Prueba realizada por Gabriel Esono
El sector de la automoción es, sin ninguna duda, uno de los que más están demostrando un interés y preocupación por la reducción de emisiones contaminantes. Los coches que se construyen hoy en día han ganado en eficiencia de forma exponencial en los últimos años y todo parece indicar que el camino hacia la producción masiva de vehículos sin tubo de escape ya sólo tiene una puerta de salida.
Los vehículos híbridos suponen un paso intermedio hasta la integración real de los coches eléctricos en los concesionarios, y Honda fue la primera marca que trajo a Europa un modelo comercialmente viable que combinara la acción de un motor de gasolina con la de un propulsor eléctrico. Y lo hizo hace 10 años.
El Insight es, pues, el heredero de un concepto tecnológico pionero que otros fabricantes han también adoptado para darle su propia forma. Toyota sería uno de ellos, y con el Prius se ha tomado muchas molestias para dotarlo de una estética peculiar, además de gastarse mucho dinero para promocionarlo y convertirlo en bandera de la ecología. Lexus, la división de lujo de esta marca nipona, ha hecho lo propio y todos sus modelos, excepto el IS, cuentan con una versión híbrida.
Los fabricantes europeos y americanos han ido un poco a remolque de la avanzadilla asiática. Salvo Mercedes-Benz y BMW, la mayoría se han limitado a anunciar que en breve (es decir en uno o dos años como poco…) contarán en sus catálogos con coches de propulsión combinada.
Tal es el caso de Peugeot, que con el anunciado 3008 Hybrid4 propone una opción versátil y asequible, alejada del elitismo de los alemanes premium y con una estética que no pretende hacerse pasar por algo más de que es: un coche destinado a viajar con la familia con comodidad.
Honda, por su parte, ha querido desmarcarse de la mayoría de propuestas al crear con el Insight un híbrido de estética futurista, sí, pero con un precio de presente que invita a entrar en el concesionario a preguntar dónde está la trampa.
El misterio principal que encierra este coche se encuentra en este apartado dedicado a la mecánica, no en vano, el primer paso para conseguir un nivel de consumos y emisiones reducido pasa por desarrollar un grupo propulsor lo más eficiente posible.
El Honda Insight ha sido dotado de un pequeño motor tetracilíndrico de baja fricción con apenas 1.339 centímetros cúbicos de capacidad. Cuenta con el conocido y versátil sistema de distribución variable de la marca, el i-VTEC. Aunque este dispositivo cobró fama por ser el principal responsable del altísimo rendimiento de los modelos más radicales de Honda, para el Insight se ha procurado dotarlo de una curva de funcionamiento algo más plana y regular que el de sus puntiagudos hermanos.
La firma japonesa ha extraído 88 CV que pasan por su culata de 8 válvulas a 5.800 rpm, una cifra que en cualquier caso, no puede tildarse de conservadora, como tampoco lo es la de las vueltas a las que consigue el par máximo de 121 Nm, nada menos que 4.500 rpm.
A este propulsor le acompaña un compacto rotor eléctrico capaz de desarrollar una potencia máxima de 14 CV a 1.500 rpm y un par constante de 78 Nm hasta las 1.000 rpm. La energía procede de una batería de alta potencia que ha visto mejorado su rendimiento respecto a generaciones anteriores. Es más pequeña y ligera y, sin embargo, tiene una mayor capacidad y se recupera antes.
La combinación entre ambos, según marca la ficha técnica oficial, arroja una potencia de 98 CV que es transmitida al suelo mediante una transmisión de variación continua (CVT) que es la que se encarga, asimismo, de coordinar la entrega del par motor a las ruedas.
El sistema IMA, que es como Honda denomina a su tecnología híbrida, gestiona el funcionamiento de ambos motores, que en función de la situación de conducción da prioridad a uno u otro y, en determinadas circunstancias, puede circular sin contaminar.
Vale, toda esta perorata técnica está muy bien pero, ¿cómo se comporta este propulsor? Pues lo primero que hay que decir es que requiere un tiempo de adaptación para hacerse a él. La extraña sensación que producen los coches provistos de variador se mantiene en el Insight. En el momento de pisar el acelerador oyes (y con bastante claridad, por cierto) como el motor de gasolina va subiendo de revoluciones sin que ello tenga una correspondencia directa con el incremento de velocidad.
Afortunadamente, en Honda han optado por dotar a las versiones Executive de este híbrido con la posibilidad de manejar manualmente el cambio, con lo que la relación infinita del variador continuo se convierte en una caja de 7 velocidades que se pueden subir y bajar con las levas situadas en el volante.
De todas formas, se nota que el objetivo de Honda a la hora de lanzar este coche era demostrar que se podía hacer un automóvil con un consumo contenido, y con el Insight se puede decir que se ha conseguido. La media de gasto de gasolina anunciada es de 4,4 l/100 km y, aunque en conducción real se eleva algo más, si uno es coherente con el talante de este híbrido podrá mantener unas medias por debajo de los 6 l/100 km.
Si se trataba de hacer un coche básicamente poco gastón, por eso de las emisiones, tiene sentido que los chicos de Honda hayan configurado un bastidor de temperamento enfocado al confort para el Insight.
Delante, un típico MacPherson y detrás, unos no menos tradicionales brazos tirados, todo ello combinado con unos elementos elásticos tirando a duros para soportar el peso extra del sistema híbrido, algo que sólo se percibe con claridad cuando se abordan los resaltes que tanto han proliferado por nuestras partes.
El resultado es un comportamiento conservador, acorde con el talante poco prestacional de la mecánica híbrida. Los neumáticos que monta de serie esta versión, 185/55 R 16, son suficientes para los poco más de 1.200 kg que declara la ficha técnica y permiten una velocidad de paso por curva más elevada de lo esperado.
Un perfil alto, sin embargo, supone una ventaja definitiva en cuanto a comodidad de marcha, pero no se lleva tan bien con los cambios bruscos de trayectoria, debido a que la pronunciada deriva hace que los movimientos de ambos ejes, especialmente el trasero, sean un poco impredecibles en conducción al límite en carretera revirada.
Los frenos, en cambio, sí están bien dimensionados y su resistencia fue excelente incluso cuando los sometimos a un trato duro. Probablemente, la ayuda extra que suponen los sistemas de regeneración de energía juegan a su favor.
Las peculiaridades del Honda Insight muestran todo su esplendor dentro del habitáculo. Empezando por la cabina de mando (se parece más a eso que un puesto de conducción), pone a tu disposición un cuadro de mandos y un salpicadero de diseño futurista con una gran variedad de informaciones que no encontrarás en prácticamente ningún otro coche del mercado.
El ordenador de a bordo te muestra el tipo de funcionamiento de la mecánica en tiempo real e, incluso, puntúa al conductor en función de lo eficiente que haya sido su pilotaje durante el trayecto. Este tipo de gadgets parecen más enfocados al público japonés que al europeo, pero al menos en este Honda la feria de luces del salpicadero no distrae del mismo modo como ocurre, por ejemplo, en un Toyota Prius.
La postura de conducción también requiere un poco de adaptación, ya que es algo más baja de lo acostumbrado. Ello se debe a que en el Insight la distancia entre el suelo y el techo es relativamente corta, ya que el piso del habitáculo es completamente plano, un detalle que agradecerán especialmente los ocupantes de las plazas traseras.
El conductor y el acompañante cuentan con asientos amplios y propicios para realizar desplazamientos largos en trazados abiertos. La sujeción lateral, cuando llegan las curvas, invita a mantener el ritmo pausado para el que está diseñado el resto del coche.
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La calidad de ajuste de los plásticos es también excelente, aunque sorprende el tipo de material utilizado, robusto pero duro, más propio de un rudo todoterreno hecho para durar décadas que de un turismo.
Los coches con propulsión híbrida que se ofrecen en el mercado todavía se pueden contar con los dedos de una mano.
De todos ellos, el Honda Insight se postula como la opción más económica, que en el caso de la versión más equipada, el Executive con navegador, cuesta 23.200 €.
A cambio de este importe ofrece el climatizador, el control de crucero, las luces antiniebla, elevalunas eléctrico o 6 airbags.
Si se quiere prescindir del manejo secuencial del cambio y del navegador, por 19.800 € está disponible el Insight Elegance.
Así pues, el precio es relativamente contenido para ser un híbrido, aunque se mueve un poco por encima de la media de los coches de su tamaño, los compactos.
Ofrece un nivel de prestaciones propio de las versiones de acceso de éstos, pero su equipamiento está al mejor nivel, salvando el aspecto de los plásticos.
En definitiva, una buena opción si se tiene conciencia ecológica y no se tiene la necesidad de alardear de tener el «típico coche híbrido». Además, por menos dinero.
El día que el ayuntamiento de mi ciudad envió a cada casa un cubo de color marrón para que tiráramos allí la basura orgánica, la sensación de muchos vecinos fue de malestar por lo que considerábamos que era una molestia sin un fin demasiado claro.
Afortunadamente, cada vez más gente entiende que para cambiar las cosas, hay que empezar por los pequeños gestos, y ahora sólo falta que, alguna vez, los contenedores amarillos, azules y verdes nos permitan meter los residuos dentro, en vez de tener que dejarlos apoyados a un lado o esperar a que los vacíen.
Una equivalencia en el mundo del automóvil podría ser la distinta franja impositiva en función del nivel de emisiones. Si tu coche contamina más, pagas más. Otra es reducir el límite de velocidad hasta el ridículo en áreas alejadas varios kilómetros de las zonas metropolitanas (léase Barcelona), en vez de mejorar sensiblemente los servicios de transporte público.
Tal y como están las cosas, la mayoría de los fabricantes parece que se han puesto de acuerdo en que el futuro a medio plazo en el automóvil pasa necesariamente por la propulsión eléctrica. Al menos en lo que se refiere a movilidad urbana.
Teniendo en cuenta este contexto, los coches híbridos parecen condenados a convertirse en un tipo de vehículo a medio camino entre dos mundos. Algunos dicen que no llegan a ser claramente mejores que los propulsados exclusivamente por motores de combustión interna. Por el otro lado, siempre habrá quien ponga la objeción de que el único resultado válido sobre ruedas es el de las cero emisiones de CO2.
Yo pienso que ambas posturas son tan ciertas como necesario es que coches como el Honda Insight salgan al mercado y muestren el camino a seguir a los demás.