Mucho ha llovido desde que en 2005 viera la luz la versión definitiva del Bugatti Veyron EB 16.4. Aquel proyecto, a medio camino entre la ambición desmedida y los delirios de grandeza de Ferdinand Piech, nieto de un tal Ferry Porsche, pretendía demostrar la capacidad tecnológica del Grupo Volkswagen, propietaria de la marca alsaciana.
El objetivo por aquel entonces era claro: crear un coche de más de 1.000 CV y que permitiera una conducción placentera en el día a día. Muchos meses y algún que otro ingeniero después de lo previsto, se lanzaba el que para algunos es el mejor coche del mundo.
Ahora, los técnicos de Bugatti quizá consideren modesta esa cifra potencia, ya que han conseguido extraer 1.200 CV y 1.500 Nm del mismo bloque de 16 cilindros en W, 8 litros de desplazamiento, pero con 4 turbos e intercoolers más grandes, suficientes para que en 2010 el Bugatti Veyron Super Sport lograra el récord del mundo de velocidad, establecido actualmente en 431 km/h.
El Vitesse hereda pues el poderío del coupé, así como las correspondientes modificaciones en el bastidor para hacer frente al incremento de potencia, pero le añade el encanto de la configuración roadster de su carrocería biplaza abierta.