Mercedes 300 SL ©Mercedes-Benz
R. E. – Las reglas vigentes de la Comisión Deportiva Internacional (CSI), que preveían una profunda modificación de los reglamentos para la temporada 1954, no permitían pensar en un retorno rápido y exitoso de Mercedes a la máxima categoría del automovilismo. Por si fuera poco,
la marca había perdido la pista de sus vehículos de competición durante la II Guerra Mundial y ni tan siquiera contaba con un equipo de pilotos oficiales.
El monoplaza W154 de 3 litros en Viena, 1939 ©Mercedes-Benz
A pesar de ello, y contra todo pronóstico, no sólo William Haspel acabó aprobando el retorno de Mercedes a las carreras, sino que
aceptó que fuera directamente en la Fórmula 1. El dúo Uhlenhaut-Neubauer, designados para volver a colocar a Mercedes en los circuitos, anunciaron la participación de la marca en las dos carreras de debut de la temporada 1951 de la máxima categoría, que iban a celebrarse en Argentina. Localizaron
dos viejos monoplazas Mercedes M163 de 1939 en Suiza y otros dos en una casa particular de Berlín, e incomprensiblemente consiguieron canjearlos con sus nuevos propietarios por modestos 170S.
Hermann Lang en un Mercedes de 3 litros W154, 1939 ©Mercedes-Benz
Pero todavía quedaba lugar para más decisiones desconcertantes. A Alfred der Dike Neubauer no se le ocurrió nada más que intentar
recuperar al dream team que había llevado las flechas de plata hasta los laureles antes de la guerra. Von Brauchistsch rechazó el ofrecimiento de plano, pero sorprendentemente Rudolf Caracciola, a sus 50 años de edad, aceptó volver a competir. Hermann Lang, que había pasado por un campo de prisioneros en la URSS, también sucumbió al ofrecimiento de Neubauer, y el nuevo equipo se desplazó inmediatamente a Nürburgring para iniciar los primeros test.
El resultado fue un auténtico desastre. Los monoplazas estaban tan destrozados que Caracciola se negó a viajar a Argentina. Sin embargo, lo que parecía completamente imposible sólo unos meses antes acabó haciéndose realidad, y Mercedes se presentó al primer Gran Premio de 1951 con nada menos que cuatro monoplazas. En el último momento, Alfred Neubauer decidió contratar a la estrella local Juan Manuel Fangio para reemplazar a Caracciola.
Hermann Lang en el Grand Prix de Pau, 1939 ©Mercedes-Benz
Increíblemente,
Lang y Fangio consiguieron llevar sus vetustos Mercedes de 1939 a la segunda y tercera plazas, aunque la cruda realidad era que no habían podido ni tan si quiera acercarse al más pequeño y mucho más moderno Ferrari de dos litros de Froilán González. Fue entonces cuando los responsables de la marca decidieron que necesitaban algo más que obsoletos monoplazas de 1939 para volver a brillar en competición.
El responsable técnico de Mercedes, Fritz Nallinger, diseñador de los motores de los cazas Messerschmitt BF109 durante la guerra, propuso utilizar el nuevo motor de seis cilindros del 300 como punto de partida, lo único mínimamente decente con que contaba Mercedes por entonces. Paralelamente, Alfred Neubauer y los pilotos Hermann Lang y Karl Kling se desplazaron a las 24 Horas de Le Mans y pudieron analizar a fondo los nuevos planteamientos técnicos que llevaron al Jaguar XK 120 C-Type a la victoria. De vuelta a Stuttgart, la decisión de construir el 300 SL ya era una realidad.
Mercedes 300 SL, apuntando al cielo
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