El nuevo BMW Serie 5, séptima generación de la berlina de lujo de Múnich, llegará al mercado en febrero de 2017, y lo hará con el objetivo de superar el listón que, uno tras otro, sus sucesivos predecesores se han encargado de dejar cada vez más alto.
No podía ser de otra forma, teniendo en cuenta que su principal rival, el Mercedes-Benz Clase E, fue renovado hace ya un año y su propuesta no fue futurista -pocos se atreven a hacer algo completamente rompedor en el segmento E, el de las berlinas premium-, pero sí ha supuesto un paso adelante en lo que a tecnología se refiere.
Por lo anunciado en su comunicado oficial, el BMW Serie 5 no andará a la zaga del modelo de la estrella en sistemas de asistencia a la conducción, aunque el reto de la firma bávara era solo hacer un coche mucho más moderno, si es que eso era posible (en la prueba del BMW 535i Touring hablamos hasta de una cámara de visión nocturna…), sino también más eficiente.
La modernidad llega en esta ocasión de la mano de los nuevos sistemas de asistencia a la conducción, antesala de la implantación definitiva de la conducción autónoma. Si hace apenas 5 años nos sorprendía el regulador de velocidad activo (Active Cruise Control, ACC) o el asistente de dirección y mantenimiento de carril, lo que el nuevo BMW Serie 5 nos reserva en esta ocasión es la evolución natural de dichos dispositivos, denominada Intelligent Speed Assist. Este nuevo sistema es capaz de ajustar la velocidad del coche a la indicada en las señales de tráfico y se hace cargo de la aceleración, los frenos y la dirección si se quiere, permitiendo al conductor exceder o rebajar el límite en 15 km/h (a velocidades hasta 210 km/h).
Para conseguirlo, en la marca alemana han desarrollado el concepto BMW EfficientLightweight o, lo que es lo mismo, se han centrado en la reducción de pesos para ahorrar esfuerzos a sus motores. Gracias al uso del aluminio y aceros de alta resistencia, el nuevo BMW Serie 5 es del orden de 100 kg más ligero que el anterior.
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Todo ello no desmerece el trabajo realizado en los motores, el alma de cualquier BMW, que en este caso estrena cuatro nuevas variantes, dos gasolina y dos diésel, del concepto modular BMW TwinPower Turbo, que combina la doble sobrealimentación con la inyección directa de combustible, entre otros detalles. Todos, además, estarán disponibles con tracción trasera o con la tracción total xDrive de la marca.
En lo que se refiere a los gasolina, el BMW 530i monta un tetracilíndrico de 2,0 litros que entrega 252 CV de potencia y 350 Nm de par, mientras que el BMW 540i será inicialmente el buque insignia de la gama con su bloque de seis cilindros en línea de 3,0 litros, cuyas cifras de potencia y par se disparan hasta los 340 CV y 450 Nm respectivamente.
El perfil de los diésel es relativamente más bajo, aunque que los 190 CV y 400 Nm del motor de cuatro cilindros del BMW 520d lo colocan entre los de mejor rendimiento de su clase. Será el único que montará de serie una caja de cambios manual de 6 velocidades, frente al automático Steptronic de 8 velocidades que sí incorporarán de fábrica el resto de sus hermanos de gama, incluido el BMW 520d EfficientDynamics Edition que llegará poco después del lanzamiento del modelo, una versión más eficiente que declarará la misma potencia, pero unos niveles de emisiones de CO2 de 102 gr/km y un consumo en torno a los 3,9 l/100 km, aún pendiente de homologación.
Por encima de ambos, el BMW 530d aportará un punto más prestacional con sus 265 CV y 620 Nm.
