Prueba Mazda MX-5 1.8 Iruka: canto a la pureza

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©Cochesafondo

Prueba realizada por Roger Escriche

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Un día de la década de 1980, a los señores de Mazda (los mismos que fabricaban motores rotativos porque les daba la gana) se les ocurrió que podían crear un deportivo descapotable que fuera asequible para el gran público. Por aquel entonces, el segmento había poco menos que desaparecido y, como siempre, los descapotables deportivos de alta alcurnia tenían precios prohibitivos.

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Ese coche era el Mazda MX-5, y lo prodigioso del caso no es solo es que consiguiera hacerse con el favor del público, sino que siga entre nosotros con unos planteamientos que apenas se han modificado desde entonces. ¿Qué tiene el MX-5 para haber vendido 870.000 unidades en 20 años? Pues básicamente es un biplaza coqueto, asequible y ligero, con tracción trasera y personalidad propia, y esto no solo lo ha dejado un poco solo entre la oferta de modelos del mercado, sino que lo ha convertido en una referencia obligada.

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Por el camino, lógicamente, otros han hecho lo mismo que Mazda con el MX-5, con matices o sin ellos. Fiat Barchetta, el primer Alfa Romeo Spider, Opel Speedster, Honda S2000 son modelos que de alguna manera han compartido buena parte de la filosofía MX-5, pero ya han pasado a mejor vida. Por arriba siguen existiendo muchos deportivos descapotables, pero también siguen siendo extremadamente caros.

Las marcas generalistas han contribuido a popularizar enormemente las carrocerías cabrio, y muy especialmente las coupé-cabrio, aunque lejos de ese planteamiento inicial del Mazda MX-5: un coche ligero y con tracción trasera que no requiriese grandes cantidades de potencia para ser considerado un deportivo.

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