La fórmula utilizada para desarrollar el nuevo BMW M4 Cabrio no tiene ningún secreto: se coge la carrocería descapotable de la gama del segmento D de BMW, se la dota con el motor del BMW M3 y el BMW M4 Coupé, y se realizan las transformaciones necesarias en la plataforma y el bastidor para convertirlo, una vez más, en una de las referencias del mercado en lo que a deportividad se refiere. Más o menos.
Así pues, el propulsor es el ya conocido 6 cilindros en línea con tecnología M Twin Power Turbo (el sucesor del V8 del anterior M3, último atmosférico que se espera de BMW M). De sus 3.000 cc de cilindrada se extraen 431 CV de potencia entre 5.500 y 7.300 rpm (el régimen de corte se ha establecido en 7.600 rpm; lejos de los 8.400 del añorado V8), y 550 Nm de par motor entre 1.850 y 5.500 rpm, que llegan a las ruedas traseras a través de una caja de cambios manual de 6 velocidades, o con la opcional automática M DKG de doble embrague y 7 relaciones.
Con el BMW M4 Cabrio logra una aceleración de 0 a 100 km/h en 4,6 y 4,4 segundos respectivamente (la velocidad máxima se ha limitado, como es habitual, a 250 km/h. Las cifras de consumo medio homologadas son 9,1 l/100 km en el manual y 8,7 l/100 km con el M DKG, lo que equivale unas emisiones de 213 y 203 g/km de CO2.
Es lícito preguntarse cómo ha conseguido BMW mejorar sustancialmente las prestaciones respecto al antiguo BMW M3 Cabrio (0,7 segundos en aceleración pura son muchos a estos niveles) con apenas 11 CV más. Y hacerlo además rebajando en más de 3 litros a los 100 km el gasto de combustible.
Una vez más, la receta es fácil de intuir: además de haber aplicado la filosofía downsizing en el desarrollo del motor, BMW M GmbH ha conseguido rebajar el peso del conjunto en unos 60 kg, con lo que se queda en 1.750 kg. Al uso extensivo del aluminio en aletas, capó y diversos componentes del chasis, BMW le ha cogido gusto a los plásticos reforzados con fibra de carbono (CFRP), material con el que fabrica el eje de transmisión o la barra superior de refuerzo de la suspensión delantera.
Para asegurar la actitud deportiva que se le supone a este coche, se ha montado un diferencial activo M en el eje posterior, autoblocante capaz de repartir el par a una y otra rueda entre un 0 y un 100%. Además, parece que por fin se han decidido a equipar a los BMW M con un equipo de frenos a la altura de sus prestaciones, y el BMW M4 Cabrio cuenta con unos discos de serie de material compuesto. Como alternativa, estarán disponibles como opción unos frenos carbocerámicos, más ligeros, que se verán de lejos gracias a las pinzas de color dorado que los acompañarán.