En el polo opuesto se encontraba el 607, vetusto ejemplar cuya plataforma ya provenía de su antecesor, el 605. A pesar de su buena factura, son muchas las razones que imponían su salida del catálogo, entre ellas el hecho de que sus nivel de ventas no justificaba realmente su permanencia en el mercado.
El Peugeot 508 es, pues, un coche destinado a pellizcar una donde debería pellizcar una parte del mercado que estaba destinado al antiguo buque insignia de la marca. El sedán de tres volúmenes es más grande y más señorial que el 407, mientras que el 508 SW cuenta ahora con una línea más agraciada, menos pendiente del lado práctico para mejorar el aspecto estético, sin que se haya convertido en un coche frívolo.
Una de las pruebas de ello se encuentra en el interior, más cuidado, de diseño más limpio, en el que resulta más sencillo manejar los mandos del salpicadero gracias a la incorporación de un mando central de control, colocado tras la palanca del cambio.Justo lo contrario es lo que han hecho con el volante, al que se han desplazado todos los controles que antes aglutinaban las palancas insertadas en la columna de dirección.
El ajuste de los componentes también parece haber ganado enteros con este modelo con una calidad percibida y una ergonomía propias de segmentos superiores.
Ahora sólo falta que la gama de motores, que de momento está muy enfocada a la eficiencia y los bajos consumos, se enriquezca con variantes de mayor calado prestacional y que estén a la altura de su elaborado bastidor.