La primera vez que Audi utilizó las siglas RS en un coche de calle a más de uno le chocó la extraña combinación elegida: carrocería Avant, motor 2.2 de 5 cilindros en línea al que Porsche le montó un turbo gordo y algo más para que entregara 315 CV y, ya puestos, puso a punto el bastidor del aburguesado familiar. Tan orgullosos estaban del resultado, que incluso firmaron las pinzas de freno de aquel sorprendente Audi RS2.
Probablemente, la tercera generación del Audi RS4, heredero natural de aquel homenaje de despedida de los Audi 80/90, no trascienda de igual modo en la historia de la firma de los cuatro aros.
Ello, sin embargo, no le impide mostrarse como una máquina a la que resulta difícil encontrarle más rival que el Mercedes-Benz C 63 AMG.
Igual que ocurre con su paisano, el RS4 Avant monta un motor V8 atmosférico hecho a mano. En este caso, sin embargo, en lugar de una cilindrada prácticamente de camión, se ha optado por los 4,2 litros del bloque FSI de inyección directa de gasolina utilizado en el Audi RS5, que eroga 450 CV a 8.250 rpm y 430 Nm.
Audi lo combina obligatoriamente con la caja de cambios S tronic de 7 marchas, con doble embrague bañado en aceite, que envía la fuerza del propulsor a un sistema de tracción total permanente quattro en el que el diferencial central de corona se encarga de repartir el par entre el eje delantero y el trasero, que del 40:60 de origen puede variar de un 70:30 a un 15:85. Dicho diferencial trabaja conjuntamente con el sistema que la firma denomina “torque vectoring”, que frena selectivamente cualquiera de las ruedas que esté a punto de perder tracción. A esto se añade el diferencial trasero deportivo, una opción ya habitual entre los Audi grandes.
También es frecuente el uso masivo del aluminio, que en el caso del nuevo RS4 Avant se extiende a muchos de los componentes de la suspensión delantera de 5 brazos y de la posterior con brazos trapezoidales autoajustables. Una altura rebajada en 20 mm respecto al Audi A4 Avant, así como los neumáticos 265/35 R 19 (opcionalmente, ofrecen unos 265/30 R 20) juegan la baza dinámica y estética a partes iguales. Lo mismo puede decirse de los discos de freno perforados de acero, de 365 mm de diámetro los delanteros, enfrentados a pinzas de freno de 8 pistones. Como opción, se pueden montar delante en su lugar unos discos cerámicos de 380 mm, a los que acompañan unas pinzas de 6 pistones pintadas en gris antracita.