Prueba Fiat 500 Sport 1.3 Multijet 16v 75 CV: el pequeño de la casa

Prueba realizada por Gabriel Esono

La presencia del nuevo Fiat 500  ha permitido a la marca italiana  ocupar un hueco en el mercado que, hasta la fecha, prácticamente lo monopolizaba el Mini, fabricado por BMW. Aunque ambos son modelos del segmento A, el de los mini coches, realmente lo que más los empareja es que suponen la reedición en formato «chic» de modelos que, en otra época, permitieron el acceso a un automóvil a millones de personas. Siguen así la moda que inauguró el Volkswagen New Beetle hace ya más de una década.

El Fiat 500 es, en consecuencia, mucho más ambicioso de lo que lo era su antecesor, ya que no se ha buscado diseñar un simple coche para transportar a toda la familia y su equipaje de A hasta B. En lugar de eso, se ha creado un coche con un estilo retro muy personal y se ha combinado con una calidad de acabados que está teniendo una muy buena respuesta en el mercado, dispuesto a pagar el extra de exclusividad y de diseño.

En lo que se refiere a sus valores más «mundanos», su compacto tamaño le convierte en un modelo ideal para el tráfico urbano, donde se las tiene que ver con coches más convencionales, como los trillizos Citroën C1, Peugeot 107 y Toyota Aygo, o los Ford Ka e Hyundai i10. Todo ello, sin olvidar al smart fortwo, cuyo revolucionario concepto nadie se ha atrevido a imitar, o el recentísimo Toyota iQ, que tampoco le anda a la zaga.

Las características que mejor definen a este propulsor es que es tan pequeño, económico y justo de potencia como se espera de un coche de este tamaño. En otras palabras, es una mecánica adaptada al uso para el que se ha diseñado el pequeño Fiat, que se mueve como pez en el agua entre el tráfico urbano.

En esas condiciones, el motor 1.3 diesel de 75 CV se comporta a la perfección. La potencia es la suficiente y se muestra sumamente dócil. A pesar de las condiciones adversas de circulación, su consumo es bastante bajo, superando en contadas ocasiones los 6 litros de media.

Otro cantar es fuera de la ciudad. En autopista a 120 Km/h se nota que el motor del coche está ya cerca del límite y en carretera de montaña, a nada que la cosa se ponga cuesta arriba, el conductor se ve obligado a hacer un mayor uso del cambio de marchas para poder mantener el ritmo.

Los datos oficiales hablan de unas prestaciones correctas, que se corresponden con las sensaciones que transmite cuando se conduce. Alcanza una velocidad punta de 165 km/h y acelera de 0 a 100 km/h en 12,5 segundos. Gracias a sus bajas emisiones contaminantes, de tan sólo 111 g/km de CO2, el vehículo está exento del impuesto de matriculación. El gasto medio durante toda la prueba fue de 5,1 l/100km.

El talante urbano de este coche retro vuelve a mostrarse en su forma de comportarse sobre el asfalto, que es muy noble. En curva su carácter es más bien subvirador, lo cual permite a cualquiera que esté a sus mandos corregir fácilmente un eventual exceso de optimismo.

El tren trasero, por su parte, es de los aposentados, uno de ésos que sólo se mueven si uno se lo propone en serio. Para el que no se lo propone, el ESP opcional por 472€, se encarga de hacer el resto antes de que te puedas dar cuenta.

Las suspensiones están calibradas pensando en la comodidad, por eso su tacto es casi tan blando como el de la dirección. Ésta, con asistencia eléctrica, puede incluso aligerarse hasta el extremo con el botón City, que permite mover el volante con un dedo. Gracias a ello las maniobras de aparcamiento se convierten en un mero trámite.

El resumen de todo lo dicho hasta ahora sobre este coche es que sobre todo transmite tranquilidad. Ese estado de ánimo te invade antes de ponerte marcha. Nada más subirte a él y cerrar la puerta, notas que los asientos te acogen, son como pequeñas butacas para coche, muy cómodos.

El romanticismo de su carrocería tiene su correspondencia en el interior, plagado de detallitos que dejaron boquiabierta hasta a mi prima veinteañera. La abundancia de plásticos duros se perdona por lo acertado de su diseño y por la calidad de ajustes, un escalón por encima de lo que nos tenía acostumbrados Fiat hasta la llegada del Bravo.

De todas formas, también hay que reconocer que al arrancar el 1.3 Multijet la magia inicial se pierde un poco. Aunque gracias al common-rail  el traqueteo diésel queda reducido al mínimo, en frío sigue dejando pocas dudas de que la alimentación es con gasoil. De todas formas, es un detalle menor que pasa desapercibido al poco rato de empezar a circular.

Al final, entre la comodidad de las suspensiones, la suavidad del motor y el encanto del habitáculo, uno tiene la sensación de que podría pasarse una hora en un atasco sin estresarse. Si encima este motor pudiera montar el cambio Dualogic y el sistema Stop&Start, el resultado sería perfecto.

El equipamiento es de lo más completito del mercado en su tamaño. No es que los elementos que incorpora quiten el hipo, porque en estos tiempos a nadie extraña la presencia de climatizador, elevalunas eléctricos, cierre centralizado con mando a distancia o las llantas de aleación de 15 pulgadas. El navegador (472 €), se encuentra entre las opciones disponibles.

Después de todo este conjunto de características, cabe preguntarse si pagar los 17.500 euros que cuesta un coche de poco más de 3 metros merecen la pena. Es un coche tan especial y tan especializado que su valor es imposible de medir en términos objetivos.