Prueba realizada por Gabriel Esono
Cualquiera que haya tenido contacto con el mundo y haya oído alguna vez en su vida la palabra Volvo, con toda probabilidad asocia ese sonido al de esta otra: seguridad. Durante décadas, si algo ha caracterizado a los productos del fabricante sueco ha sido que estaban hechos bajo los más estrictos estándares en lo que a protección pasiva de los ocupantes se refiere. Es decir, sus coches eran duros como rocas.
Antiguamente, el concepto de la seguridad en el automóvil se basaba, sobre todo, en intentar que los daños causados por un impacto fueran lo más leves posible. Para lograrlo, pocas cosas eran más eficaces que una sólida estructura subyacente bajo una carrocería de formas lo más regulares posible.
Hoy en día, esta manera de entender protección ha cambiado. Los ocupantes pueden viajar cada vez más tranquilos, gracias a la gran cantidad de dispositivos que se encargan de velar por su integridad en caso de accidente. Ahora bien, si en algo ha mejorado de verdad este aspecto del automóvil, es en el desarrollo de los sistemas que evitan las colisiones. Tanto es así, que el camino a la erradicación total de los accidentes de tráfico ya no suena para nada a ciencia ficción.
Volvo, fiel a esa imagen de marca tan definida que tiene, ha impulsado el desarrollo de la seguridad activa como pocos otros. Sólo por ello ya merecería de pleno su consideración de marca premium, aunque son otras cualidades las que permiten catalogarla como tal: variedad mecánica, elaborados bastidores y cuidados interiores, a los que se suma una no menos relevante lista de opciones de personalización.
Todo esto ya era conocido en Volvo hasta hace bien poco. Quizá con la anterior generación de modelos, la firma nórdica ya había dejado de lado las formas casi rectangulares, por otra parte tan características, para dibujar unas carrocerías de trazos más fluidos. Pero es ahora, con el nuevo crossover XC60 y con este S60, además de su preciosa variante familiar recientemente presentada, el Volvo V60, que ha comenzado a definir coches de aspecto mucho más y atractivo y que sugieren, de paso, unas cualidades dinámicas desconocidas hasta la fecha en la marca.
Como coche de lujo que es, el Volvo S60 debe compararse con modelos de alta alcurnia, pero juega en la división de las berlinas medias, donde se encuentra cara a cara con los BMW Serie 3, Audi A4 y Mercedes-Benz Clase C.
Las anteriores generaciones de modelos de Volvo se caracterizaron por ir abandonando paulatinamente la propulsión trasera para dejar paso a versiones de tracción delantera o, en su defecto, de tracción total. Por algo dicen que son, en principio, más sencillas de conducir y, gracias a la disposición transversal de los propulsores, también más seguras en caso de choque. Además son más baratas.
Lo de colocar el motor atravesado, en lugar de longitudinalmente, no es un cambio como para tomar a la ligera, porque obligó a Volvo a crear, partiendo de una página en blanco, una generación completamente nueva de plataformas y de motores de 6 cilindros. Fieles como lo son en BMW a la disposición en línea, se les ocurrió que la mejor forma de mantener un bloque de ese tipo con esa posición era haciéndolo lo más compacto posible. Y lo consiguieron.
El Volvo S60 que ha caído en nuestras manos monta la variante más evolucionada de este propulsor, denominada T6. Turboalimentado y con 2.953 cc de capacidad, entrega la nada despreciable cantidad de 304 CV de potencia y 440 Nm de par motor.
Las prometedoras cifras se ven refrendadas cuando te enfrentas a un horizonte de dos carriles por sentido. Las autovías y autopistas son pan comido para el Volvo S60 T6 AWD, un coche en el que encuentras fuerza de sobras desde muy bajas vueltas. En alta es también resolutivo, pero sorprende menos que su capacidad para mantener cruceros altísimos sin aparente esfuerzo.
El cambio automático Geartronic de 6 relaciones tiene mucho que ver en las sensaciones que transmite el motor. En Volvo han configurado una caja que filtra de forma muy evidente la fuerza de sus seis pucheros, de modo que la impresión al conducirlo es de que el empuje es inferior al que luego muestran las cifras de prestaciones.
Una aceleración de 0 a 100 km/h en apenas 6,5 segundos, la que aparece en la ficha técnica, ya se considera más que aceptable para un deportivo de altos vuelos, pero el resbalamiento del convertidor elimina de raíz cualquier posibilidad de sentirse estresado al volante. Hay que reconocer que tiene mérito haber conseguido que un coche corra tanto y, a la vez, que sus ocupantes tengan la sensación de que el tiempo no pasa cuando van abordo.
Como corresponde a un automóvil tan potente y tan pesado (luego hablaré de la tracción total), los consumos se sitúan por norma en una órbita superior a los 10 litros cada 100 km recorridos. Durante la prueba, los 10,2 l/100 km oficiales se convirtieron en 12,9 l/100 km.
Desde el lanzamiento del XC60, el último SUV de la marca sueca, en Volvo no se han cansado de repetir por activa y por pasiva que han cambiado, que sus coches ya no son sólo un ejemplo de robustez, sino que ahora son divertidos de conducir. Está claro, quieren atraer a un público más joven, que no le hace ascos a un poco de diversión mientras se traslada de A hasta B.
Una de las dificultades a la hora de afrontar un cambio de esta magnitud es que resulta difícil renunciar por completo a tus orígenes. Hasta ahora, montar en un Volvo era sinónimo de dulzura en las reacciones, sobresaliente capacidad de absorción de los baches, etc., etc. Si se te ocurre una frase relacionada con el confort, puedes aplicarla letra a letra a la mayoría de sus modelos sin temor a equivocarte.
El Volvo S60 no escapa del todo a esta forma de entender el automóvil. Aunque la marca asegura que para el mercado europeo se ha configurado de serie el bastidor deportivo, la berlina sueca demuestra en todo momento que está más a gusto en amplias carreteras radiales que en estrechos puertos de montaña.
Si lo que se tiene entre manos es este tope de gama, el T6 AWD, entonces resulta de lo más recomendable haber pedido antes que te lo traigan con el chasis activo Four-C (entre 1.556,54 € y 1.685,45 €, según versiones). La posibilidad de elegir entre el señorío dulcificado de la suspensión en posición Comfort y la mayor eficacia de la tecla Sport es toda una ventaja, aunque no debe esperarse del S60 el talante radical de unas suspensiones duras como piedras.
Antes al contrario, la configuración deportiva podría considerarse como una buena base de partida, con un excelente compromiso entre dinamismo y comodidad, aunque más orientado a esta última que a la deportividad.
En otro orden de cosas, complementos como el pack Safety (2.106 €) también se encargan de recordarte el origen de este automóvil. Un leve vistazo a la zona inferior de la consola central permite reparar en tres botones: BLIS (sistema de información de puntos ciegos), ACC (control de velocidad constante adaptativo) y DAC & LDW (sistema de control de alerta del conductor).
En la práctica, todo este elenco tecnológico se traduce en una extraña sensación, como si tuvieras que aprender a conducir de nuevo. Los estímulos del exterior, a los que por lógica siempre hay que prestar atención cuando se conduce, pasan en este coche una transformación en forma de avisos luminosos y sonoros que requieren un tiempo de adaptación.
Uno de los puntos fuertes del Volvo S60 es el mimo con el que trata a todo aquel que tenga la suerte de viajar en él. Si has leído los apartados anteriores, aunque sea en diagonal, ya lo habrás intuido. Un conjunto motor-cambio potente pero suave metido en un bastidor más cómodo que deportivo conforman un automóvil en el que los viajes se convierten en un auténtico placer, entendido éste como ausencia de sensaciones de estrés.
Ni ruidos, ni brusquedades por un lado, con ajustes perfectos y materiales de calidad por el otro. Con semejante panorama resulta difícil encontrar un punto en su interior que sea merecedor de crítica, incluso analizándolo como un coche de lujo, que en el fondo es lo que es.
Si nos vamos al lado deportivo del que la marca hace bandera ahora, el asunto cambia un poco. Los amplísimos butacones delanteros, otra de las herencias de la larga tradición de la firma sueca, adolecen de una cierta falta de sujeción lateral que, en el caso del conductor, le obliga a sujetarse fuerte al enorme volante.
El hecho de que la postura de conducción sea casi perfecta y te permita sentirte cómodo con rapidez me hace pensar que, al final, en el departamento correspondiente han ganado los que apostaban por la continuidad y por limitar la deportividad más al diseño de los asientos -muy atractivos, por cierto- que a la efectividad real.
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Pedir 45.001 € por 300 CV de máximo confort y suavidad no parecen, en principio, ninguna barbaridad. Antes al contrario, si buscamos entre las marcas alemanas premium, sus modelos más o menos equivalentes se colocan entre los 50.030 € del Audi A4 3.2 FSI quattro tiptronic (un atmosférico con 265 CV) y los desorbitados 55.853 € del apasionante BMW 335iX si le sumamos el cambio automático a los 306 CV de su rabioso 6 cilindros en línea. El Mercedes-Benz Clase C 350 4Matic se posiciona por precio entre ambos, igual que los 272 CV de su motor V6.
La excelente factura del Volvo no desmerece en absoluto la de estos modelos de referencia, a los que no tiene nada que envidiar en lo que se refiere a presentación interior y supera claramente en la relación precio/equipamiento.
Ahora bien, aunque enfoque dinámico del Volvo S60 está un grado por encima de lo que marcaba hasta ahora la tradición de la marca sueca, una vez metido en la carretera parece que no han querido decepcionar a sus incondicionales, que encontrarán un punto de sal y pimienta en un producto eminentemente rutero y confortable. Es decir, un auténtico Volvo.
Lo intentamos. Creímos lo que nos dijo Volvo acerca de la nueva forma de comportarse del S60, una berlina con forma de coupé y hechuras de deportivo, y por eso nos atrevimos a ponerlo a prueba en el trazado de la escuela de conducción de Parc Motor, en el Circuito de Castellolí.
Fuimos una tarde, después de comer, relajadísimos, como correspondía a la posición Comfort de la suspensión.
Luego, una vez dentro, las primeras vueltas de contacto dejaron entrever que el comportamiento es imperturbable, que por muchas perrerías que intentes hacerle, su forma de afrontar las curvas es aposentada y tranquilizante. Pero deportivo, en un sentido estricto, no puede afirmar que este sedán lo sea, por mucho que la luz verde de la tecla Sport se empeñe en decir lo contrario.
De vuelta a casa, elegimos una carretera revirada, menos exigente que los pianos, y respiramos tranquilos. El Volvo S60 permite seguir un ritmo ligero sin mayores problemas pero, para los que quieran divertirse de verdad sin perder el resto de virtudes de este coche, es recomendable que le pidan al comercial de turno el catálogo R-Design.