Prueba Peugeot 3008 1.6 HDi 110 FAP Sport Pack: inteligencia espacial

Prueba realizada por Gabriel Esono

Peugeot ha sido una de las marcas generalistas que más ha tardado en lanzar al mercado un monovolumen para el segmento C, el de los coches compactos. Ese retraso a la hora de ofrecer una alternativa sorprende porque esta franja de mercado es la que copa tradicionalmente la mayoría de las ventas en nuestro país y, por consiguiente, la variedad de oferta es de lo más extensa.

Entre los rivales más destacados del Peugeot 3008 se encuentran su primo el Citroën C4 Picasso (el Xsara Picasso todavía se comercializa, aunque ha pasado a convertirse en un producto «low cost»), y su paisano, el Scénic de Renault, primera marca que tuvo la feliz idea de acercar el concepto monocuerpo a un segmento más popular que el del Espace, pionero en estas lides.
Los alemanes, por supuesto, se apuntaron al carro, y ahora tanto la filial de Ford, con la segunda generación del C-Max recién presentada en Frankfurt, como especialmente el enorme Touran de Volkswagen, compiten con el veterano Opel Zafira en variedad de equipamientos y motores. No hay que olvidar a la familia SEAT Altea, especialmente el Altea XL, que está contando con una buena aceptación gracias a su gran maletero.
¿Crees que esto se acaba aquí? Ni hablar. Mazda 5, Honda CR-V y Toyota Verso encabezan la ofensiva asiática en la que el Kia Carens también tiene algo que decir.

Con tal de distinguirse de los demás, cada uno trata de distinguirse por alguna característica especial. Cinco o siete plazas, una carrocería común o dos diferenciadas, puertas laterales correderas o de compás, muchas posibilidades de equipamiento o precio asequible, y así hasta el agotamiento.

Parece que en Peugeot han optado de momento por la opción de una única carrocería en la que alojar a cinco ocupantes y un maletero amplio. Se trata de una estrategia coherente, dado que para el que requiera mayor espacio aún para habilitar dos plazas más, ya han lanzado el 5008.

En realidad, el trabajo de la firma del león ha ido por otros derroteros. Sin olvidar el carácter familiar que se le supone a sus proporciones, ha dotado al 3008 de una estética que sugiere unas ciertas aptitudes fuera del asfalto y esta apariencia se ha reforzado con el sistema opcional de control de tracción Grip Control, que se adapta a gran variedad de terrenos, junto con unos neumáticos M+S. Con ello consigue acercarse a otros modelos como el Nissan Qashqai.

Ahora bien, el gran mérito de este modelo es que está sirviendo de base para la futura tecnología Hybrid4 de Peugeot, algo que se aprecia en algunos detalles que iremos desvelando en las próximas líneas.

El motor turbodiésel 1.6 HDi de PSA Peugeot-Citroën está demostrando ser uno de los más solventes (y probablemente rentables) del grupo francés. Montada en todo tipo de modelos y carrocerías, la variante más potente, de 110 CV, siempre se ha caracterizado por su respuesta aceptable a bajo y medio régimen y por su frugalidad.

Aunque su debut bajo el capó del antiguo 206 lo presentaba como un propulsor con cierto talante prestacional, lo cierto es que la entrega de potencia es relativamente discreta. No hay que olvidar que no es lo mismo tirar de los 1.100 kg escasos de un pequeño utilitario que cargar con los casi 1.500 kg que un Peugeot 3008 a tope de equipamiento puede llevar encima.

Además, una superficie frontal mucho mayor castiga los consumos y la velocidad máxima, mientras que los excesivos neumáticos de medidas 225/50 R 17 que montaba la unidad de pruebas son un lastre para las aceleraciones (aún existen otros de 235/45 R 18), aunque la marca haya conseguido homologar las cifras independientemente de la monta de ruedas.

Estos datos explican bastante bien cuáles son las pretensiones de esta versión sin llegar a subirse al coche. Una vez giras la llave de contacto y empiezas a rodar, las primeras sensaciones corroboran lo que ya hemos podido comprobar en otros modelos que montan esta mecánica, como el Citroën C4 o el Berlingo, o los Peugeot 308 berlina y 308 SW.

Se trata de un grupo motriz de talante tranquilo cuyo funcionamiento es suave, con ausencia de vibraciones y poco rumoroso. Es el milagro del common-rail.
Si uno se empeña, el HDi 110 permite un ritmo vivo y aguanta bien unos cruceros por encima de la media. A ello ayuda un cambio manual de 6 velocidades de tacto tan suave como el mismo propulsor, pero suficientemente preciso.
Los datos de consumo también son coherentes respecto a lo ya conocido. El consumo medio homologado para esta versión es de de 5,3 l/100 km. Como suele ocurrir, en la conducción cotidiana resulta muy difícil conseguir una cifra tan favorable, aunque el gasto de gasóil sigue siendo bastante contenido y permite alargar los repostajes bastante más allá de los 1.000 km.

Uno de los aciertos de Peugeot con este coche ha sido el haber sabido encontrar el justo equilibrio entre un comportamiento dinámico suficientemente ágil y un confort de rodadura que no incomodará a los amantes de la suavidad.

A pesar de que el centro de gravedad está ubicado tan alto como sugiere el perfil de la carrocería, el comportamiento del 3008 es más bien aplomado. En curva inclina menos de lo que podría parecer, aunque la física es la que es y las inercias acaban mandando cuando tratan de buscarse los límites de la estabilidad. Aquí los neumáticos anchos sí son una ayuda inestimable para lograr una velocidad de paso por curva sorprendentemente alta para un automóvil de sus características y pretensiones.

Subvirador por necesidad en los giros más lentos, como casi cualquier tracción delantera, en curva media y rápida la suspensión lo mantiene bien sujeto y es difícil que dé sobresaltos aunque nuestra conducción sea un poco errática, voluntariamente o no. Además, los fabricantes tienden a ajustar cada vez mejor los sistemas de seguridad activa como el control de estabilidad (ESP), capaces de actuar lo suficientemente rápido como para que el conductor no llegue a percibir que ha recibido una ayuda extra.

La dirección de asistencia variable eléctrica tiene un tarado bien calculado y una desmultiplicación que en carretera no obliga a manotear en exceso el volante. El diámetro de giro, sin embargo, no es una de sus cualidades, y hace necesario maniobrar más de lo habitual en espacios comprometidos.

Este apartado es el que describe la razón de ser del «doble cero» que Peugeot instauró con el 1007. Se nota que el espacio interior, sea en el formato urbano del pequeño francés, o bien con las grandes dimensiones del 4007, primer SUV de la marca, ha sido una de las prioridades a la hora de establecer el pliego de condiciones para desarrollar esta familia de modelos.

En el caso del 3008, podría decirse que la firma del león ha alcanzado muy pronto el punto de madurez para el que otros fabricantes han necesitado al menos dos generaciones de monovolúmenes.

La cantidad de detalles que contiene su habitáculo es tal que no desentonaría en la comparación con algunos modelos premium. De hecho, los acabados también se encuentran a un nivel muy aceptable y suben un escalón respecto a lo conocido en generaciones cercanas de la casa gala. Multitud de huecos portaobjetos, cortinillas en los cristales traseros, reposabrazos trasero y trampilla para esquís, volante de cuero o mandos en la columna de dirección, además del techo panorámico y el climatizador automático son equipamientos que hacen la vida a bordo muy placentera.

Capítulo aparte merece su maletero, que por amplitud (entre 432 l y más de 1.200 l con las plazas traseras abatidas) podría albergar sin problemas dos asientos suplementarios. En lugar de ello, en Peugeot han decidido dotarlo de tres niveles, con un fondo cuya tapa se adapta perfectamente a cualquiera de ellos y, además, cuenta con pestillos que la mantienen levantada sin necesidad de sujetarla mientras accedes a él, una cualidad poco frecuente. Hay que decir que la versión Hybrid4, con tracción combinada a las 4 ruedas, sacrificará parte del fondo del maletero para dar cabida al módulo híbrido que permitirá una mejora sensible de las prestaciones y de los consumos.

Otros detalles del maletero son la luz interior extraíble, cual linterna con baterías recargables, así como los tiradores que permiten plegar los asientos traseros por completo con un solo gesto. El acceso, además, se ve especialmente favorecido por la apertura en dos partes del portón trasero.

Las fijaciones Isofix y los 6 airbags son de rigor en un coche de este tipo, que sorprende por el estreno en un vehículo de su clase del Head Up Display, dispositivo que proyecta en una lámina escamoteable tras el volante informaciones como la velocidad, los valores del regulador/limitador de velocidad y la distancia respecto al vehículo que tenemos delante. Esta última información es posible gracias al Distance Alert (ARTIV), curioso dispositivo capaz de calcular el tiempo que nos separa del coche precedente.

La postura de conducción es correcta, muy similar a la de un 308 cualquiera, aunque con esa perspectiva elevada que proporcionan los todoterreno y el acceso a la mayoría de los mandos es bastante cómodo.

Si pensamos en este coche de forma eminentemente práctica, nos encontramos con un monovolumen muy bien resuelto, con muchos detalles que se echarán de menos cuando nos bajemos de él. Planteado como un automóvil diferente, mitad familiar, mitad SUV, también tiene su atractivo, siempre y cuando tengamos claro que es un vehículo para ir por asfalto, donde se desenvuelve con la solvencia que cabe esperar de un coche familiar.

Hasta que no llegue la versión híbrida con tracción a las cuatro ruedas, la opción del Grip Control (200 €) puede ayudar a salir de algún atolladero, pero no lo convierte en un todoterreno.

El equipamiento de serie de esta versión es muy completo, como corresponde al nivel de acabado más caro de los tres que se ofrecen. El Peugeot 3008 1.6 HDi 110 FAP Sport Pack cuesta 27.200 €, un precio que lo sitúa unos 3.000 € por encima de un hipotético rival directo como el Nissan Qashqai, que en versión 5 puertas es claramente menos versátil que este francés. El Citroën C4 Picasso, en cambio, sí puede presumir de una modularidad similar a un precio que ronda los 25.000 € (con promoción incluida), aunque no cuenta con la estética SUV del Peugeot.

Entre las opciones a elegir, el sensor de aparcamiento delantero (200 €), el manos libres Bluetooth (280 €) o el completo navegador WIP COM 3D (2.200 €) son de las más interesantes. También se puede solicitar el Pack Vídeo por 600 €, el cual incluye pantallas TFT de 7 pulgadas tras los reposacabezas delanteros y dos cascos Bluetooth, mientras que los más exigentes tienen a su disposición el Pack Cuero (1.600 €).

De la misma manera que un niño, cuando es preguntado sobre lo que quiere ser de mayor, sueña con alcanzar las más altas cotas como bombero, policía o astronauta, el día que decidí dedicarme a esto de probar coches lo que tenía en mis manos era una revista con una foto a doble página de un Ferrari GTO cruzado salvajemente en una carretera que no parecía que estuviera cerrada al tráfico.

Está claro que hoy, alguna década después de aquella revelación, una de las cosas que motivan de este trabajo es descubrir lo que es capaz de hacer un BMW M3. Sin embargo, con el tiempo he descubierto que no existe el coche perfecto y el que te da mucho en algún sentido, te puede dar bien poco en muchos otros.

El Peugeot 3008 es uno de tantos polos opuestos a las máquinas de Maranello y a los deportivos bávaros. Y no te preocupes, que no se encontrarán jamás. Pero eso no significa que no sea satisfactorio en muchos aspectos no como cliente, que probablemente para la mayoría lo será, sino como probador.

Descubrir el esmero con el que se han estudiado tantos pequeños detalles alegra por unos segundos y satisface a la hora de escribir sobre ellos. En ese momento, aspectos como la aceleración pasan a un segundo plano porque, de hecho, mi rol como conductor cambió automáticamente en cuanto me senté frente al volante. La única diablura que te incita a hacer este coche es abrir la cortina del techo panorámico y comenzar a rodar cientos de kilómetros al modo contemplativo.

Eso sí, lo que ni este ni ningún otro coche en el mundo ha inventado aún es la fórmula para impedir que, a los pocos segundos de que se acabe la peli de la Sirenita, una aguda y potente vocecita te reclame por la nuca: «¡TENGO PIPIIIII!»