Prueba BMW X1 xDrive18d: entre mil aguas

Prueba realizada por Gabriel Esono

El BMW X1 resultado de la lógica del mercado europeo, ávido de carrocerías con aspecto de todoterreno no sólo entre los segmentos más señoriales, sino también, cada vez más, entre los más accesibles para el gran público.

No ha sido, sin embargo, tan rápida la firma de Múnich con el pequeño X1 como lo fue con el BMW X3 y el X5, que ya van por la segunda generación. En el caso del más modesto de los SAV bávaros (aunque el resto del universo llama a este tipo de coches SUV), se han tomado su tiempo para valorar si merecía la pena desarrollar un coche de poco más de cuatro metros y carrocería elevada, pero después de ver el éxito de modelos como el Volkswagen Tiguan o el Ford Kuga, han vuelto a ser los más decididos entre las marcas premium, sacándole más de un año de ventaja (y de ventas) a su rival natural en Audi, el Q3 fabricado por SEAT en Martorell. A Mercedes-Benz siempre se le espera, pero no parecen tener ninguna prisa de momento.

A pesar de incluir un 1 en la denominación de este BMW, conviene evitar las comparaciones directas con el BMW Serie 1, porque en realidad este coche parte de la plataforma del Serie 3, lo cual permite ir haciéndose una idea de su comportamiento. ¿O puede que su mayor altura nos dé alguna sorpresa? Luego lo comentamos.

En cualquier caso, de lo que no cabe duda es de que las proporciones del BMW X1 le dan una prestancia mayor que la del modelo de acceso a la marca alemana, de forma que resulta fácil deducir que el público es bastante diferente a la del Serie 1.

El bloque turbodiésel de cuatro cilindros de BMW es uno de los más versátiles y satisfactorios del mercado. Es una de las conclusiones a las que hemos llegado después de haberlo hecho sufrir en el BMW 123d Coupé, en el 320d Touring, en el 120d de 3 puertas o, más recientemente, en el sorprendente 320d EfficientDynamics Edition.

Cuanto más lo conducimos, más nos sorprende su excelente relación entre prestaciones y consumos. Teníamos mucha curiosidad, sin embargo, por saber qué podía pasar con las variantes más modestas de este motor, las cuales tienen realmente más posibilidades de salir por la puerta de los concesionarios.

No querría parecer demasiado exigente por decir que los 143 CV de potencia y 320 Nm de par del BMW X1 xDrive18d son modestos. Al fin y al cabo, a pesar de los 1.650 kg de peso declarados para la versión de las fotos, en los que se incluyen la tracción total y el cambio automático Steptronic opcional de 6 velocidades, este propulsor es capaz de acelerar el conjunto de 0 a 100 km/h en 10,3 segundos, y llevarlo hasta una velocidad máxima de 195 km/h. No es que sea como para celebrarlo con fuegos artificiales, pero se trata de valores más que dignos si tenemos en cuenta que se trata de una versión de acceso.

Al volante, la sensación es la de estar conduciendo un tranquilo familiar francés, de esos que intuyes que, si se lo pides adecuadamente, puede ofrecerte unas prestaciones razonables. Es decir, que conseguir buenas aceleraciones y recuperaciones requiere una búsqueda constante del recorrido final del acelerador.

Esto, gracias al excelente cambio automático, resulta una tarea bastante sencilla. Aquí la abundancia de par juega claramente a su favor, pero es que además es una transmisión que reacciona con rapidez y suavidad.

Aún mejor que el funcionamiento del cambio es el consumo medio obtenido durante la prueba. Los 7,8 l/100 km que nos dio no están demasiado lejos de los 6,4 l/100 km declarados por la marca y, aunque siempre insisto en que nuestras mediciones no son en absoluto científicas, después de haber recorrido más de 1.100 km con él creo que esta cifra da una buena muestra del buen rendimiento termodinámico de este motor, incluso en esta variante menos alegre.

Quien haya podido comparar la actitud sobre el asfalto de un BMW X3 de primera generación con una berlina, puede que haya tenido una impresión parecida a la que ahora transmite el X1. En general va bien, e incluso bastante mejor que la mayoría de SUV de su tamaño, pero no aporta ese plus de emoción que uno recuerda de otros modelos de la marca.

Una vez más, parece un exceso pedir que un coche como éste se comporte casi como si fuera un deportivo, pero si es lo que vende la marca, es legítimo pedir algo más de chispa.

Como decía, el comportamiento es más que correcto, con un eje delantero diligente, que copia sin titubeos las órdenes dictadas al volante, mientras que su eje posterior es completamente gregario y enemigo de las sorpresas, para bien y para mal.

La realidad es que, como la física es la que es, por mucho que cuente con un bastidor como el del BMW Serie 3, si le pones encima una carrocería que eleva en más de 12 cm su altura respecto a la berlina, es todo un mérito haber conseguido contener las inercias como lo han hecho.

El X1 es, pues, un BMW atípico, al menos en esta versión xDrive18d, poco apasionante pero a la que tampoco se le puede reprochar nada, porque la sensación de seguridad que ofrece en toda circunstancia es impecable.

Y, además, su elaborado sistema de tracción total y su mayor altura respecto al suelo (le permiten algún escarceo fuera del asfalto.

La plataforma del BMW Serie 3 vuelve a ser protagonista en esta sección, aunque parece que los chicos de Múnich han querido dejar claro que el X1 corresponde a un segmento superior.

Excepto la de espacio libre respecto al techo, todas las cotas interiores del BMW X1 ceden unos cuantos centímetros respecto a la gama media, que no puede considerarse un referente en habitabilidad.

En cualquier caso, para tratarse de un coche del segmento de los todocaminos compactos, cumple bastante bien y ofrece un cierto desahogo en todas sus plazas, incluso en las traseras, a pesar de que el inevitable túnel de transmisión sigue siendo muy abultado.

El maletero, con un volumen entre 420 y 1.350 litros, también se deja algo de capacidad en la conversión a SUV.

Si la habitabilidad es suficiente pero no excelsa, donde sí se ha dado un salto significativo es en la calidad de los materiales, más cercana a la que se percibe en el Serie 3 que la que se padece en el pequeño de los BMW, en cuyo sustituto parece que se ha corregido aquella abundancia de plásticos duros que desmerecía un punto el conjunto.

En el BMW X1 esto no ocurre, porque la presentación es de coche “grande” y, coherente con el talante familiar que ha mostrado en el resto de apartados, cualquiera de sus ocupantes se puede sentir bien tratado en él. Aunque, como no podía ser de otra manera, el protagonismo absoluto sigue siendo para la plaza del conductor, perfecta.

El BMW X1 xDrive18d se ha revelado como un coche sorprendentemente pragmático, a pesar de que este adjetivo encierra una cierta contradicción.

Está cerca de las prestaciones y sensaciones que uno espera de cualquier modelo de la Bayerische Motoren Werke, aunque reconozco que me quedé con las ganas de que me diera algo más.

Por otra parte, bajo su apariencia de todoterreno sin ambiciones esconde la comodidad y versatilidad de un coche familiar en toda regla, aunque en la marca se han encargado de hacerlo lo suficientemente pequeño como para que no le pise el mercado a sus hermanos mayores, el Serie 3 Touring y la crecidita segunda generación del BMW X3.

En definitiva, es como si en BMW hubieran hecho un gran esfuerzo de contención para colocar al BMW X1 como un coche que es más que un Serie 1 pero no llega a Serie 3, se comporta mejor que el resto de SUV pero no tan bien como el resto de sus hermanos, en el que cabe bien tu familia siempre que no sea numerosa, que podría ser divertido pero han preferido hacerlo formal.

Por ese motivo, no es de extrañar que los 32.750 € que cuesta el BMW X1 xDrive18d con el cambio manual (36.555,25 € con el cambio Steptronic que hemos probado) se coloquen apenas 1.400 € por debajo del Serie 3 Touring con el mismo motor y, lo que es más sorprendente, apenas 200 € más que el Volkswagen Tiguan Sport 2.0 TDI 140 CV.