Antes de llegar al mercado, el Infiniti Q30 ya bastante algo ganado. En primer lugar, los responsables de la marca de lujo de Nissan saben que el público hace ya tiempo que se ha dejado de tonterías y entiende que un coche de tamaño y concepto contenido puede ofrecer una calidad de acabados y fabricación propias de segmentos de representación.
Y, para asegurarse del todo, han aprovechado a base de bien el fructífero acuerdo de colaboración entre la Alianza Nissan-Renault y Daimler, que en este capítulo ha tomado la estructura y las mecánicas del Mercedes-Benz Clase A para desarrollar su propio modelo.
Desde que el Audi A3 diera con la tecla, sus rivales alemanes, el BMW Serie 1 y el Mercedes-Benz Clase A se han ido sumando con más o menos acierto y más o menos similitudes a este segmento de los compactos premium. Luego llegó el Lexus CT 200h, cuya propuesta híbrida se adelantó a una tendencia que (muy) poco a poco se está abriendo camino. La marca de lujo de Toyota apostó en su día acertadamente por este tipo de propulsión, aunque una oferta limitada a un solo motor no ayuda a que su modelo más pequeño se vea demasiado por la calle.
Salvo por su estética rompedora, propia de la marca (en las fotos de la prueba del Infiniti Q50 puedes ver a qué quiero decir) necesaria para distinguirse de su «primo» alemán (aunque, visto en foto, al que recuerda más bien es al Nissan Pulsar), Infiniti ha tirado por el camino convencional para dar a luz a su modelo de acceso. El Infiniti Q30 despliega una oferta de motores que apunta donde tiene que apuntar: tres gasolina con turbo e inyección directa, dos 1.6 DIG de 122 y 156 CV y un prestacional 2.0 de 211 CV.
En cuanto a los diésel, el polifacético 1.5 dCi fabricado por Renault en Palencia, en su versión de 109 CV será probablemente el más vendido de toda la gama, mientras que el no menos polifacético 2.2 que Mercedes-Benz monta a lo alto y ancho de su basto catálogo, debería colmar con sus 170 CV las inquietudes de quienes buscan buenas prestaciones con autonomías prolongadas.
Los dos motores de acceso van asociados a cambios manuales de 6 velocidades, con la opción del cambio automático de doble embrague (DCT) de 7 velocidades, de serie en el resto de propulsores. También destaca la posibilidad de elegir, en el diésel de 170 CV y en el gasolina de 211 CV, entre la tracción delantera de serie y tracción total. Este sistema cuenta con un embrague multidisco con gestión electrohidráulica que envía hasta un 50% del par a las ruedas traseras cuando las delanteras pierden capacidad de tracción.
Además de montar unos Bridgestone Dueler HP Sport diseñados específicamente para este automóvil, para detener al Infiniti Q30 se ha recurrido a los especialistas de Brembo, que han dispuesto un equipo de discos ventilados de 295 mm de diámetro para los 1.6t y 1.5d, y de 320 mm para el 2.0t y el 2.2d en el eje delantero. En el trasero se montan discos de 295 mm en todos ellos, macizos en el Q30 y el Q30 Premium, y ventilados en Q30 Sport, la variante más deportiva, con suspensión rebajada 15 mm.
El Infiniti Q30 no se salta los requerimientos tecnológicos de moda, y entre su equipamiento se pueden encontrar sistemas como el Blind Spot Warning (aviso del ángulo muerto), el Forward Collision Warning (aviso de colisión frontal), el Auto High Beam Assist (luces de carretera automáticas) o el control de crucero inteligente (mantiene la distancia con el vehículo precedente). A ellos añade otros dispositivos como el Automatic Park Assist o el monitor de visión periférica (Around View Monitor), sin olvidar la conectividad: la plataforma Infiniti InTouch, estrenada en el Q50 y mejorada en el Infiniti Q30, permite vincular el sistema de entretenimiento del coche con el correo electrónico, las redes sociales, etc., además de ofrecer información completa sobre el viaje, todo ello combinado con la función de navegación con información del tráfico en tiempo real.