Se trata de un biplaza de 4,06 metros de longitud y 1,81 metro de anchura que aloja en posición central la última evolución del 3.0 TDI conocido en el nuevo Audi A8. Para esta ocasión, no obstante, se ha optimizado para que sus dos turbocompresores le permitan entregar 300 CV, 50 CV más que los que ofrece en el buque insignia de Ingolstadt.
Con 650 Nm de par, las ruedas traseras reciben la energía generada por esta mecánica a través de una cambio de doble embrague de siete velocidades.
Es un Audi, y tiene mucha potencia, de modo que la tracción a las cuatro ruedas era condición indispensable. Aquí es donde entra en acción la alimentación eléctrica, que nutre a dos motores asíncronos situados en el eje delantero, entre los cuales entregan 88 CV y 352 Nm. Estos valores pueden servir tanto de ayuda suplementaria al propulsor turbodiésel como funcionar de forma autónoma, de manera que este descapotable tiene capacidad para circular hasta 50 km sin contaminar. En un uso convencional, esta amalgama tecnológica concentrada en su carrocería de aluminio permite a los 1.450 kg del Audi e-tron Spyder acelerar de 0 a 100 km/h en 4,4 segundos, hasta alcanzar los 250 km/h de velocidad punta. Tan impresionantes como sus prestaciones con las cifras de consumos y emisiones que declara, situadas en unos esperanzadores 2,2 l/100 km y 59 g/km de CO2 respectivamente.Audi ha tratado de ser coherente con la deportividad que emanan los rasgos de la carrocería del e-tron Spyder, de ahí que la mayor parte del par motor, el 75%, vaya a parar a las ruedas traseras, aunque la gestión electrónica junto con el ESP se encargan de modificar estos valores en función de las condiciones de adherencia.
La precisión de guiado, además, está asegurada gracias a unos elaborados esquemas de suspensión de aluminio, con dobles triángulos delante y multibrazos trapezoidales detrás.