El futuro de la recarga eléctrica en el automóvil parece que pasa por prescindir de un cable y un enchufe. Del mismo modo que existen en el mercado sistemas de recarga inalámbrica para móviles, hace ya varios años que empresas especializadas ofrecen soluciones similares para recuperar la energía de las baterías de alto voltaje.
Toyota también lleva desde principios de año probando esta tecnología, cuya principal aportación respecto a los cargadores tradicionales es la comodidad de no tener que recurrir a un cable cuando se agota el acumulador.
Si esta es su principal ventaja, tiene sentido que marcas premium como son Mercedes-Benz y BMW, tradicionales antagónicas, hayan llegado a un acuerdo para desarrollar un sistema común de recarga inalámbrica para sus futuros modelos híbridos (enchufables) y eléctricos.
El motivo de esta unión hay que buscarlo en la necesidad de aquilatar costes en la creación de este sistema de carga por inducción, cuyo principal hándicap es su ineficiencia respecto a la transmisión de energía mediante un cable. Es decir, la carga es más lenta y menos eficaz, especialmente comparada con los sistema de carga rápida.
El objetivo de Daimler (propietaria de Mercedes-Benz) y BMW es conseguir a medio plazo un dispositivo estandarizado que permita la recarga eficaz de los modelos eléctricos e híbridos enchufables (¿habrá que buscarles otro nombre?) de sendos grupos.