Una de las ventajas de tener buena relación con un concesionario tan dinámico como Turiauto es que, cuando surge la oportunidad de hacer algo diferente, a menudo piensan en uno para ayudarles a llevar la idea a cabo.
Fiat España les cedió una unidad de pruebas del Alfa Romeo 4C, una de las mil escasas destinadas a Europa y, en vez de dejarlo como mero reclamo para atraer público a sus instalaciones, o para que se pasearan con él unos pocos VIPs, esta concesión barcelonesa organizó un sorteo para acompañarme a la sesión de prueba, una buena forma de despertar el interés por la marca.
Curiosamente, la persona que ganó el sorteo no acudió a la cita, de modo que se presentó voluntaria Natalia, que trabaja en el departamento de márketing de Turiauto.
A pesar de no ser todavía conductora Alfa, sí se mostró entusiasmada con la idea de experimentar cómo se comporta un auténtico deportivo, acostumbrada como está a su cómodo compacto francés.
Como se suele decir, lo que pasó en Las Vegas se queda en Las Vegas. Quizá por ello no quise preguntarle si su sonrisa al bajarse era de emoción por la experiencia o de alegría por volver a pisar el suelo…
Prueba realizada por Gaby Esono
Alfa Romeo se está tomando su tiempo para recuperar su imagen de marca clásica, fabricante de coches con carácter, claramente deportivos.
La reestructuración del Grupo Fiat ha retrasado la aparición de nuevos modelos, entre los que este Alfa Romeo 4C es una perla excepcional, en todos los sentidos.
Sin embargo, el pasado mayo Sergio Marchionne, director ejecutivo del consorcio italiano, anunció que entre los planes de futuro para todas sus marcas, la del biscione sería precisamente a la que se le augura un futuro más prometedor.
Alfa Romeo debe convertirse, por fin, en una alternativa premium real a las marcas alemanas (Audi, BMW y Mercedes-Benz).
Para ello, a su gama de modelos actual, compuesta por el MiTo, el Giulietta y este precioso 4C de las imágenes, se incorporarán 8 novedades en los próximos 4 años: un deportivo superior al 4C, dos compactos que reemplazarán al Giulietta, dos carrocerías del segmento de las berlinas medias (sucesoras del Alfa Romeo 159) y otra del segmento superior (al que Alfa vuelve tras el 166, rival de los BMW Serie 5, Audi A6 y Mercedes-Benz Clase E) y dos SUV que responderán a la moda campera imperante en la actualidad.
¿Qué papel juega el Alfa Romeo 4C en todo esto? Pues la verdad es que mucho más de lo que parece, a pesar de que sólo se van a producir 3.500 unidades de este deportivo.
Los responsables de la marca reconocen que, en las últimas tres décadas, Alfa ha creado unos cuantos coches bonitos, algunos incluso buenos, pero que eso era lo único que había sabido mantener de su identidad.
El resto de valores que la distinguieron antaño, como el desarrollo de motores avanzados, de coches con una distribución de pesos ideal (50:50) y con una relación peso/potencia excepcional, así como la aplicación de soluciones técnicas únicas, se diluyeron en una oferta que tenía demasiados puntos en común con la gama Fiat.
El Alfa Romeo 4C es una especie de golpe en la mesa para recordar a todo el mundo que no se les ha olvidado de donde vienen.
Y, sobre todo, es un aviso a navegantes: “Seguimos aquí, y esto es sólo el principio”.
Cuatro cilindros. Sólo cuatro. Eso es lo que significa Alfa Romeo 4C. Su motor de aluminio, turbo e inyección directa de gasolina, desplaza 1.750 cc y está montado en posición central. Ahí es donde se debe colocar un motor si se quiere hacer un deportivo de verdad.
Con esa cilindrada, no ha de sorprender que las cifras de potencia y par motor máximos declarados no sean especialmente espectaculares: 240 CV a 6.000 rpm, y 350 Nm entre 2.200 y 4.250 rpm son valores que insinúan ciertas intenciones, pero que están lejos de los registros de los bloques de dos litros más exprimidos. ¿Por qué?
Cuando en Alfa Romeo se plantearon el desarrollo de este biplaza, para conseguir unas altas prestaciones prefirieron apostar por la ligereza antes que por la potencia bruta. “La potencia es cara y pesa más”, debieron pensar.
Y es cierto, aunque el camino opuesto tampoco es barato precisamente. Acero, aluminio, SMC aligerado (plástico reforzado con fibras) y, sobre todo, la fibra de carbono con la que se moldea el chasis conforman un automóvil que, en seco, pesa 895 kg. Esto significa que cada CV de potencia tiene que arrastrar apenas 3,7 kg de peso. Como si de un coche de competición se tratara.
Y por otra parte está la caja de cambios TCT de serie. Estrenada en su día en el Alfa Romeo Giulietta, se trata en esencia de una transmisión manual robotizada, con accionamiento electrohidráulico y doble embrague en seco, con 6 relaciones.
Desarrollado por FPT (Fiat Powertrain Technologies), este cambio mantiene el principio conocido en otros de este tipo, en el que mientras una marcha está insertada, la superior está ya lista para engranarse cuando así lo indique el conductor (cuenta con levas en el volante) o la centralita que lo gestiona.
Su gran ventaja, dicen, respecto a otros secuenciales de doble embrague conocidos, es que parte de una caja de cambios manual, a la que se le ha adaptado la automatización. Ello ha permitido una mayor sencillez del mecanismo y también una mayor ligereza.
El Alfa Romeo 4C me tenía engañado. Bajo esa apariencia contenida y coqueta, que lo haría ideal para moverse con soltura por los transitados bulevares y puertos deportivos, lo que me encontré fue un deportivo que admite muy pocas concesiones.
La culpa es mía, porque debía haber sospechado que la rigidez de su chasis de fibra de carbono tenía que ir acompañada de unas suspensiones igualmente rígidas. Las deportivas opcionales (1.200 euros) son como tablas.
En autopista sientes todas y cada una de las pequeñas irregularidades y, cuando te atreves a meterte en asfalto un poco roto, más te vale estar concentrado en la conducción porque si lo que quieres es evadirte y disfrutar del paisaje, no te lo va a permitir.
Tampoco pensé en la dirección, que no tiene asistencia. En parado, por tanto, obliga a hacer unos esfuerzos sobre el volante que recuerdan a otros tiempos.
Además, es muy directa y tremendamente sensible, incluso demasiado, porque notas hasta la china más pequeña que encuentras en el asfalto, y porque un milímetro de giro tiene un efecto inmediato en la trazada (aunque vayas en línea recta…). Un motivo más para poner todos los sentidos si no quieres desviarte del camino.
A ello contribuye también el equipo de ruedas que montaba esta unidad, unos Pirelli P Zero desarrollados específicamente para el 4C, 205/40 en llanta de 18 pulgadas delante y 235/35 R 19 detrás (opción por 1.400 euros). Entre que son unos neumáticos tremendamente eficaces de por sí, y que se trata de un peso pluma, no me dio la sensación de que sufrieran ni siquiera cuando puse a prueba la función Launch Control. Un par de veces…
Y por fin está el sonido. Sin apenas filtración, el habitáculo se convierte en una especie de caja de resonancia. No solo te mantiene perfectamente informado de cómo los pistones aceleran su carrera, sino que también puedes oír cómo fluye el aire por los colectores de admisión, o cada vez que se abre la válvula de descarga del turbo. Lo mismito que un GTI o un R de esos que circulan hoy en día por ahí.
Pues no. Esto es otra cosa. Es un coche hecho para ser conducido como, imagino, se conducían antes los coches. Es un deportivo moderno, sí, pero con un carácter vintage para el que necesité un periodo de adaptación un poco más largo de lo habitual.
Igual es que soy más joven de lo que pensaba, pero lo cierto es que los rudos modales del Alfa Romeo 4C me sorprendieron al principio. Su recuerdo, en cualquier caso, me tiene cautivado.
No conozco ningún otro coche en el mercado que regale semejante torrente de estímulos y que invite a conducir –o mejor dicho que obligue- como lo hace este biplaza italiano. Bueno, sí, recuerdo el PGO Cevennes, un producto muy artesanal y aún más minoritario que este coupé, aunque muy alejado de las impresionantes prestaciones que ofrece el 4C.
Porque esa es la otra: sobre el papel 240 CV quizá no asusten ya, pero eso es antes de sentarte dentro, muy abajo (hace falta cierta agilidad para entrar y salir dignamente…) y darte cuenta de que todos esos CV están justo detrás de tu cabeza.
En ese momento te das cuenta de que la perspectiva es muy diferente a lo habitual, y ver cómo el turbo no deja de soplarte en la oreja prácticamente desde el mismo arranque, como mínimo te pone en tensión.
Con el sistema DNA (que cambia la configuración electrónica de la centralita) en posición D, la respuesta al acelerador es inmediata. Tanto del motor como del cambio que, por cierto, me dio la sensación de que en esta ocasión han cambiado suavidad por rapidez. Y gracias a ello, con el tiempo te puedes animar a jugar con el diferencial electrónico Q2 a ver hasta dónde se puede redondear una curva.
El Alfa Romeo 4C es un coche para los verdaderos amantes de la conducción en estado puro. Su tamaño engaña, porque parece un juguete. Y lo es, pero para gente seria. Es para quien disfruta conduciendo después de haber aprendido a hacerlo como debe hacerse, dejando que alguien te enseñe. Autodidactas abstenerse.
Una vez tienes un nivel y has asumido que en la rudeza de este coche de fibra de carbono radica todo su encanto, estoy seguro de que te encantará que te ponga a prueba en todo momento.
Si piensas en él como herramienta de pavoneo, estoy seguro de que por los 53.990 euros que cuesta de serie podrás encontrar coupés igualmente fardones pero mucho más civilizados.
A ese precio se le pueden añadir toda una serie de equipamientos que incrementan sensiblemente la factura. Desde decorativos como los embellecedores de los faros en fibra de carbono (1.400 euros), las pinzas pintadas en negro, rojo o amarillo (375 euros), la tapicería de piel roja (1.500 euros) e interior bicolor juego (300 euros); a otros que delatarán tus intenciones, como los neumáticos racing (1.000 euros).