Madrid.- La primera vez que la letra R y la S se unieron al portón trasero de un coche de Ingolstadt fue en 1994, con el Audi RS 2, una máquina que contaba con todos los alicientes para ser degustado por los automovilistas más entusiastas: motor 2.2 con turbo gordo y 315 CV, tracción total quattro con diferencial central Torsen y bastidor convenientemente puesto a punto.
De hecho, el sospechoso diseño de las llantas mostraba sin recato unas pinzas de freno pintadas en rojo y que tenían unas letras grabadas que explicaban muchas cosas: Porsche. Con eso bastaba para mirar para otro lado y disculpar que semejante arsenal fuera montado sobre la carrocería Avant del último Audi 80.
Hoy, los puristas son una especie en vías de extinción que no tiene más remedio que ir dejando paso a la modernidad de las nuevas creaciones. El Audi RS 3 Sportback sería un claro ejemplo de ello.
A pesar de las coincidencias con su antecesor, no se puede decir que se trate de un heredero del original. En primer lugar porque en esta ocasión es quattro GmbH, filial directa de Audi, la que se ha hecho cargo del desarrollo de este aparato. Además, deriva del Audi A3 Sportback, variante de 5 puertas del compacto más premium del Grupo Volkswagen. No es, pues, un familiar, aunque la prolongación del techo y el amplio tercer cristal trasero invitan a la confusión.
Lo que, sin embargo, no confunde en absoluto es el propulsor que han decidido que debe montarse en este coche. Se trata del nuevo cinco cilindros en línea que estrenó el Audi TT RS, el 2.5 TFSI, y que fue premiado como el mejor motor entre 2,0 y 2,5 litros en los International Engine of the Year Awards. Con inyección directa, distribución variable y, naturalmente, un turbocompresor que sopla hasta 1,2 bares, es capaz de entregar nada menos que 340 CV y 450 Nm de par a las cuatro ruedas.
Esto sirve para lanzar los 1.575 kg del Audi RS 3 Sportback de 0 a 100 km/h en 4,6 segundos, con una velocidad máxima limitada a 250 km/h. La contrapartida, un consumo de gasolina de 9,1 l/100 km y emisiones de CO2 de 212 g/km.
La transmisión de la potencia a las ruedas se ha confiado a una caja de cambios S tronic de 7 velocidades, con doble embrague y una gran rapidez de accionamiento. De ahí pasa al sistema de tracción quattro, que como en sus hermanos con motor transversal se confía a un diferencial central Haldex gobernado por un embrague multidisco en baño de aceite de control electrónico.
|
|
|
|
Las suspensiones, por su parte, mantienen el mismo esquema ya conocido, con McPherson montado sobre un subchasis de aluminio delante y cuatro brazos anclados a un subchasis de acero de alta resistencia en el eje trasero. La vía delantera se ha ampliado hasta los 1.564 mm (30 mm más que el Audi A3 convencional), mientras que la trasera es, con 1.528 mm, 22 mm más ancha.
|
|
|
Para dar cabida a la ampliación de los ejes y al equipo de ruedas, las aletas han sido sensiblemente ensanchadas. Las ruedas, además, cuentan con una configuración nada usual, ya que los neumáticos delanteros son de medidas 235/35 delante, mientras que detrás son más estrechos, 225/35, siempre sobre llantas de 19″. Tras las ruedas pueden verse los discos de freno autoventilados, de 370 mm de diámetro en el eje anterior y 310 mm para el posterior.
El sistema de control de estabilidad está también especialmente puesto a punto para el Audi RS 3 Sportback, cuenta con un programa Sport y puede desconectarse por completo.
|
|
|
|
||
|
|
|