Prueba realizada por Roger Escriche
Como todo en la vida y también como en todos los modelos del mercado siempre hay un tope de gama, y resulta que el del Citroën C5 no es una propuesta tan corriente como cabría pensar. Es el resultado de la decisión de la firma francesa de envolver en un aspecto de coupé su berlina media, mientras que en otras marcas se ofrecen varias versiones de carrocería con diferentes ofertas de propulsores.
Como es lógico, su hermano francés el Peugeot 407también cuenta con este V6 HDi de 240 CV como tope de gama, aunque sólo se encuentra disponible en la configuración coupé, mientras que para las variantes familiar y berlina el mayor diésel disponible es el 2.0 HDi de 163 CV. En Renault pasa algo parecido. El Laguna berlina cuenta con un dCi de 180 CV, mientras que la variante coupé puede montar un V6 dCi de 235 CV y le queda todavía por encima otro V6 de gasolina con 240 CV.
Para el Opel Insignia no hay coupés ni berlinas que valgan, sino sedán y cinco puertas. Los motores diésel del modelo alemán se quedan en los 160 CV del CDTI de 2.0 litros, mientras que la variante más potente de gasolina es V6 Turbo 4×4 de 220 CV, sin contar el salvaje Insignia OPC. El renovado Duratorq TDCi 2.2, cuya variante de 185 CV probamos en el anterior S-Max, llega ahora hasta los 200 CVen el nuevo Ford Mondeo, que en propulsores de gasolina cuenta con los 240 CV del nuevo 2.0 Ecoboost como tope de gama.
La pléyade de berlinas alemanas que se encuentran en el mismo segmento que el C5, léase Volkswagen Passat, Audi A4, Mercedes-Benz Clase C y BMW Serie 3, sí ofrecen todas ellas motores diésel de estos niveles de potencia, aunque no pueden competir con el C5 en cuanto a precio ni en sueños.
Para equipar a la versión más poderosa de su C5, Citroën ha optado por un motor diésel V6 de 3,0 litros con turbo de geometría variable e inyección directa que entrega 241 CV a 3.800 rpm y 450 Nm de par máximo a 1.600 rpm.
Estos regímenes de giro ya indican que, más que pretender convertir el C5 en una especie de vehículo deportivo, el propulsor nos permitirá rodar de forma absolutamente desahogada y con abundantes reservas de potencia en todo tipo de carreteras y a casi cualquier velocidad, para salir disparados cuando eventualmente necesitemos hacerlo. Esto último lo confirman los datos oficiales de prestaciones, con una aceleración de 0 a 100 km/h en 7,9 segundos y 243 km/h de velocidad máxima.
De todas formas, no hay que esperar sensaciones deportivas de este C5 incluso acelerando en línea recta. Cuando se pisa a fondo el pedal, el coche se mueve con firmeza pero sin comprometer en exceso la sensación de sosiego y comodidad que se ha convertido en una de las características más definitivas de la nueva generación del C5.
La transmisión automática de seis velocidades, la única disponible en combinación con este propulsor, encaja perfectamente con las características del motor, que a pesar de tener una potencia elevada no se estresa bajo ninguna circunstancia. Las inserciones son muy suaves, y su principal virtud es que nos permite olvidarnos de que existe: en condiciones normales de circulación intentará gastar lo mínimo, y si puntualmente necesitamos potencia, la buscará dónde se encuentre y nos la dará.
Según Citroën, esta combinación de motor y transmisión sitúa los consumos medios del C5 en los 7,4 l/100 km, un dato que anuncia que el gasto de combustible sobrepasará los 10 l/100 km con una cierta facilidad si nos dedicamos a explorar hasta las últimas consecuencias las prestaciones del propulsor.
Las generosas dimensiones del volante que nos encontramos al sentarnos en el puesto de conducción son un auténtico avance de lo que el C5 V6 HDi nos va a entregar en carretera: un confort sin compromiso.
Lógicamente, hablar de comportamiento en Citroën es también hablar de suspensiones, un mundo en el que la firma francesa respira aparte desde hace 55 años. El elaborado esquema que monta el C5, heredado del buque insignia de la marca, el C6, consigue por sí mismo un gran aplomo en todo tipo de carreteras, aunque es con el sistema hidroneumático Hidractiva III con el que sin duda podremos sacar todo el partido al potencial del vehículo.
La gestión electrónica del sistema ofrece dos posibilidades de funcionamiento, la normal y la deportiva. Ambas nos ofrecen un tarado que absorbe de forma suave a las irregularidades del terreno. La posición normal está enfocada al confort sin compromisos de ningún tipo, y es perfecta realizar grandes tiradas de kilómetros casi flotando por encima del asfalto y por lo tanto retrasando (si es que llega a aparecer en algún momento) la sensación de fatiga.
Cuando nos da por presionar la tecla Sport el C5 continúa siendo un coche absolutamente cómodo, aunque con un punto de agilidad y un menor balanceo de la carrocería. En estas condiciones es prácticamente imposible que el tren delantero del C5 pierda la trayectoria, y el volante continúa dándonos una sensación de suavidad incluso en los apoyos más firmes, sin tirones de ningún tipo.
Es cierto que unos exagerados neumáticos de 245/45 R18 ayudan siempre a mantener el coche en su trayectoria, pero aunque intentemos con todas nuestras fuerzas poner en apuros al bastidor un ESP no desconectable se encargará de que no nos dejemos llevar por las alegrías de un motor que, aunque sea de talante tranquilo, no deja de tener 240 CV, que no son ninguna broma.
La posibilidad de levantar la carrocería, a la que honestamente cuesta encontrarle la utilidad en el día a día, puede que puntualmente nos salve los bajos del coche. La posición más elevada permite afrontar obstáculos de un tamaño bastante respetable, algo que no está al alcance de ninguna otra berlina de este tipo del mercado.
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Sentarse en los butacones del Citroën C5 nos transmite inmediatamente la sensación de tener entre manos un coche de gran empaque. En este nivel de acabado, además, los asientos delanteros cuentan con reglajes eléctricos con memoria, además de ser calefactables. Imposible no encontrar una posición de conducción confortable.
El enorme volante con los mandos centrales peca de lo mismo que el salpicadero: un exceso de botones, ruedecillas y selectores, aunque la ventaja es que con un poco de práctica podremos controlar la mayoría de funciones del vehículo sin separar las manos del volante, que es lo que interesa.
Los ocupantes traseros también han sido tenidos muy en cuenta. Si en las versiones más básicas del modelo la diferencia de materiales empleados en la parte delantera y la trasera era evidente, en el acabado Exclusive y con el pack de cuero integral todos los pasajeros van a disfrutar del viaje de lo lindo. Tres ocupantes pueden sentarse detrás sin problemas de espacio, aunque los dos asientos laterales son bastante envolventes y el ocupante central quedará un poco expuesto.
Si la suspensión Hidractiva III ya ayuda bastante a aislarse de lo que pasa en el exterior del vehículo, el buen trabajo de aislamiento acústico se encarga de cerrar el círculo. Es cierto que a plena carga el motor se deja notar en el interior, pero en ningún caso resulta molesto.
Por último, los 439 litros iniciales del maletero con rueda de repuesto de galleta no intimidan, pero se sitúan en una posición intermedia respecto a lo que se ofrece en el segmento. Tras la sencilla operación de abatir los asientos traseros, además, el espacio de carga resultante es bastante aprovechable.
Este Citroën C5 V6 HDi es el coche perfecto para el conductor (y los ocupantes) que aprecie por encima de todo el confort de marcha y la sensación de estar conduciendo un coche grande, pero además quiera disponer de una reserva importante de potencia que pueda utilizar cuando le plazca.
Todo, el motor, el cambio, el interior, parece concebido para que nos olvidemos de que existen y simplemente nos concentremos en disfrutar del trayecto.
El precio básico del Citroën C5 V6 HDi 240 FAP es de 35.705 €, un montante realmente competitivo para un coche de este porte y con un motor de más de cuatro cilindros. Como es habitual en la marca francesa, además, por este precio también se ofrece un nivel de equipamiento destacable que incluye siete airbags, sistema de ayuda al estacionamiento, bluetooth, USB y toma de audio o faros bi-xenón autodireccionables.
Fuera del equipamiento que se monta en esta variante del Citroën C5 quiera o no el cliente han quedado elementos como el navegador (751 €) y techo eléctrico (856 €). Para dotar el interior del vehículo de un plus de lujo, también podemos optar por el pack Exclusive cuero integral (6.146 €) o el más asequible pack Exclusive cuero NaviDrive HiFi (3.554 €).