Prueba realizada por Gabriel Esono
La experiencia de Ford en el campo de los 4×4 no es nueva en absoluto. Como fabricante americano que es, su catálogo al otro lado del Atlántico siempre ha contado con una extensa gama de modelos todoterreno que, con la llegada de los SUV, aún se ha incrementado más.
En Europa, sin embargo, hasta la llegada del Kuga la apuesta por este tipo de vehículos se ha visto siempre reducida al Explorer, un 4×4 con chasis de largueros y travesaños y con tracción total conectable, sin reductora, traído al Viejo Continente con los cambios justos para poder ser homologado.
Todo eso, sin embargo, cambió con el lanzamiento del Kuga hace dos años. Conscientes de que en Europa las necesidades de movilidad son muy diferentes a las de los conductores americanos, los responsables de la marca en Alemania decidieron desarrollar este concepto tan de moda como es el de los crossover, que cada vez está bajando a segmentos más populares que el de los Mercedes-Benz ML, Audi Q7 y los BMW X5 y X6.
De hecho, cada vez son más los fabricantes generalistas que dejan un espacio en sus concesionarios a los nuevos SUV más o menos compactos. El Grupo PSA tiene en el Peugeot 4007 y el Citroën C-Crosser, clónicos del Mitsubishi Outlander, dos de los últimos ejemplos lanzados al mercado.
Es el Volkswagen Tiguan, sin embargo, el rival a batir en una contienda en la que también aparecen el Renault Koleos, Opel Antara (y su gemelo el Chevrolet Captiva), además de los japoneses y coreanos: Hyundai Tucson, Honda CR-V, Toyota RAV4, SsangYong Actyon y Kyron o Kia Sportage son buenos ejemplos.
¿Qué ofrecen estos coches respecto a los demás? Mayor tamaño, atractiva estética (en la mayoría de los casos), posibilidad de adentrarse en el campo… En realidad, poco importa que tratemos de buscarle motivaciones más o menos objetivas porque, al final, estos coches están en el mercado porque la gente los quiere tener.
Si un día vas por la autopista y por casualidad te acercas a un Kuga que lleva pegado en el portón trasero los dígitos «2.5T», acepta este consejo: no le provoques.
Los de Ford han creado un coche alto y grande, de atractiva estampa, con tracción a las 4 ruedas y cambio automático sin reductora. Vamos, que se trata de un SUV en toda regla, salvo por un pequeño matiz: el motor que monta es básicamente el mismo que el de un Ford Focus RS.
Cierto es que está adaptado para la ocasión, porque lo que se pretende con el Kuga no tiene nada que ver con el enfoque de las versiones radicales del compacto de la familia. Pero extraer 200 CV y un par de 320 Nm del 5 cilindros turbocomprimido gasolina de origen Volvo ya te está diciendo que las intenciones de Ford no son ni mucho menos las de hacer que este crossover se amilane frente a modelos de corte deportivo.
Y es que el potencial de este propulsor es impresionante, máxime teniendo en cuenta las dimensiones de su carrocería, que supera de largo los 1.600 kg. Es capaz de parar el cronómetro en 8,8 segundos en la medición del 0 a 100 km/h, una cifra que ya no quita el hipo pero sí deja entrever que se trata de un coche serio, mientras que la velocidad máxima de 205 km/h está claramente condicionada por una aerodinámica poco favorecedora.
En cualquier caso, con lo que hay que quedarse es con las sensaciones que produce al conducirlo. Su respuesta mantiene un tanto mitigada la esperable patada del turbo, lo cual redunda en una mayor comodidad de uso y, de paso, dota de una cierta racionalidad a este coche familiar vitaminado.
Su alta cilindrada permite que a bajo régimen no eches nada de menos mientras haces tiempo hasta que la aguja del cuenta vueltas llegue a su zona intermedia. Una vez allí, no habrá puerto que se te resista y el lastre desaparecerá como por arte de magia.
El cambio automático, obligatorio en nuestro país (en otros mercados se ofrece de serie con un manual de 6 velocidades) filtra en parte la capacidad del propulsor, aunque representa una buena ayuda en recuperaciones y adelantamientos. Además, actúa con rapidez y su funcionamiento es suave.
La contrapartida viene de la mano de los consumos, que difícilmente se ajustan a los 10,3 l/100 km oficiales. En conducción deportiva, los 18 litros eran moneda común que apenas se devaluaba hasta los 14-15 litros cada los 100 km en un uso muy comedido del acelerador.
A la hora de ponerle un titular a esta prueba, no eran sólo las bondades del motor las que venían a la mente, ya que las características de su bastidor también han tenido mucho que ver en la impresión que causa este SUV.
Dotado de una suspensión más bien equilibrada, ni muy blanda ni muy dura, el Kuga hace gala de un aplomo razonable. En curva rápida las oscilaciones de la carrocería no son excesivas a pesar de su alto centro de gravedad y se comporta con nobleza, algo a lo que ayuda una dirección no demasiado desmultiplicada.
En trazados más lentos la situación cambia un poco y aquí sí que empiezan a notarse los kilos de más respecto a sus hermanos los Focus con los que, por cierto, comparte plataforma (aunque en el SUV se ha alargado la batalla hasta los 2.690 mm). En los virajes más cerrados la tendencia del frontal a hundirse al frenar con fuerza no aporta demasiada confianza y, medida que quieres subir el ritmo, la tendencia al subviraje se hace cada vez más presente. Los frenos, en cualquier caso, están bien dimensionados y tienen suficiente mordiente.
Una de las ventajas que sirven de argumento de venta de un SUV como éste es su capacidad para afrontar pequeñas aventuras fuera del asfalto. Los responsables de marketing de Ford saben, sin embargo, que luego el porcentaje de kilómetros que se realizan lejos del negro elementos se mantiene en niveles cercanos al 0 en la mayoría de los casos. Por eso no importa que carezca de reductora ni que sus neumáticos estén claramente orientados a su uso en carretera, sin compromiso.
Su mayor altura respecto a la de un turismo, que resultaba un hándicap en territorio neutral, en el campo le otorga una ventaja nada despreciable pero no siempre definitiva, porque cuando el terreno se accidenta más de la cuenta, se hace recomendable dar marcha atrás antes de meterte en un lío. De hecho, incluso el sistema de tracción integral Haldex se muestra ideal para superficies deslizantes, siempre que se encuentren en un estado razonable. Con el piso mojado actúa con razonable rapidez, pero su ambiente natural también es el asfalto.
Lo dicho, este coche ni es un todoterreno puro, ni lo pretende.
El acabado de los modelos de Ford ha ido ganando en prestancia y calidad visual con sus últimas creaciones, y el Kuga es un buen ejemplo de ello.
La combinación de plásticos de diferente tacto y dureza en un salpicadero sobrio pero de acertado diseño mejoran las sensaciones conocidas que ofrecían anteriores creaciones de la marca, que se coloca más o menos en la media de lo que puede verse entre los fabricantes generalistas.
Las plazas delanteras son amplias y cómodas, aunque los asientos, tapizados en piel y calefactados en la unidad de pruebas (1.750 €), no sujetan el cuerpo todo lo bien que sería de desear en los trazados más revirados.
Detrás la situación no mejora demasiado, porque el espacio para las piernas no es amplio, aunque por anchura tres adultos pueden acomodarse sin demasiado problema.
En casos como éstos, la magia de un techo panorámico «de verdad» (500 €) se agradece, puesto que ofrece una sensación de amplitud muy de agradecer.
Esta opción, junto a elementos de serie como el climatizador bizona contribuyen a hacer muy placentera la vida a bordo del Kuga, sobre todo si eres de los que aprecias el sonido bronco del motor, convenientemente mitigado, aunque no lo suficiente como para no darte cuenta de que lo que se mueve bajo el capó es algo serio.
En el otro extremo del coche nos encontramos con un maletero que, con sus 360 litros de capacidad, debería ser suficiente para irse de vacaciones con la familia sin necesidad de instalar un cofre sobre las barras del techo opcionales (150 €, junto con los cristales oscurecidos).
En el debe hay que apuntar algunos detalles que deberían haber estado en el pliego de condiciones a la hora de diseñar este coche. Aún se hace difícil acostumbrarse a abrir el capó del motor con la llave, en vez de hacerlo con la típica palanca en el habitáculo.
Pero más incómodo resulta no encontrar ningún espacio específico para el mando a distancia, si optas por la opción de apertura y arranque sin llave (300 €). Aunque hayan pensado que su lugar idóneo sea el bolsillo o el bolso, se agradecería tener un sitio a la vista donde ponerlo que no fuera el posavasos.
Este Ford Kuga cumple prácticamente a la perfección la mayoría los preceptos que definen a un buen coche del cada vez más nutrido segmento de los SUV compactos.
Estética atractiva para que se giren al verte pasar. Altura elevada que permite ver a muchos desde otra perspectiva. Tracción total y control de estabilidad para sentirte seguro en la mayoría de circunstancias. Todo ello aderezado con un confort razonable y un equipamiento bastante completo. Esta versión aporta al segmento el plus de un motor de prestaciones sobresalientes y un comportamiento que no desentona para tratarse de un SUV.
Ford pide por él 32.945 € que, sin ser una bicoca, parecen baratos frente los 36.000 € largos que cuesta el Volkswagen Tiguan con motor y transmisión equivalentes. Y aunque algunos detalles de acabado del Kuga podrían mejorarse, una diferencia tan grande hace que se pueda considerar al modelo de la marca del óvalo un producto con una relación bastante favorable entre lo que cuesta y lo que vale.
Walter Suarez
Tengo esa misma ford kuga del test, Desde hace unos cuantos años y la verdad que ya tiene 200mil km de puro placer y solo puedo agregar que la fuera de las carreteras pavimentadas el vehiculo anda igual o mejor.. Pruebas sobran! De ver este vehículo en nieve, arena, barro etc. Incluso auxiliando a otros vehiculos de mas porte.
En sintesis, hoy nos planteamos el hecho de renovar la unidad y la verdad ni mi sra y ni yo queremos hacerlo (sabemos que hoy ningún SUV tiene estas caracteristicas) por lo cual seguira en la flia por un tiempo más.!