Se trata del Veyron 16.4 Super Sport, el automóvil de producción más potente y, desde ayer 4 de julio, también el más rápido del mundo. Para lograrlo, el piloto oficial de Bugatti Pierre Henri Raphanel se puso al volante del coche en el circuito de pruebas que el Grupo Volkswagen posee en Ehra-Lessien, cerca de Wolfsburg y dio una pasada en cada sentido: en la primera, pasó a 427,933 km/h; la segunda, a 434,211 km/h.
La media se toma como resultado definitivo, de modo que ahora el que quiera superarlo tendrá que ir más rápido que los 431 km/h logrados por el Super Sport.
La prueba se realizó en presencia de técnicos del TÜV (el equivalente alemán a nuestra ITV), que se encargaron de certificar las mediciones, así como un representante del Libro Guiness de los Récords.A simple vista, el Bugatti Veyron 16.4 Super Sport se distingue por la combinación del color naranja y el negro en su carrocería de fibra de carbono y ligeros cambios para mejorar la aerodinámica, pero lo importante va por dentro, con una evolución de su poderoso motor que ve incrementada su potencia hasta los 1.200 CV, con un par máximo de 1.500 Nm.
Para ello se han sustituido los turbos originales por otros de mayor tamaño, refrigerados por radiadores también más grandes. La caja de cambios, secuencial de doble embrague, se mantiene intacta, pero el bastidor ha recibido una profunda puesta a punto, con muelles rebajados, barras estabilizadoras más rígidas y unos amortiguadores desarrollados para la competición.
Oficialmente, la velocidad máxima de los modelos de calle se ha limitado a 415 km/h con el fin de proteger los neumáticos, pero las versiones que se comercialicen de este modelo serán técnicamente idénticas a la unidad que ha batido el récord del mundo de velocidad.