Prueba realizada por Gabriel Esono
Una de las características que marcan la diferencia entre un mercado del automóvil evolucionado de otros que no lo son tanto es la relevancia de ventas de coches con carrocería familiar respecto al resto de alternativas. No se trata aquí de discutir si en otros sitios son mejores o peores que aquí, pero lo cierto es que en países como Alemania, Francia o Italia, que nos llevan una cierta ventaja en esto de construir coches, la aceptación del formato break es una constante desde hace alguna que otra década.
En España, sin embargo, nos hemos saltado este escalón para ir a buscar directamente a los monovolúmenes, sobre todo los del segmento de los compactos, que es el de mayor difusión aquí.
Por fortuna, muchos papás todavía recuerdan aquellos viajes en agosto en un R-8 (no el Audi superdeportivo, sino el Renault «todo atrás»), con 5 personas, su equipaje para un mes y el canario. Y, pensando en ellos, Peugeot mantiene en su oferta la fórmula de alargar el techo para dotar a su oferta de una variante más práctica que las berlinas convencionales sin que ello suponga un lastre excesivo, ni por peso ni por aerodinámica.
|
|
|
Son pocos los que acompañan a la firma del léon en este segmento: entre el Renault Mégane Sport Tourer, el Ford Focus Sportbreak, o el Volkswagen Golf Variant (es de suponer que la sexta generación también llegará a nuestro mercado), se reparten el pastel de los clásicos. El Hyundai i30 CW y el Kia Cee’d SW, por su parte, son los «nuevos» que tratan de hacerse un hueco en este nicho.
Esta versión del Peugeot 308 se coloca en el centro de la oferta de la marca francesa por motor, pero en el tope en lo que se refiere a equipamiento. ¿Es el equilibrio perfecto?
Pues aunque lo del equilibrio puede ser una cuestión de gustos, el motor 1.6 diésel de 109 CV que arrastra los 1.570 kg de masa del 308 SW es, de partida, un poco justo si se quiere hacer un uso intensivo de la capacidad de su carrocería.
Ya en la prueba que hicimos de la variante de 5 puertas, dio la sensación de ser un propulsor voluntarioso y suficiente para hacer un tipo de conducción relajada. Da lo mejor de sí mismo a bajo y medio régimen, con un par máximo de 240 Nm a 1.759 rpm, lo cual permite ahorrarnos el uso del cambio de 6 velocidades si lo que queremos es que no se nos maree la suegra entre curva y curva. Ahora bien, si vamos cargados hasta los topes, como cuando de críos viajábamos hacia la costa con la baca llena hasta arriba, se agradece el buen tacto de la palanca, en la misma línea que la mayoría de aspectos del coche, con lo que compensa de alguna manera unos desarrollos tirando a largos.
|
|
|
Este 1.6 HDi, alimentado con el sistema common-rail y que equipa FAP para filtrar los humos de escape, fue de las primeras mecánicas diésel modernas pensadas según la tendencia actual del «down-sizing». Aunque su estreno en el Peugeot 206 la colocaba como una alternativa de talente más bien prestacional, su difusión a otros modelos de la gama, desde el Partner al 407, ha revelado el que, en realidad, es su verdadero carácter: el ahorro de combustible. La ya comentada eficiencia a bajas vueltas es uno de sus mejores aliados y su resultado es un consumo que, en condiciones ideales, según la marca es el mismo que el de la berlina, con 4,9 l/100 km en el ciclo combinado lo que, sumado a su depósito de 60 litros, le otorga una autonomía estimada de más de 1.200 km.
Eso sí, para poder homologar una cifra tan optimista ha sido necesario contar con los neumáticos Michelin «Energy Saver», que presumen de ahorrar 0,2 l/100 km en la medició mixta respecto a unos convencionales.
Éste es uno de los apartados donde más se evidencia el cambio de valores que Peugeot está aplicando a sus productos en los últimos años. El brillante comportamiento dinámico de generaciones anteriores ha dejado paso a un talante en el que prima el confort sin dejar de lado la seguridad. Su actitud en carretera es noble y predecible, muy fácil de controlar en caso de imprevisto en curva.
Una buena geometría de la suspensión, con falso McPherson delantero y ruedas tiradas detrás, contribuye de forma decisiva a sus buenos modos sobre el asfalto. El 308, igual que Peugeot ya hizo con el 207, abandona la barra de torsión en el eje trasero, tan típico de los coches franceses, en favor del resorte helicoidal (es decir, el muelle de toda la vida).
Este conjunto muelle amortiguador es ahora más preciso pero también más suave, lo cual penaliza su eficacia al límite. En esos momentos críticos, muestra claramente la tendencia congénita de cualquier tracción delantera al subviraje, es decir, a irse de morro. En ese momento, el ESP, de serie en esta versión, «tira» hacia atrás y devuelve el coche a la trayectoria que marca el volante, y con un poco de suerte el que conduce lo único que percibe es que las líneas de la calzada pasaban demasiado deprisa en la última curva. Eso, y el chirrido de los neumáticos, que también juegan su papel a la hora de avisar de dónde se encuentra la frontera de lo razonable en este coche.
|
|
|
Donde sí se agradece esta suavidad es en trazados rápidos, tipo autovía o nacionales con buen asfalto. Allí, las irregularidades como parches o juntas de dilatación pasan bastante desapercibidas y los pasajeros probablemente agradecerán el buen trato recibido con un significativo descenso del ratio de «¿Cuánto falta?» por kilómetro.
Cabe decir que todas las bondades de este coche cuando estás en marcha pasan a un segundo plano cuando está parado. El diámetro de giro de este 308 SW sorprende por ser muy amplio, un inconveniente que obliga a hacer más maniobras de las habituales a la hora de aparcar.
|
|
|
Motor cómodo… Suspensión cómoda… ¿Cómo esperas que sea el interior? Pues eso, el interior no sorprende y se ha diseñado en coherencia con las sensaciones que se ha tratado de trasmitir con el resto del coche. El mullido de los asientos es, quizá, un punto demasiado blando, algo que sólo penaliza si se hace un viaje de muchos kilómetros sin descansar. Pero ya está.
El espacio para los 5 ocupantes principales es holgado y los tres de la fila trasera, aunque sean adultos, viajarán sin excesivas estrecheces. Además, el techo panorámico (de serie en todas las versiones excepto en la básica Urban) hace que la sensación de amplitud sea mayor. Otra cosa es si se solicitan los dos asientos suplementarios opcionales. Tal y como está configurado el maletero, con el piso totalmente plano, usar esas plazas es una posibilidad que cabe contemplar sólo para niños y en trayectos cortos, porque la diferencia de confort con respecto a las otras 5 es como para retirar el saludo. Si usas el maletero sólo para cargar bultos, tendrás un mínimo de 573 litros de capacidad.
|
|
|
Los acabados son correctos, con un buen ajuste de los plásticos cuyo aspecto y tacto, por otra parte, también han mejorado respecto al 307. El habitáculo está, además, bastante bien aislado y el sonido del motor no llega a molestar cuando se viaja en este coche. Cuenta, además, con la posibilidad de plegar los asientos traseros para usarlos como mesas.
Uno de los detalles que requieren una cierta adaptación es la profusión de mandos tras el volante. A los dos imprescindibles de las luces y limpiaparabrisas, se suman el del regulador de velocidad y el de la radio. De acuerdo que tal vez es un exceso lo que hacen sus colegas de Citroën, que concentran demasiados controles en el centro del volante del C4, pero muchas marcas han sabido encontrar un equilibrio más ergonómico en sus mandos.
En lo que se refiere a seguridad pasiva, cuenta con fijaciones Isofix en los asientos laterales traseros y en del acompañante, así como 7 airbags.
El abundante equipamiento de serie del acabado Premium coloca a este 308 SW 1.6 HDi 110 FAP en una escala de precios que empieza en los 22.630 €. Por este precio te ofrece la radio-CD con MP3, climatizador bizona, regulador/limitador de velocidad, sensor de aparcamiento trasero, faros antiniebla o el sensor de lluvia y de luz, además de las llantas de aleación de 17″, etc.
Se puede completar con los faros de xenón direccionales (900 €, incluyendo sensor de presión de neumáticos), sensor de aparcamiento delantero (200 €), navegador con bluetooth (950 €) o la tapicería de cuero (1.500 €), entre otros.
|
|
|
Es, pues, un coche en el que se ha puesto un énfasis en hacer la vida a bordo lo más placentera posible. En ese sentido, el este Peugeot lo ha bordado, aunque sea a costa de prescindir de un ritmo de marcha mínimamente dinámico. Claro que, para eso, ya la marca ofrece modelos más potentes y caros.