¿Los SUV son los únicos coches que molan? Va a ser que no. Pero es cierto que, después de décadas y décadas viendo pasar una berlina tras otra, bien con una configuración clásica de tres volúmenes y cuatro puertas, o la más práctica de dos volúmenes y portón trasero, es normal que el mercado vea con buenos ojos el formato de coches elevados y presencia imponente que ofrecen los coches de aspecto campero. Y las marcas, como no podía de otra forma, aprovechan el tirón todo lo que pueden.
Hyundai también lo hace, sin duda. Sin embargo, tampoco quieren dejar escapar a ese tipo de cliente que también quiere una estética atractiva y moderna, así como ciertas aptitudes familiares en su coche, pero que no está dispuesto a renunciar a un comportamiento dinámico que, cosas de las leyes físicas, solo puede ofrecer una carrocería de cotas y pesos razonables.
Y así nos encontramos con el Hyundai i30 Fastback, un coche planteamiento en apariencia tradicional pero de aspecto claramente más deportivo que el hachtback a pesar de mantener el siempre útil portón para el maletero. Sumado a su motor 1.4 Turbo GDi de gasolina y 140 CV, asociado a la caja de cambios automática de doble embrague en seco 7-DCT, nos encontramos con coche que, de entrada, ofrece una relación pragmatismo-emoción que no tiene parangón en su segmento. Entre otras cosas, porque solo tiene un rival directo, el Mazda3 Sedán.
El motor de la unidad de prueba es el 1.4 T-GDi de la familia Kappa de Hyundai. Se trata de un propulsor turbo de inyección directa de gasolina, con un bloque de 4 cilindros y 1.353 cc, que entrega 140 CV a 6.000 rpm y 242 Nm de par a 1.500 rpm.
Queramos o no, hace tiempo que es costumbre recurrir a mecánicas relativamente pequeñas para obtener un rendimiento más menos satisfactorio. En este caso, la ayuda del pequeño turbo resulta más que suficiente para realizar una conducción alegre, gracias a un empuje que sorprende a medio régimen y que no desfallece hasta que alcanza la potencia máxima. Acelerar de 0 a 100 km/h en 9,5 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 203 km/h dan una pista de las intenciones de Hyundai con este motor. Si lo que quieres son prestaciones de verdad, para eso tienen el N…
Además, el cambio opcional DCT de 7 relaciones y con levas en el volante, tiene un funcionamiento más suave que rápido y aunque también pone de su parte para que no echemos de menos más potencia en repechos y adelantamientos, deja claro que en el equilibrio entre eficiencia y prestaciones, se ha tendido más hacia la primera que las segundas.
La marca declara un consumo medio de 5,4 l/100 km (0,3 l/100 km menos que con el cambio manual de 6 velocidades) y, durante la prueba fue relativamente sencillo acercarse a estos valores -con conductor solo y sin apenas carga-, sin tener que ponerse a rebufo de ningún camión.
Pese a todo, el Hyundai i30 Fastback hace honor a su apariencia gracias a dos detalles no menores. El primero, más evidente, es la posibilidad de elegir entre varios modos de conducción (ECO, Normal y Sport). Se agradece sobre todo que se perciba claramente cómo, en el modo deportivo, las leyes de actuación del acelerador y el cambio sean muy activas.
El segundo detalle, más para sibaritas, es el esquema de suspensiones, confiado a un típico McPherson delantero y a un más elaborado tren multibrazo en el eje posterior. El conjunto, muy bien puesto a punto, es el responsable de que el comportamiento dinámico de este compacto raye a un gran nivel y que sea uno de esos coches que apetezca conducir a bien ritmo, sabiendo que el motor difícilmente pondrá en apuros a su bastidor. Y menos todavía con el enorme (excesivo, más bien) equipo de ruedas opcional que montaba la unidad de pruebas: unos excelentes Michelin Pilot Sport 4 en medidas 225/40 R18
La última generación de modelos Hyundai es innegablemente sinónimo de calidad. Y si en el interior es donde antes y mejor se transmite esa sensación. El Hyundai i30 Fastback presume de unos materiales en general de buen tacto, aspecto y excelente ajuste.
También la ergonomía está bien trabajada, con todos los mandos en su sitio, organizados más al modo europeo que al asiático. La gran pantalla central, siguiendo las tendencias de diseño actual, aglutina las funciones del sistema de información y entretenimiento, incluido el navegador o el sistema de conectividad (Android Auto o Apple Car Play), aunque el interfaz no es especialmente atractivo. La habitabilidad es buena delante y suficiente para dos adultos detrás donde no irán sobrados pero, salvo en la cota de altura, nadie debería poner pegas.
El maletero, de 450 litros de capacidad, también debería ser suficiente para cargar el equipaje para unas buenas vacaciones y huecos útiles como el espacio para guardar los triángulos de emergencia.
En su contra, aparte de la elevada cota de altura, tiene un doble fondo en el que se prescinde de la rueda de repuesto para poner un organizador de objetos. Quien haya tenido que cambiar una rueda en viaje alguna vez sabrá lo que opino de esto…
Salvado este inconveniente (grave, pero muy generalizado), el Hyundai i30 Fastback puede presumir de contar con un equipamiento de lo más completo, en el que destacan los sistemas de asistencia a la conducción de penúltima generación como el sistema prevención de cambio involuntario de carril (LKAS), aviso de colisión frontal, detección de fatiga del conductor, sistema autónomo de frenado de emergencia (AEB) con detector de peatones, detector de ángulo muerto, alerta de tráfico trasero, etc.
El rango de precios de la gama del Hyundai i30 Fastback se mueve entre los 16.454 € del 1.0 T-GDI 120 y los 21.915 € de este 1.4 T-GDI (entre medias estaría el diésel 1.6 CRDi de 136 CV, por 20.615 €).
A este precio habría que incluir alguna de las pocas opciones disponibles (como pintura metalizada) pero, teniendo en cuenta la dinámica política comercial de la marca, se puede conseguir la versión de la prueba por un precio que ronda los 20.000 €.