Hasta no hace demasiado tiempo, los motores de cuatro cilindros que se movían en el rango entre los 1,8 y los 2,0 litros eran los que aglutinaban el grueso de las ventas en el mercado europeo, copado por coches compactos y berlinas medias de marcas generalistas.
Poco a poco, sin embargo, los fabricantes premium también han ido sucumbiendo a la tendencia al downsizing, montando incluso en sus modelos más lujosos propulsores con menos cilindros y cubicaje que antaño, pero con el mismo (o incluso superior) rendimiento.
Es el caso de BMW que, como Audi en años anteriores en esta misma categoría, se ha ganado el favor del jurado de los International Engine of the Year Awards al haber desarrollado un propulsor que aprovecha las ventajas de tecnologías que lleva ya un tiempo aplicando, como la distribución variable Doble Vanos o el Valvetronic, su exclusivo control variable del tiempo y carrera de apertura de las válvulas de admisión.
Con el apelativo TwinTurbo se reconoce el sistema de sobrealimentación con dos pequeños turbos twin scroll y, como colofón, han montado un sistema de inyección directa de gasolina de alta presión para hacer que su 2.0 de gasolina erogue hasta 245 CV de alegre potencia y 350 Nm de poderoso par motor, valores con los el jurado ha tenido suficiente para suceder al 2.0d biturbo con el que la propia BMW se había impuesto en ediciones anteriores.
La firma de Múnich ofrece también una variante menos potente, que parte de 184 CV, lo que ha permitido sustituir sus alabados bloques de seis cilindros en línea atmosféricos sin demasiados traumas tanto en el BMW Serie 1, como en el Serie 3, el Serie 5, el Z4, y los X1 y X3.
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