Opel Insignia GSi: recuperando valores
El Salón de Frankfurt 2017, que se celebra del 14 al 24 de septiembre, es el escenario elegido para la presentación del nuevo Opel Insignia GSi, la variante del Opel Insignia Grand Sport que representará la deportividad razonable en la gama del tope de gama de la marca alemana. Estará disponible para pedidos en España a partir de mediados de noviembre.
Mucho ha llovido ya desde que, allá por el año 1984, Opel se sacara de la manga las siglas GSi para dar vida primero a los Opel Manta GSi y Opel Kadett GSi, y posteriormente a los Astra GSi y Corsa GSi. En el fondo, se trataba de una manera de contrarrestar la fama que las siglas GTi habían dado al Volkswagen Golf, archirrival del compacto de Rüsselsheim. Y lo hicieron con una imagen muy deportiva pero elegante, acompañada de unos motores de inyección que fueron referencia en sus respectivas categorías.
Los modelos GSi, sin embargo, acabaron perdiendo fuelle en el catálogo de Opel. La marca se anticipó a la obligación del uso de los catalizadores y, al menos en España, fue la primera en equipar a todos sus coches de gasolina con este componente imprescindible para la reducción de emisiones. Su adaptación a motores que no estaban pensados para equiparlos inicialmente supuso una merma notable en sus prestaciones, y condicionó sensiblemente el carácter deportivo de modelos como el Astra, que en sus últimas versiones perdió potencia y, de paso, sus espectaculares aditamentos aerodinámicos. En el Corsa aguantó hasta 2012, pero como un nivel de acabado más o menos deportivo, sin las connotaciones prestacionales de antaño.
Pero eso es historia ya y, en las últimas décadas, las siglas GSi dejaron sitio a los no menos sugerentes OPC. Estos modelos, que volvieron a distinguirse por su decoración deportiva y por la potencia de sus propulsores, mantuvieron el espíritu dinámico de sus predecesores, que parece que quieren recuperar el tiempo perdido.
De momento, Volker Strycek, director de Coches Deportivos & Competición de Opel, asegura que “el nuevo Opel Insignia GSi es claramente más rápido en una vuelta al Nürburgring-Nordschleife que el más poderoso Insignia OPC de la generación anterior”. Se trata de una afirmación muy osada, ya que su motor de gasolina de 2,0 litros, 260 CV de potencia y 400 Nm de par (la misma potencia que la del Opel Insignia V6 turbo de la generación anterior de esta prueba) se queda bastante lejos de los 325 CV del 2.8 V6 biturbo de su radical predecesor. ¿Magia? No, ligereza.
A pesar de que también cuenta con un sistema de tracción total y caja de cambios automática (de 8 velocidades en este caso) este Insignia GSi pierde nada menos que 160 kilos respecto al OPC anterior –“especialmente en el eje delantero”, mantiene Strycek-, y su centro de gravedad es más bajo. De modo que no solo se pierde peso, sino que también se gana en agilidad.
Las levas de cambio en el volante, el alerón trasero que no es solo de cara a la galería o lo asientos deportivos específicos para el GSi (tapizados en piel) o los pedales de aluminio sin duda han de contribuir a que las sensaciones a primera vista sean las de ponerse a conducir un coche de alto rendimiento.
Una vez en marcha, las impresiones ya correrán a cargo de la combinación motor-cambio y del bastidor. El conductor puede seleccionar tres modos de respuesta (Standard, Tour, Sport y, en el GSi, también Competición) de dichos componentes. La suspensión está rebajada 10 mm y monta unos amortiguadores deportivos especiales, parte esencial del chasis FlexRide mecatrónico, que adapta su dureza y la de la dirección.
Brembo vuelve a ser el proveedor de frenos y aporta unas pinzas de 4 pistones y discos delanteros de 345 mm de diámetro, mientras que unos Michelin Pilot Sport 4 S de serie, montados sobre llanta de 20”, se encargarán de contribuir en la medida de lo posible a que el Insignia GSi mantenga la trayectoria marcada por quien lo conduzca.