Prueba realizada por Gabriel Esono
Cuando uno piensa en el Ford Ka, enseguida le viene a la mente aquel pequeño modelo de estética diferente y carácter urbano y juvenil. Nació con un solo motor y pocas variantes de equipamiento, lo cual demostraba que en Ford pensaban que la gente que se iba a comprar este coche no quería gastarse demasiado dinero.
Ahora las cosas han cambiado, pero no tanto. En el nuevo Ka se han mantenido algunos rasgos de la carrocería y sus contenidas dimensiones, por eso de aprovechar que la calle se había acostumbrado a ver esas formas tan peculiares.
La variedad mecánica tampoco va mucho más allá, porque además de este 1.2 de gasolina, sólo se ofrece un diésel 1.3 de 75 CV. Lo que sí queda claro, sobre todo en el interior, es el esfuerzo en hacer del Ka un coche mucho más serio que el original. ¿Y eso por qué?
Porque entre los coches urbanos de hoy, ya no hay sólo un caro Volkswagen Lupo contra el mundo y el SEAT Arosa, sino que por un lado tenemos a todo un Mini fabricado «a la premium» por BMW y al nuevo y retro Fiat 500 luchando por hacerse con el título honorífico de urbanita más apetecible. Por el otro, están el sempiterno Smart y el nuevo Toyota iQ, que van de eficientes por la vida.
¿Cuál ha sido la apuesta del Ka? Si uno se fija en la lista de precios, parece que su baza está, como antaño, en los ceros antes de la €. Vamos a ver qué tal les sale la jugada.
De un propulsor atmosférico de gasolina con 1.2 litros de cilindrada sólo puedes esperar, en principio, una cosa: que consuma poco. De hecho, a este Duratec le han puesto el apelativo de moda, ECO, toda una declaración de intenciones.
Declara 69 CV de potencia, más que suficientes para un uso urbano. También permite salir a pocos kilómetros de la ciudad, si eres una de esas personas que han preferido dormir en uno de esos ex-pueblecitos venidos a más que rodean la metrópoli. Aunque es importante ser consciente de las limitaciones de un propulsor que anuncia una aceleración de 0 a 100 km/h en 13,1 segundos y una velocidad máxima de 159 km/h. Para los más quemados, diremos que el marcador, en alguna pendiente pronunciada, llegó a asegurar alguna decena de km/h más…
Sorprende, sin embargo, su capacidad para ir relativamente deprisa cuando el tráfico así lo permite. Si se usa el cambio de forma adecuada, la capacidad de recuperación es suficiente como para atreverse con algún tramo de curvas. Es más, la palanca mantiene el tacto un tanto blando que hemos notado en otros modelos de la marca americana, pero es también preciso y resulta fácil insertar las marchas con rapidez.
Ahora bien, donde se espera que este propulsor pase la mayor parte de su vida es atrapado entre pasos de peatones y semáforos. Y allí no debe preocuparte tener detrás a un BMW M3 echándote luces. Seguramente él estará pensando cuanto le cuesta cada minuto de atasco urbano: aproximadamente el triple que a ti, que de
media con el Ka apenas anuncia 5,1 l/100 km de consumo medio (ponle un litro más, si no eres el Schumacher del ahorro), que llegan a los 6,3 l/100 km en el tráfico urbano, 8 l/100 km en hora punta.
Los aparentes y descomunales neumáticos 195/50 R15 disponibles en opción con unas bonitas llantas (375 €, conjuntamente con los cristales oscurecidos) han tenido bastante que ver en esto.
Este coche mide 3620 mm de largo y 1505 mm de altura. Es decir, es muy corto, lo que permite meterlo en cualquier hueco, y relativamente alto para dicha longitud, con lo que hay una perspectiva favorable cuando lo conduces.
Además su suspensión es tirando a blandita. Quizá alguien le comentó a los sesudos ingenieros alemanes que por esta zona abundan los resaltes y los boquetes remendados. O simplemente pensaron que querían hacer un coche cómodo. Pues lo han conseguido.
La contrapartida es inevitable y lógica: un centro de gravedad alto y una amortiguación suave hacen que un coche corto como este Ka se incline bastante en los apoyos y que el eje trasero te recuerde que está ahí en cuanto pase algo que no está en el guión habitual de un recorrido urbano, es decir, una junta de dilatación, una modificación brusca de trayectoria o, simplemente, si cambias de opinión en lo que se refiere a la velocidad de paso por curva
A 40 km/h, ni te enteras. A 80 km/h, el IVC opcional (así es como llaman en Ford al ESP, que en el Ka incluye el asistente de arranque en pendientes) se agradece, porque las reacciones del chasis son relativamente rápidas. Son 475 € bien invertidos.
En cuanto a la dirección, de asistencia eléctrica, ningún pero. Han encontrado un buen equilibrio entre firmeza y suavidad, con un tacto que te hace olvidar que estás girando el volante. Éste, quizá, tiene un grosor un pelín excesivo. O tal vez es que yo tengo los dedos cortos.
Aquí llegamos a la razón de ser de este coche y donde más se ve que los chicos de Ford se lo han querido currar. Como siempre, conviene tener presente que la firma del óvalo es de las llamadas generalistas, es decir, en sus coches se busca un punto medio entre calidad percibida y precio del producto, igual que hace Opel con el Agila, Suzuki con el Alto, Peugeot con el 1007 o Renault con el Twingo, por poner otros tres rivales posibles, aparte de los mencionados anteriormente.
Así pues, en el interior del Ka predominan los plásticos de tacto duro, con unos ajustes en la línea de lo que ofrece el Ford Fiesta. El diseño del salpicadero también resulta más agraciado y, aunque es menos desenfadado que el Ka original (igual éste se pasaba de desenfado), resulta ergonómico y práctico.
Los asientos delanteros te colocan muy arriba y de ahí no te mueves, porque carecen de regulación en altura, a no ser que pidas la tapicería de cuero, que cuesta 900 € (con calefacción incluida). Son amplios y cómodos, aunque se echa de menos que no tengan memoria cuando los abates para acceder a las dos plazas posteriores.
Por cierto, éstas son de compromiso. Si tienes hijos adolescentes o amigos pesados, tendrás que poner la música alta para no oír sus protestas. A cambio, sorprende la capacidad de su maletero, con 224 litros que dan mucho de sí(se reduce si pides la «minirueda» de repuesto, opcional, por 25 €…). Si encima la superficie hubiera quedado plana al plegar el asiento trasero, habría sido genial. Será verdad eso que dicen que no se puede tener todo.
El acabado Titanium es el único disponible en España de momento, y que representa el nivel más alto en el resto de gamas. Parece claro, pues, que se quiere apuntar a los niños bonitos de la categoría.
Frente al glamour retro de éstos, este Ka opone un precio muy competitivo, 10.695 €, que incluye un equipamiento con radio-CD y MP3, aire acondicionado, limitador de velocidad, ordenador de abordo, elevalunas eléctricos o cierre centralizado con mando a distancia. Ofrece también multitud de opciones a precios razonables, como consola central prolongada (50 €), climatizador (250 €), sensor de distancia de aparcamiento (300 €), el techo panorámico (500 €, con airbags laterales y de cortina) o los diferentes paquetes de personalización exterior (entre 175 € y 750 €).
El Ka es, por tanto, una alternativa muy válida y coherente para su segmento. Está bien hecho y su precio no es en absoluto disparatado. Claro que, si uno se empeña, entre opciones y paquetes, se pueden superar los 15.000 €.