Cada vez que una marca ha de renovar su modelo de referencia, entendida en este caso por ser el de mayor volumen de ventas, se encuentra con un dilema. ¿Hago más de lo mismo o renuevo por completo?
Este problema se multiplica por lo que uno quiera cuando la marca en cuestión es de las denominadas premium, especialmente las alemanas, con Mercedes-Benz a la cabeza. Los responsables de la firma de la estrella, conscientes de que su cliente tipo es fiel pero maduro (lo siento si escapas del perfil…), se pusieron manos a la obra para atraer a un público mucho más joven.
Su nueva generación de coches compactos es el resultado de este cambio de orientación, que empezó con la segunda generación del Mercedes-Benz y ha continuado, con un gran acierto estético por cierto, con los Clase A, Clase CLA y el Clase GLA.
Esta apuesta tiene todos los números para acabar siendo muy rentable. No solo porque son coches que se están vendiendo muy bien, sino sobre todo porque ahora Mercedes-Benz tiene una gama con la que fidelizar a muchos más clientes.
Esos conductores, sin embargo, cuando les llegue la hora de subir posiciones en la gama del fabricante alemán, probablemente querrán un producto que les haga sentir como lo hacía su pequeño compacto, y no tanto como una típica berlina Mercedes. Eso explica el cambio dado en esta cuarta generación del Mercedes-Benz Clase C, la quinta si contamos al Mercedes 190 (Serie W201).
¿A qué cambio me refiero? Pues sobre todo a nivel de “tecnología percibida”. La marca incide en la cuestión estética externa, con un “diseño dinámico y llamativo”. Pero el nuevo Mercedes-Benz Clase C es, tradicionalmente, un coche que replica con bastante fidelidad los trazos del Clase S, el buque insignia de la marca. En esta ocasión, el Clase C crece en todas sus cotas (2.840 mm de batalla, 80 mm más; 4.686 mm de longitud, 96 mm más largo; y 1.810 mm de anchura, con lo que gana 40 mm). Ello, asegura la marca, se traduce en una mayor amplitud interior y en un maletero un poco más capaz (480 litros, frente a los 475 litros de su predecesor).
Además, por si acaso, en el acabado Exclusive, el más lujoso, la estrella se mantiene en el extremo del capó, presidiendo la parrilla clásica de Mercedes, en lugar de estar integrada en la misma como en el resto de versiones.
Es decir, todavía necesitan darle a su cliente de siempre aquello que espera: una evolución respecto al anterior Clase C y al CLA, pero sin perder de vista sus valores de siempre y desde luego con una mejora sensible de la calidad de vida a bordo en su gama del segmento D.
Pero donde creo que realmente se ha marcado una distancia con su predecesor es en las posibilidades de equipamiento de confort, asistencia a la conducción y, especialmente, conectividad. Un ejemplo bastante representativo es el mando de la consola central, que ahora es táctil y funciona al estilo smartphone. Hasta permite introducir caracteres trazando con el dedo (la primera vez que vi algo así fue en el actual Audi A3). Pero no solo: acceso a internet a través del móvil (ya desde el sistema de Audio 20, el más básico), acceso a servicios como previsión meteorológica, StreetView y Panoramio de Google, descarga de destinos e incluso Facebook… Definitivamente, algo está cambiando en Mercedes, que diría el anuncio.
Además estarán disponibles sistemas de seguridad de última generación como el detector activo de cambo de carril, cámara de 360º, luces de carretera automáticas Plus (las largas van siempre encendidas pero se adaptan para no deslumbrar a los demás), etc., etc., etc. El comunicado de prensa, de 108 páginas de extensión, los explica todos al detalle, pero como resumen, diría que no se echa de menos absolutamente nada. Al fin y al cabo, el Clase C tiene disponibles casi todos los sistemas de asistencia a la conducción estrenados en el Clase S y en el Clase E.
El otro aspecto en el que se ha trabajado, como resulta ya completamente obligatorio, es en el de mejorar la eficiencia de todas las versiones. Aunque los motores siguen evolucionando, sin duda donde todos los fabricantes están poniendo gran parte de su empeño es en la reducción del peso y la optimización de la aerodinámica. El nuevo Mercedes-Benz Clase C es hasta 100 kg más liviano, dependiendo de la motorización. Para conseguirlo, se usa mucho más aluminio en todo el coche (la cuota es del 50%) y, solo en la carrocería, se ahorran 70 kg.
La gama de motores cuenta como novedad con un pequeño turbodiésel de cuatro cilindros y 1.598 cc, que estará presente con dos variantes: una de acceso, de 115 CV de potencia y 280 Nm de par motor, y otra con 136 CV y 320 Nm de fuerza. Por encima, el conocido propulsor de 2,2 litros, también tetracilíndrico, que entrega 163 CV en la versión opcional BlueEFFICIENCY Edition del C 220 BlueTEC (170 CV en el estándar), y en el C 250 BlueTEC 204 CV.
Sobre esta base mecánica se ha desarrollado la versión híbrida, el C 300 BlueTEC HYBRID, que suma 27 CV más a los 204 CV del turbodiésel, pero con un consumo medio estimado de 3,6 l/100 km, a la espera de la homologación. Posteriormente se lanzará un híbrido enchufable.
Las mecánicas de gasolina BlueDIRECT de cuatro cilindros disponibles inicialmente erogan entre 156 y 245 CV. Más adelante llegará un V6 para el C 400, cuyos 333 CV lo colocarán en la cumbre de la oferta hasta la llegada de la versión AMG.
Versiones | Precios |
Mercedes-Benz Clase C 180 | 34.950€ |
Mercedes-Benz Clase C 200 | 39.850€ |
Mercedes-Benz Clase C 220 BlueTEC | 39.450€ |