Prueba Citroën C4 Sedán HDi 110 Exclusive: discreta distinción

Prueba realizada por Gaby Esono

Los compañeros de la redacción a menudo se burlan de mí cuando empiezo la introducción de una prueba. Lo hacen porque acostumbro a hacer alguna referencia histórica sobre los antecedentes del coche en cuestión. En el caso del Seat León, me viene a la cabeza el Ronda; para el Ford Fiesta, recuerdo la crisis del petróleo; y para el Opel Corsa, me sigue resultado chocante que las versiones TR de dos puertas tuvieran tanto éxito en su día.

En el caso de este Citroën, la historia es si cabe más curiosa de lo normal, porque hasta ahora la marca francesa no consideraba que una berlina del segmento de los compactos tuviera la suficiente aceptación en Europa. Peugeot, su marca hermana, sólo se atrevió a hacerlo una vez, con el 306 Sedán.

La también francesa Renault, en cambio, sí que acostumbra a diseñar desde un principio este tipo de carrocería, lo cual se agradece en el resultado final, bastante más fluido. Los que también suelen incorporar la berlina de 4 puertas en este segmento son los fabricantes alemanes: Opel con todas las generaciones del Astra, Volkswagen con los derivados del Golf, se llamen Jetta, Vento o Bora, y Ford, que aunque es americana fabrica a este lado del Atlántico el Focus.

Si la historia de Citroën resulta peculiar es porque hace años que produce versiones «con culo» de su gama media-baja. Primero con el ZX y después con el Xsara. Pero los produce para el mercado chino, que se pirra por esta configuración igual que nosotros lo hacíamos hace no tanto tiempo.

El C4 Sedán es, pues, el resultado de traer aquí un producto pensado para un mercado emergente, con las ventajas e inconvenientes que esto representa y que a continuación relataremos.

Este motor 1.6 HDi de 110 CV está resultado ser uno de los más prolíficos del Grupo PSA. Debutó en el Peugeot 206 XSi con la vitola de mecánica deportiva y lo cierto es que en ese coche resultaba más satisfactorio que el 2.0 de 90 CV al que sustituyó.

Ocurre, sin embargo, que una cosa es colocarlo en un pequeño polivalente, y otra muy distinta es este C4 Sedán, donde deja ver bien a las claras que en este coche lo que se busca es un rodar pausado.

El peso supone un hándicap importante en este caso, aunque eso no significa que sea un vehículo motor especialmente lento ni perezoso. Las prestaciones que ofrece son correctas y permiten mantener un buen ritmo de marcha.

El cambio tiene sólo 5 relaciones, pero es que tampoco necesita más para lo que se espera del Sedán. De todas formas, sería de

agradecer un tacto más agradable, porque el de nuestra unidad de pruebas tenía un tacto esponjoso que no invitaba a manejarlo.

Donde sí destaca claramente este propulsor es en los consumos. Ya nos llamó la atención este apartado en el Citroën Berlingo, y en el C4 cuenta con la ventaja de una menor superficie frontal además del tercer volumen, que hace que su carrocería sea aerodinámicamente más eficiente. Al final, 6 l/100 km en el ordenador de abordo durante nuestro recorrido de pruebas habitual son todo un privilegio en épocas de crisis como la que vivimos.

Las leyes de la física dicen que una distancia entre ejes larga ayuda a mejorar el aplomo en carretera, a cambio de sacrificar el dinamismo. Tal cual ocurre en el C4 Sedán, que parte de una plataforma alargada en nada menos que 10 cm respecto a la del coupé y la berlina de 5 puertas, que mide 2608 mm.

Es, pues, un coche en el que todo ocurre con calma y no te va a exigir nada que él mismo no sea capaz de dar. No te incita a ir rápido y, por lo tanto, no debes pedírselo. A cambio, te regalará una placidez y una comodidad en los viajes difícil de superar, algo a lo que ayudan de manera importante sus suaves suspensiones que conjugan el confort con un nivel de seguridad activa adecuado a las prestaciones de su propulsor.

Otro tanto puede decirse de su equipo de frenos, suficientemente dimensionado, y de los artilugios como el control de estabilidad, bien puestos a punto para un coche de talante familiar como éste.

La suavidad de la dirección, sin embargo, se nos antoja un tanto excesiva, incluso para este coche, aunque nos consta que hay conductores que saben apreciar semejante aislamiento de lo que ocurre en la calzada.

Los ocupantes de los asientos traseros serán los reyes en este coche. Los diez centímetros de chasis extra se dejan notar en la habitabilidad trasera, sobre todo en la cota longitudinal, que es literalmente de coche de segmento medio-alto. La postura de conducción, sin embargo, mantiene las características ya conocidas en este modelo y que requieren un periodo de adaptación.

Una vez pasado ese proceso, el manejo del coche es tan placentero como su rodar sobre el asfalto. Cabe decir, sin embargo, que la versión Exclusive puede equipar unos asientos de cuero tan aparentes como resbaladizos. De nuevo, esto sólo se nota si quieres emular a Sebastien Loeb. Y si es así, es más recomendable que te pases al motor 1.6 THP de 150 CV, disponible en las otras carrocerías.

Por otra parte, el tercer volumen aporta un extra muy destacado en cuanto a capacidad de maletero, ya que sus casi 4,8 metros de longitud te permiten meter 513 litros de bultos en ese pedazo de cueva.

Citroën ha sabido rellenar dignamente con este C4 tres volúmenes un nicho que sigue teniendo una cierta demanda en el mercado. A falta de la tradicional carrocería break, suplantada de momento por el C4 Picasso, el Sedán aporta un plus de distinción del que no pueden presumir las versiones con portón.

Su precio es muy competitivo, porque por poco más de 18.420 euros la versión Exclusive, la más equipada, ofrece una capacidad y unos accesorios de categoría superior, aunque sin llegar al nivel de distinción del elegante y enorme Citroën C5. Al final, como siempre, se trata de decidir las prioridades.