Barcelona se engalanó ayer para volver a recibir al RallyRACC 2014, 50ª edición de la prueba del Mundial de Rallies (WRC) que ha celebrado en la Ciudad Condal su primer tramo cronometrado.
Se trataba de un recorrido de 1,6 kilómetros de longitud, al que los equipos debían dar dos vueltas, diseñado alrededor de las características Fonts de Montjuic, justo enfrente de la montaña barcelonesa.
Fuera porque en Barcelona ya no había costumbre de ver tramos urbanos, fuera porque este campeonato tiene un atractivo que excede el de otras fórmulas (y además la entrada es gratis), lo cierto es que a medida que se acercaba la tarde los alrededores de la Avenida Maria Cristina se iban poblando de aficionados entusiastas, esperando ver de qué eran capaces los pilotos al volante de los pequeños WRC actuales. Antes, una colección de coches de rally míticos se paseó por el trazado para deleite de los asistentes.
Aparte del espectáculo, que se daba por supuesto en este primer tramo -empezando por el showman Ken Block, que en la primera curva ya dio con la chapa contra el muro…- el principal atractivo de esta carrera, penúltima puntuable del campeonato, era dilucidar quien de los cabezas de cartel del equipo Volkswagen, si el francés Sébastien Ogier y o el finlandés Jari-Matti Latvala, será el que finalmente se haga con el título, lo que supondría el segundo entorchado para el piloto galo o el estreno para su compañero nórdico.
Lo que nadie discute, en cualquier caso, es que la marcha de Sébastien Loeb ha coincidido con el dominio incontestable de los Volkswagen Polo R WRC, que esta temporada están manteniendo la supremacía que impusieron la pasada, la del debut.
Las otras tres marcas implicadas, Citroën, Ford y Hyundai luchan por ocupar el segundo puesto en el campeonato de constructores.