Roger Escriche – Muy pocos son los que se atreverían a decir que no se han sorprendido con la primera temporada de Miguel Molina (22) en el DTM. Las cifras las conocemos: 10º en la clasificación final, 15 puntos, un cuarto puesto como mejor resultado, el mejor de los tres rookies sin discusión, el tercer mejor coche con especificaciones 2008 y el sexto clasificado entre los Audi. En definitiva, buenos números para un piloto con experiencia en el campeonato, pero definitivamente excelentes para un novato.
Nos encontramos con Miguel Molina en pleno proceso de preparación invernal, un periodo que por lo visto se le está haciendo eterno: «Llevamos seis meses sin tocar el coche, desde noviembre«, nos comenta para empezar. Todavía falta un mes y medio para que el semáforo se apague, un buen momento para la reflexión.
Si hay que empezar por el principio, lo primero de todo tiene que ser felicitarte por tu temporada en el DTM. ¿También tú consideras que mereces esta felicitación?
Creo que hemos hecho una buena temporada. Hemos trabajado mucho, y nos ha costado muchísimo. El DTM no es un campeonato nada fácil. Todos los pilotos son profesionales. No pasa como en la Fórmula 1, donde alguien puede llegar y pagar para tener un coche. Aquí son las marcas las que deciden qué pilotos corren para ellas, porque se están jugando mucho dinero y quieren tener a los mejores. El nivel está muy claro, hay varios probadores de Fórmula 1, y el ganador de este año está en Force India. Todo esto demuestra que el campeonato es muy duro y la experiencia es importantísima. Esto es lo que nos ha costado más este año.
¿Cuál fue tu primera impresión del DTM cuando llegaste?
Vi un campeonato que en Alemania es muy importante, que arrastra a mucha gente, que llena circuitos y que puede llegar a ser algo inimaginable. En pocos campeonatos hay aficionados a las 9 de la noche esperando a los pilotos en el hotel para conseguir un autógrafo. Esto fue lo que más me impactó, nunca me había pasado. Después te subes al coche y ves a tu lado un piloto que lleva diez años en el DTM y lo ha ganado tres veces, y te impresiona.
La jerarquía pesa…
Sí, porque se lo han ganado, y todos los pilotos que están son muy buenos. Eres el nuevo, te subes al coche, miras a tu alrededor, y al principio cuesta. Pero poco a poco te vas quitando esta pequeña presión, y al final estás allí y eres uno más.
Visto desde fuera, parece que la presión te la quitaste de encima en la primera carrera en Hockenheim.
Eso dicen. No nos esperábamos esa primera carrera. Salía desde una posición en la que era muy complicado llegar a los puntos [12º]. Era la primera vez que hacía una carrera tan larga, con unas condiciones dentro del coche en las que nunca había estado. Este ha sido uno de los hándicaps que he tenido este año, la situación dentro del coche. Hace muchísimo calor. Era todo nuevo pero tuvimos un ritmo de carrera muy bueno.
Y en esas condiciones, cuando todavía tenías que aprender tantas cosas, te atreves a conseguir tu primer punto.
Hicimos los pit stop, la estrategia, y al final todo fue perfecto. Se lo quiero agradecer a mi ingeniero [Markus Michelberger], que no solo desde la primera carrera, sino desde la primera vez que me subí al coche hasta la última carrera en Shangai ha estado pendiente de mí, me ha estado ayudando, y hemos tenido muy buen feeling. Esto ha sido claramente un punto a favor, porque él tiene experiencia en este campeonato, me la ha transmitido desde fuera, y me ha preparado para estar bien. También me han ayudado mis compañeros de equipo, porque la filosofía de Audi no es competir entre nosotros, sino hacer crecer la marca y ser una gran familia.
Otro hándicap bastante importante es que venías de los frágiles monoplazas para ir a un campeonato donde la gente se toca bastante en pista…
Esto también me costó. En los monoplazas tenía que evitar cualquier contacto, y aquí no es que los busques, pero están.
Son parte del juego.
Y del espectáculo. Te tienes que acostumbrar, e intentar hacerlo de la mejor manera posible para que no se rompa el coche. Los DTM son coches con mucha aerodinámica y muchos deflectores que pierdes al mínimo contacto. Si los pierdes, cambian las prestaciones del coche. Hay contacto sobre todo entre pilotos de las dos marcas. Hay nueve pilotos Mercedes-Benz y nueve pilotos de Audi, y está claro que unos luchan contra los otros.
Esto explica la sorprendente maniobra con Gary Paffett en Valencia. ¡Era tu segunda carrera!
Creo que lo de Gary Paffett fue secundario respecto a otras cosas que han pasado a lo largo del año. Le hice un adelantamiento con contacto y después él me lo devolvió en la última vuelta de una forma un poco diferente. Es parte del juego, y esto me ayudó el resto del año a saber cómo funcionaban las cosas. A parte de que la maniobra fue contra un piloto como Paffett, que había ganado el campeonato en 2005 y que es de los pilotos punteros de Mercedes-Benz. Luchar contra gente de esta altura te hace ganar mucha experiencia en un momento.
A parte del contacto en pista, ¿qué es lo que más te sorprendió del coche?
A simple vista parece un coche de calle tuneado, pero todas las piezas por pequeñas que sean son efectivas de alguna manera. En realidad es como un monoplaza tapado, con trapecios en las ruedas. La conducción es la misma, porque la filosofía y la estructura del coche son muy parecidas a las de un monoplaza. Es cierto que el motor está delante, pero el cambio está detrás y compensa los pesos. También tiene frenos de carbono. Básicamente es lo mismo.