas las preparaciones y personalizaciones oficiales de smart volverá a aparecer en el escenario, pero eso será a mediados de 2015.
La marca tiene previsto hacerlo en dos etapas: la primera será la del lanzamiento de la oferta de personalización, enfocada a la exclusividad; posteriormente, llegará la correspondiente a potenciación y mejora de las prestaciones.
Versiones | Precios |
smart fortwo coupé 52 kW (71 CV) | 11.800 euros |
smart fortwo coupé 66 kW (90 CV) turbo | 13.100 euros |
Líneas de equipamiento |
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Edition #1 | 2.195 euros |
Passion | 430 euros (sólo 52 kW) |
Prime | 1.490 euros (52 kW) y 1.170 euros (66 kW) |
Proxy | 2.210 euros (52 kW) y 1.875 euros (66 kW) |