Prueba realizada por Gabriel Esono
El Opel Astra es uno de esos coches normalmente bien asentados en nuestro mercado. Por una parte es lógico, porque la mayoría de las marcas que cuentan con una factoría al sur de los Pirineos tienen casi garantizado un buen acomodo en las listas de ventas de este país. Además, el segmento C, en el que milita el compacto alemán, es tradicionalmente el que aglutina una mayor parte de las matriculaciones por estos lares, así que la suma es sencilla: si haces un compacto y tienes un nombre conocido, vendes como churros, casi siempre.Pero estas versiones pierden el punto racional que se le presume a un coche que, con casi 200 CV sobre el eje delantero, debería ofrecer un nivel de prestaciones muchísimo más que suficiente para el usuario medio, en un entorno donde la oferta es en apariencia abundante, pero luego, al
leer la letra pequeña, por potencia resulta algo más limitada. El Peugeot 308 1.6 THP, por ejemplo, con sus 150 CV debe jugar una baza más familiar, mientras que el Volkswagen Golf -cómo no-, obliga a saltar de los 160 CV del 1.4 TSI a los 211 CV del GTI. Estoy por pensar que Opel ha colocado este Astra ahí no por casualidad.El Renault Mégane TCe 180 ha apuntado exactamente al mismo punto que el modelo germano, con una carrocería afilada y un motor que, sin embargo, conserva la cilindrada de 2,0 litros, en lugar de seguir la tendencia actual de reducir la capacidad para asegurar unos consumos más bajos.
La palanca de cambio es, quizá, algo más exigente, ya que requiere ser tratada con respeto, pero con mano firme. Su accionamiento, aun siendo preciso, es más duro que el del resto de componentes del coche, de ahí que me haya sorprendido. De modo que si lo que te va es conducir con ligereza, el cambio será tu aliado siempre y cuando tengas puestos todos los sentidos en lo que estás haciendo.
Y todo, culminado con el panel de instrumentos iluminado en color rojo fuego. De día no se ve demasiado, pero de noche casi da miedo.
Luego, a la hora de la verdad, el panorama no es tan exagerado. Ciertamente en el modo más confortable las suspensiones adopta un tono blando muy de agradecer en terrenos accidentados, pero que a poco que subimos el ritmo hacen que las trazadas sean menos precisas que con los otros tarados. La tecla Sport, por el contrario, permite atacar las curvas con más confianza a un ritmo alto, aunque tampoco convierte al Astra en un deportivo en toda regla.
No hay que olvidar que se trata de un compacto de cinco puertas, luego está más cerca de un coche familiar que de un ágil deportivo. En cualquier caso, el precio de 762,42 € que cuesta el FlexRide es, desde mi punto de vista, muy razonable para una opción que merece bastante la pena. Al fin y al cabo, es como si tuvieras en el garaje dos o tres coches en uno solo, de forma que te permite elegir en función de cómo te hayas levantado esa mañana.
Todo esto está muy bien pero, cuando te vas a gastar por lo menos tres millones de pesetas, el coche tiene que decir algo más cuando te subes en él. De esto se han dado cuenta en Opel, que sus nuevos coches están centrando bastante la atención en el conductor, que para eso es el que paga, y en el acompañante, que no pocas veces será quien dé el visto bueno definitivo.
Así pues, las plazas delanteras están muy conseguidas, con un puesto de conducción sin pegas en el que todo queda muy a mano. Habría estado bien que los mandos de la consola central fueran algo más fáciles de manejar, porque hay muchos y son más bien pequeños, aunque con el tiempo se puede acabar usando el sistema de audio y de climatización con relativa facilidad. Los asientos, por su parte, son más cómodos que firmes, lo que condiciona un poco cuando pulsas la tecla Sport. Pedir un mullido variable ya sería demasiado.
Para los que vayan detrás el panorama, sin ser malo, no es tan satisfactorio como para los que viajen delante. La menor superficie acristalada disponible, así como un espacio disponible para
las piernas que no se corresponde con la extensa batalla de este Opel Astra, no impiden desplazarse cómodamente, pero en este sentido en el difícil equilibrio entre la estética exterior y la habitabilidad posterior ha ganado la partida la primera.La sonoridad, por otra parte, es otro de los puntos llamativos del Astra con el motor 1.6 Turbo. Al ser gasolina, al ralentí y a bajas vueltas ni te enteras de que está en marcha. Luego, cuando el ritmo se anima, entonces el pequeño tetracilíndrico se hace bastante presente en el interior, aunque sin llegar a ser demasiado molesto.
Ambos cuentan entre su equipamiento de serie con el climatizador bizona, faros antiniebla o el ordenador de abordo y, mientras el Cosmo tiene los elevalunas traseros eléctricos de fábrica, en el Sport te encuentras con el volante y los asientos deportivos, así como una suspensión rebajada
y más rígida.Que te gusta el tacto del cuero, pues pon 1.118,22 € sobre la mesa; ¿eres de esas personas que de noche quieren verlo todo? Los faros bixenón cuestan 914,91 €; y si piensas que es mejor tener un guía que te acompañe siempre, tienes dos navegadores a elegir, uno por 508,28 € y otro, con DVD y disco duro de 2 Gb, por 711,59 €.
En un acto de buena fe piensas que es normal, que es un tipo trabajador, que se acaba de casar y le van bien las cosas. Quién sabe, igual hasta está esperando ya su primera criatura.
Por eso necesita un coche más grande, pero no demasiado. Uno que le permita hacer las mismas cosas que hacía antes, ir con los amigos al partido, salir algún fin de semana o desplazarse los 40 kilómetros de rigor al trabajo. Aún no entiendes por qué se empeña siempre en ir por esa carretera de curvas.Pero, a la vez, debe servir para meter la sillita sin agobios, en el maletero tienen que caber todos los accesorios opcionales del bebé y, naturalmente, ha de ser muy confortable y dar gran sensación de seguridad.
Entonces, casualmente te lo encuentras saliendo de su nuevo coche, con el capó frío, tan sonriente como si te hubiera estado esperando durante horas y, mientras lees de reojo la palabra Turbo en color negro adherida al portón trasero, te explica lo mucho que le gusta el nuevo Astra a su suegra y lo cómoda que va en él.En ese momento, si te atreves, pregúntale por la tecla Sport. Verás como su sonrisa se envilece, aparecen de la nada un par de cuernos sobre su cabeza, una cola y un tridente y su respuesta será tan intrigante como «vamos a dar una vuelta y te lo cuento…».
¿Qué piensas hacer con el nuevo Opel Astra GTC?
[…] Tour y Sport y, si pensamos en las sensaciones que nos aportó en las pruebas del Opel Astra con el motor 1.6 turbo de 180 CV y en el 2.0 CDTI de 160 CV, probablemente sea una de las opciones más […]